SEBAS PUENTE, UNA ENTREVISTA
-¿Está siempre el poeta de viaje o la vida, en sí, es un continuo viaje?
El poeta, aunque a menudo recurra a la metáfora del viaje, no tiene por qué estar en movimiento (más allá del traqueteo de su conciencia). Pero la vida, inevitablemente, es un continuo viaje, sí; se quiera o no.
-¿Podemos leer el libro como un diario poético de impresiones de viaje?
Se puede, aunque esas referencias a posibles viajes o a ciudades extranjeras no son sino una excusa para poner por escrito una serie de reflexiones. En alguna de las ciudades mencionadas en el poemario, no he estado nunca. Sí que es cierto que algunos de los poemas (algunas de las ideas que luego han conformado el poema, más bien) nacen durante distintos trayectos entre ciudades.
-¿Qué le debe este poemario al roquero y al escritor de canciones de Tachenko?
Esos trayectos de los que te hablo, a menudo, se han dado gracias al grupo. Algunos de los viajes más importantes que he realizado durante toda mi vida se iniciaron, también, gracias a Tachenko. Además, muchas de las "aceleraciones" y "deceleraciones" de las que vamos a hablar ahora han derivado del modo de vida que hemos sostenido durante muchos años.
-¿Este "Tren de vida" alude más a una existencia acelerada o a una tranquila y reflexiva?
El "tren de vida", en conjunto, alude al contraste entre ambas existencias... Para conseguir disfrutar de una vida calmada, para valorarla, he necesitado esos tramos de aceleración continua. En todo caso, el libro tiende a la reflexión, a la contemplación: la edad manda...
¿Qué le dan a usted los trenes? Aquí hay muchos, está hasta el Canfranero...
Otro secreto: nunca he subido al Canfranero. ¡De este año, no pasa! Vi el programa de Aragón Televisión en el que se rodaba todo el trayecto, igual que a veces, para relajarme, veo las grabaciones de la subida al Tourmalet, al Mortirolo, o a algún puerto clásico del Tour o el Giro, realizadas por videoaficionados que muestran el paisaje de la subida al ritmo de un ciclista profesional. El paso por los Mallos de Riglos, la llegada al monasterio de San Juan de la Peña, siempre la he hecho en coche.
Me ha parecido que el libro, en el fondo, es un libro de amor. De la plenitud, de la pérdida, de la incomunicación, del espejismo, siempre con el amor como tema central.
Exactamente, todo eso es amor, quien lo probó lo sabe... No puedo ni quiero escapar del tema amoroso; ni en los poemas, ni en las canciones. Pero sí que me gusta manejarlo con cierta distancia, reelaborarlo cada vez.
"Cada vagón es un humor". "Cada vagón es un poema". ¿Escribe Sebas Puente los poemas en los vagones?
Menos de lo que me hubiera gustado... Esos vagones son metáforas de distintas etapas vitales (más que etapas, momentos). Los vagones, eso sí, son uno de mis lugares preferidos para la lectura. Pero, como te comentaba, los trayectos (a menudo en coche o en furgoneta, y generalmente durante los trayectos de ida, pocas veces durante el trayecto de vuelta) sí que han servido para que surgiese una primera idea que luego trabajaba en casa.
¿Qué diferencia hay entre su poesía y una canción?
Aunque siempre he diferenciado la escritura de letras a la escritura de poemas (porque las primeras siempre vienen condicionadas por la melodía, y porque en las primeras me permito el ripio "calamaresco", del que soy tan fan), en algunos poemas sí que introduzco algún guiño a las canciones del último disco que hayamos publicado en cada momento... Lo hice, por ejemplo, con "Suerte y relámpago"; y ahora lo vuelvo hacer en el poema titulado "Berlinale", que está conectado con una canción de nuestro nuevo disco (la canción se titula "Oso de plata").
Es su tercer poemario. ¿En qué ha cambiado, cómo ha crecido?
Creo que me he vuelto más reflexivo y menos irónico (intento que sea así en la vida, también...). Antes empleaba la ironía como escudo, como máscara... Ahora me sigue interesando mucho como mecanismo poético, pero siempre con una intención detrás.
¿Qué poetas le animan a escribir?
Los que me animan, por cercanía son mis amigos: David Mayor y Alejandro Simón Partal especialmente; Jesús Jiménez Domínguez y Ángel Gracia, que practican el ‘zen maño’ y a quienes admiro. ‘El testaferro’, de Miguel Serrano Larraz (que está que se sale últimamente) me ha parecido maravilloso. Me gustó mucho ‘Diez mil cien’, último poemario de Juan Marqués, y esta semana iré a por ‘Egipciaco’ de Martín López-Vega... Me gusta mucho también la poesía de Berta García Faet, inteligentísima; y todos los poemarios de Jorge Gimeno. Y cito siempre a Charles Simic, Mark Strand y Leonard Cohen, por quienes comencé a re-escribir poesía, tras muchos años de parón. Pero lo que en verdad tengo son grandísimas lagunas: siempre le estoy pidiendo libros a David Mayor; porque todos los de Antígona no los puedo comprar.
¿Cómo será ese octavo disco de Tachenko, tan esperado, ¿qué se puede decir?
Llevará por título ‘Las discotecas de la tarde’ y saldrá en otoño: Cristian Barros y Edu Baos están dando los últimos retoques a las mezclas en Mozota, para dejarlo todo listo... Adelantamos dos canciones en nuestro último concierto en el auditorio, que fue muy emocionante: fueron ‘Ídolos’ y "Oso de plata", esa canción que conecta con el libro y que habla, también, de marcharse para conseguir algo, y luego regresar. Para volver a perderlo.
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