DANIEL: UNA HERMOSA HISTORIA DE AMISTAD
[Luisa Miñana nos escribe a los amigos sobre su debilidad: Daniel, al que le han hecho un blog. Su madre Inma Rincón (madre del niño y cuñada de Luisa, aclaro) acaba de publicar este texto, una historia hermosa sobre la amistad, la complicidad y el cariño. Aquí está, en medio de tantas cosas frívolas que cuelgo a veces. La vida está en todas partes, y en alguna se la ve, desnuda, altísima, temblando. Y he aquí un ejemplo que pongo complacido.]
Hola a todos. Hace unos días que no escribo nada por falta de tiempo más bien, ya que desde que terminó el colegio, aunque Daniel va al campamento por las mañanas, mi vida casi es ahora más un poco más complicada y atareada y ando siempre entre fogones. Pero hay algo que quiero compartir.
Ayer por la tarde Daniel y yo hicimos una "excursión" a casa de mi amiga Beatriz. Digo bien cuando digo excursión, ya que vivimos cada una en una punta de la ciudad y tenemos una media hora de trayecto en coche, pero ayer tenía muchas ganas de verla. Beatriz es mi mejor amiga desde tiempos remotos, hace como 17 años y tiene dos hijos estupendos que son Marcos y Lucas. El día 27 fue el cumpleaños del pequeño Lucas y había que llevarle el regalo ayer, ya que el domingo no pudimos ir a verle porque estaba en el pueblo.
Pues como digo fuimos a verles y al llegar Daniel, claro, protesta al canto, cuando vio que nos metíamos en el ascensor. Le tuve que explicar un par de veces (aunque ya lo sabia) que íbamos a darle el regalo a Lucas y que luego nos iríamos a merendar también con Marcos y Bea, y que pronto volvíamos otra vez al coche: lo de bajar del coche a veces para Daniel es hasta traumático, porque le encanta pasear en la monovolumen. Cuando llegamos, y se dio cuenta de que sólo estaba Lucas y encima estaba dormido, con lo que no iba a hacerle caso ni a jugar con él se puso a protestar de tal manera que lo tuve que coger en brazos. Bueno, algo así como a los 10 minutos de haber llegado volvían Marcos y Beatriz del dentista y lo sorprendente de todo esto es que desde que apareció Marcos con la Nintendo ya no hubo niño (y me refiero al mío). Marcos se sentó a mi lado y Daniel se tiró literalmente encima de Marcos para verle jugar en esa minúscula pantalla. A Bea, a mi y a su abuela Rosa, nos entró la risa porque si no se ve no se puede creer, era como si la Nintendo tuviera un potente imán que atrajera a Daniel sobre todas las cosas.
Aun más sorprendente como siempre fue para mí el comportamiento de Marcos. Debo señalar que todavía tiene 7 años, pues cumple los 8 al mes que viene, y siempre que está con Daniel le observo una sensibilidad y un cariño bastante sorprendentes hacia mi hijo. Marcos estaba jugando a un juego de esos de darse puñetazos y Bea le dijo que le contara a Daniel todo lo que iba haciendo, pero como vio que no podía explicarle bien lo que hacía, en un momento determinado me dijo: " Tía, ya sé que voy a hacer, tengo un juego que le va a gustar que es de memorizar sonidos y yo creo que le va a gustar". Apagó el juego con el que trasteaba y se fue a buscar el otro para que pudiera jugar Daniel y me volvió a preguntar: "¿Tía, qué tal maneja las manos? ¿Tú crees que podrá jugar si se la dejo?" Yo le dije que era muy complicado y no se cortó un pelo, me contestó: "Pues toma el lápiz y juega tu con él, enséñale y jugáis juntos". Y me dejó la Nintendo, ¡que no se la deja ni a su hermano!, para que jugase Daniel.
La verdad es que no dejo de sorprenderme, como he dicho antes de lo atento que está siempre con Daniel. Me señaló varias veces que se le caía la babeta –lo que les ocurre a muchos niños con parálisis cerebral-, y él mismo se la limpió con un pañuelo de papel. Me pidió que lo sentara a su lado a ver los dibujos y, aunque Daniel no estaba muy por la labor, lo intenté pero no funcionó. Sin embargo, Marcos lo entendió y siguió estando pendiente. Claro está que a Daniel le pirra que le presten tanta atención. Aunque esta relación entre ellos pueda parecer algo sin importancia para mí la tiene, y mucha.
Creo que en este mundo debería haber más Marcos sueltos por el mundo y supongo que los habrá. No sabe este chico lo que agranda mi cariño por él cada vez que le veo un detalle de estos con mi hijo. Estoy segura de que si Daniel no tuviera problemas hoy en día serían inseparables como lo somos su madre y yo.
Gracias por estar ahí a los dos.
*Así describe Luisa Miñana la instantánea: “Una foto de los tres amigos: Daniel (en la silla), Marcos (el mayor) y su hermano Lucas (el pequeño que pone cara de ratón)”.
4 comentarios
May -
A. C. -
Abrazos y gracias a las dos.
laMima -
De la que te llena y te reconcilia con todo.
Lo mejor.
Luisa -
Un beso.