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Antón Castro

CALVOMOÑACO / 7. A LA MANERA DE GARGALLO

CALVOMOÑACO / 7. A LA MANERA DE GARGALLO

Mormeneo no se entiende del todo a sí mismo. Ocupa su tiempo en dos cosas: pensar muy de prisa, con la furia del vendaval, saltando de asunto en asunto y dando salida a sus ideas, con celeridad, con calma, con desesperación, como si estuviese a punto de producirse el fin del mundo. Si hubiera tiempos muertos, fumaría un cigarrillo o apuraría, con lentitud, una cerveza. Si pudiera hacer dos cosas a la vez, trazaría un manchurrón de tinta azul sobre un folio con apariencia de pájaro peregrino.

 

La cabeza le da vueltas. Su propio cerebro lo arrolla. Una y otra vez, suele decir, pugna por no desmoronarse. Si alguien le dice algo lo perturba y lo alimenta. Le acaban de decir: ¿No te parece que sería muy bonito que hicieras vestidos y fotos a la manera surrealista de Man Ray?

 

Y él hace lo indecible por no perder la cabeza. Se acerca a su novia, que quizá sea poeta o modistilla de sueños y vestuarios, y le dice: “Déjame tocar la mejor línea de tu desnudo”.

1 comentario

Antonio -

Me gusta la valentía y el desparpajo con los que Calvo reinterpreta a los grandes, pero a Gargallo, mira, no lo acabo de ver...
¡Abrazos!