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Antón Castro

NATALIA GINZBURG: SECRETOS DE LA CREACIÓN

NATALIA GINZBURG: SECRETOS DE LA CREACIÓN

Hoy tenemos la quinta sesión del ciclo “Escrituras de mujer”, y vamos a hablar de la escritora de Palermo, Natalia Ginzburg (1916-1991). Esta noche he repasado varios de sus libros: Las pequeñas virtudes, ensayos y recuerdos, su biografía breve y deliciosa de Antón Chejov, ambos libros publicado en Acantilado, la novela La ciudad y la casa (Debate), y uno de mis libros preferidos entre los suyos: Querido Miguel, que tradujo Carmen Martín Gaite. No he logrado encontrar (sí he encontrado la edición italiana) el que más me conmueve: Léxico familiar, que narra a su modo, escueto y por disgregación, los secretos de una familia, los secretos, el clima, las palabras, los códigos de afecto a través del lenguaje. Una de sus traductoras es Mercedes Corral, directora de La Casa del Traductor de Tarazona, a quien le tengo un enorme cariño.

 

Hace algún tiempo le hice una entrevista y hablamos de Natalia Ginzburg. Rescato estas notas, estos recuerdos de Mercedes Corral, traductora de mucha gente, Le Clezio, Primo Levi o Dino Buzzati, entre otros. Dice Mercedes:

 

-…en Italia aprendí el italiano. Descubrí un libro de Natalia Ginzburg, Léxico familiar, y me puse a traducirlo. Le escribí al editor Mario Muchnik. Me dijo que era imposible de traducir.

-Se quedaría con un palmo de narices…

-Insistí, le envié mi versión y se quedó encantado. Me contestó: “Lo publico”, pero al poco tiempo me dijo que Trieste había adquirido los derechos. Más tarde, lo reeditó Ediciones del Bronce y luego Círculo de Lectores.


-¿Qué le atrajo tanto de ese libro?

-Me identifiqué con la forma de ser de Ginzburg y con el contexto familiar del que habla. En mi casa somos 12 hermanos. Eso que ella propone acerca de la existencia de un léxico familiar que se va repitiendo, el énfasis que adquieren algunas frases, me resultó muy íntimo y reconocible. En mi casa ocurría algo semejante.


-¿Conoció a la gran escritora italiana?

-Sí, le hice una larga entrevista. Era una mujer muy difícil de entrevistar, tenía una hija paralítica y era muy silenciosa. Poseía una preciosa casa llena de libros en el Trastévere. Todo ese mundo suyo de alguna manera se esponja en ese libro que es la historia de su familia durante la época de Mussolini. Carmen Martín Gaite, que había traducido “Querido Miguel”, elogió mi labor. Su reseña fue un espaldarazo para mí.

 

En Las pequeñas virtudes (Acantilado, traducción de Celia Filipetto) encuentra esta confesión de la novelista:

“He dicho que entonces, cuando escribía lo que yo llamaba novela, era una época muy feliz para mí. En mi vida no había ocurrido nada grave, ignoraba la enfermedad, la traición, la soledad y la muerte. Nada se había venido abajo en mi vida, a no ser cosas fútiles, nada querido a mi corazón había sido arrancado. Sólo había sufrido las ociosas melancolías de la adolescencia y el contratiempo de no saber cómo escribir. Entonces era feliz de un modo pleno y tranquilo, sin miedo y sin angustia, y con una total fe en la estabilidad y en la consistencia de la felicidad del mundo. Cuando somos felices, nos sentimos más fríos, más lúcidos y distanciados de nuestra tradición”.

*Retrato de juventud de Natalia Ginzburg.

1 comentario

Sonia -

Yo descubrí hace mucho a esta escritora gracias a las traducciones que hizo de ella, la mágica Carmen Martín Gaite.

Un abrazo súper.