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Antón Castro

¿POR DÓNDE VENDRÁ LA PELOTA?

¿POR DÓNDE VENDRÁ LA PELOTA?

Soledad, leyenda y fatalidad de los porteros de fútbol

 

 

Vladimir Nabokov fue muchas cosas en la vida: espléndido escritor, profesor de boxeo, cazador de mariposas y portero de fútbol en Cambridge. En ‘Habla, memoria’ recordaba: “Me apasionaba jugar de portero (…) Distante, solitario, impasible, el portero famoso es perseguido por las calles por los niños en éxtasis (…) Es el águila solitaria, el hombre misterioso, el último defensor”. Albert Camus, que también fue arquero en Argelia y en Francia, resumió: “Aprendí que la pelota no viene nunca por donde se la espera. Eso me ha servido en la vida”.

Quizá ninguna demarcación sea tan especial en el fútbol; Peter Handke encontró un título inolvidable que compendia el enigma del oficio de parar: ‘El miedo del portero ante el penalti’ (1970). Es la historia del mecánico Josef Bloch, un guardameta austriaco que una tarde pierde los papeles, se desconcentra y es expulsado; a partir de ese momento inicia una extraña peregrinación que lo lleva a caminar, a encontrarse con mujeres, a amar y matar a una taquillera de cine. Esa narración de aroma existencialista y de un antihéroe contemporáneo, hermano de Kafka y de Camus y primo del Bartleby de Melville, fue trasladada al cine por Wim Wenders en 1971.

Manuel Hidalgo escribió un cuento ‘El portero’ que narra la historia de un hombre que se gana la vida parando penaltis a quien acepte el desafío de tirárselos. Gonzalo Suárez llevó a la gran pantalla en 2000 esa narración limpia y precisa que transcurría en el contexto de la Guerra Civil y en la playa; él, que había firmado maravillosas crónicas deportivas con el seudónimo de Martín Girard, sabía mucho de porteros porque había redactado informes de equipos rivales para su padrastro Helenio Herrera, entrenador del Barcelona y del Inter.

Los porteros suelen vivir entre la gloria y el abismo. Estos días, más allá de la inesperada derrota de España, se habla mucho de fallos calamitosos de Green (se dice, en un arrebato sentimental del forofo, que su pifia podría derivar de la ruptura con su novia, poco antes del choque), de Chaouchi y de Justo Villar; se habla de excentricidades y rarezas:  el bronco Chilavert llegó a marcar 62 goles de faltas y penaltis a lo largo de su carrera; de extremadas longevidades, como en el caso de ‘la Tota’ Carbajal, el mexicano de los cinco mundiales, de Dino Zoff, titular y campeón del mundo a los 40 en España-1982, el sempiterno Gatti, o de Peter Shilton, que cumplió 41 años en Italia-1990 y fue doblemente burlado por Maradona.

Una de las historias más literarias y dramáticas que existen es la del cancerbero Moacyr Barbosa, de la selección brasileña que perdió la final de 1950 en Maracaná ante Uruguay. Pocos días antes de morir, medio siglo después de la derrota, una mujer que lo vio pasar, le dijo a su hijo: “Ahí va el hombre que hizo llorar a todo un pueblo”. Otra forma de soledad: la del hombre repudiado por la multitud y la leyenda del tiempo.

 

*Este artículo apareció el pasado viernes en ‘La Vanguardia’, por gentileza de Miguel Molina, que fue portero de fútbol. En las fotos, vemos a Albert Camus (la foto es de Loomis Dean), Moacyr Barbosa, Carmelo Gómez en 'El portero' de Gonzalo Suárez y a 'La Tota' Carbajal.

 

1 comentario

gustavo peaguda perez -

!Que casualidad!. Yo que no soy un gran apasionado del fútbol, pero si de la literatura, comencé hoy la lectura de la obra de Handke. Pero lo más sorprendente es que la razón porque escogí este libro es el puro azar. Me explico. Los libros que tengo pendiente de leer los tengo guardados en una caja de color rojo.( Su estancia en esa caja puede durar años).Cuando acabo uno. Meto la mano en esa caja y saco el siguiente que voy a leer. Siempre creí en el azar de la lectura. Este método me lleva por caminos que nunca esperé transitar.

Un saludo desde Compostela que empieza a recibir el verano.
Gustavo Peaguda