EL GARRAPINILLOS PERDIÓ EN PINA DE EBRO: 7-3
Nos había quedado un gran sabor de boca tras la victoria en Ontinar del Salz ante el San Mateo. El equipo, pese a algunas lagunas de concentración, rindió y mostró que tenía gol. Pese a los apuros finales, cuando quedamos con nueve, se ganó con holgadez. Los muchachos, visto el inicio de la Liga del Pina de Ebro (habían perdido 9-0 con La Puebla, al que debimos ganarle nosotros a domicilio, acabamos empatando 1-1), pensaban que el partido era claramente nuestro. El campo del Pina de Ebro no es demasiado bueno, tiene un charco importante en la izquierda y una aire desapacible. Visto desde afuera no parece tan malo. A mí no me lo parece. Los vestuarios andaban más bien húmedos y encharcados. El Garrapinillos encaraba el partido con dos bajas importantes: el libre Marcos, que siempre es un seguro de garantía, y Pirri, el ariete. Ambos habían sido expulsados.
Hubo que recomponer la alineación. Formamos de salida así: Gayoso; Jaime, Daniel Cali, Alfredo, Aitor; Mario Calvera, Diego; Uruguayo, Jorge, Alex Velilla; y Adrián Serna. Se quedaron en el banquillo Miguel, Alex Fernández, Alex Navarro y Juan. Tras los estiramientos y el calentamiento, hubo una advertencia: “Se juega como se entrena. Se juega como se calienta. Y estáis más fríos que carámbanos: dormidos”. Y en efecto: a los pocos minutos empezó el festival de goles. Marcaba el Pina, y empataba el Garrapinillos: por los nuestros igualaron Alex Velilla y Adrián Serna; pronto, tomaron ellos la delantera de nuevo: se pusieron 4-2, y redujimos diferencias a 4-3, aunque nos fuimos al descanso con 5-3. Un córner en corto generó una pérdida de balón entre Jorge y Diego Cali, que ocasionó una jugada al contragolpe en nuestra área y gol. Ese gol fue la ratificación del descalabro total. En el centro de la zaga padecimos como no había visto en mi vida en ningún equipo. Estábamos descompuestos atrás: Diego Cali gritó al entrenador: “Ya sabes que no me gusta jugar aquí, de central”. Alfredo tampoco respondía; luego vi que estaba enfermo, con un gran dolor en el pecho y en la garganta que no le dejaba respirar. Rehicimos un poco el conjunto: colocamos a Mario Calvera de central y le pedimos a él y a Alfredo que jugaron algo más estáticos y juntos, mejor posicionados, en torno al punto de penalti. Los dos ayer carecían de rapidez y de movilidad.
Hicimos varios cambios en la segunda parte. Mantuvimos a los dos centrales, y los arropamos con Alex Velilla, que luego suplió a Alfredo de central, reventado. Alfredo, esté bien o mal, siempre es un jugador admirable, que se bate y se muere en las carreras. Adelante, Miguel regresó a la banda derecha, que es su puesto natural, y Alex Fernández se situó en la izquierda. En los dos primeros minutos, nos marcaron dos goles. Y ahí se terminó el partido, prácticamente. 7-3. Adiós al sueño del triunfo. Generamos algunas ocasiones, lanzamos cinco o seis córners, fallamos tres o cuatro goles cantados (Alex Fdez, Diego Rodríguez, más oscuro de lo que en él es habitual, Jorge y Adrián), y mantuvimos algo más el equilibrio.
Globalmente, el partido fue un desastre, y no solo eso: nos ha despertado un sinfín de incógnitas. ¿Cómo vamos a arreglar el desaguisado de la defensa? ¿Bastará solo la presencia de Marcos para devolverle seguridad, confianza? El equipo tiene facilidad para el gol, o la tuvo al menos en la primera parte, pero posee un nivel físico bajísimo: se percibe en exceso que los jugadores fuman mucho, que no entrenan bien y que están huérfanos de concentración. Hasta ayer habíamos jugado con el sistema 1, 4, 2, 3 y 1, pero que parecía el ideal. Lo más positivo de ayer fue la mejoría de Alex Velilla, probablemente nuestro mejor jugador (marcó dos goles), el rendimiento de Adrián Serna, que fue capaz de aguantar todo el partido con un buen rendimiento, y con un gol, y la mejoría de Alex Fernández, que jugó su mejor partido, aunque acaba desfondado y un poco prisionero del miedo. Gayoso, pese a los siete goles, estuvo correcto. Recordaba, con desolación, que hacía mucho tiempo que no recibía siete tantos. Hace dos temporadas por lo menos.
Por ahora, por otra parte, estamos sin campo para entrenar. El Garrapinillos en breve tendrá un campo de césped natural. Y eso también lo notamos mucho porque nos falta velocidad, dominio del espacio, hábitos de defensa colectiva y un poco más de concentración.
El Pina de Ebro fue un justo vencedor. Y nuestro rendimiento estuvo muy por debajo de lo que podemos hacer. De lo que podemos y de lo que debemos hacer. *Este equipo no es el Garrapinillos, sino el San José, y la foto es de José María Ariño. Ahí, en el campo de Pina, se ven los vestuarios
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