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Antón Castro

EL GARRAPINILLOS EMPATÓ EN EL DESCUENTO: 3-3

EL GARRAPINILLOS EMPATÓ EN EL DESCUENTO: 3-3

GARRAPINILLOS, 3-ZUERA, 3 (Tantos locales: Pirri, 2; y Mario, de penalti).

Tengo que empezar la crónica del partido Garrapinillos-Zuera casi donde dejé el del pasado domingo: el Marianistas ganó tras el último segundo, y hoy, nosotros, los rojillos del Garrapinillos, empatamos de penalti, no sé si después del último segundo, o poco antes de que se acabasen los tres minutos de descuento. El magnífico arquero zufariense le hizo penalti a Adrián Serna y Mario Calvera, de un disparo potente y esquinado, igualó un partido que se puso cuesta arriba desde el primer minuto. Poco más se llevaría, o quizá aún no se habrían cumplido los 60 segundos del choque, cuando el portero rival lanzó de puerta, desde fuera el área, Marcos falló en la recepción del balón, el delantero rival se anticipó al arquero Juan y marcó. Durante cinco o seis minutos, el Garrapinillos tomó el dominio del partido, fabricó varias ocasiones claras, pero no logró empatar.

 

El campo estaba en mal estado. Para ellos y para nosotros, pero daba la sensación de que a nosotros nos afectaba más su inestabilidad. O por lo menos nos mostramos más inestables. Antes de los diez primeros minutos, un disparo lejano del Zuera fue repelido por Juan, la defensa no acudió al rechace, el portero quizá pudiera hacer algo más para proteger su propio desvío, pero otro delantero contrario se adueñó de la indecisión y puso el marcador 0-2. Así fue como acabó el primer tiempo. El Garrapinillos quiso y no pudo: fabricó ocasiones por las bandas y por el centro, Pirri erró varios balones, igual que Jorge y Diego, y el Zuera fue tomándole aún más la medida al partido y a nuestra débil defensa hoy: contragolpeó con mucho peligro y acarició, casi tanto como nosotros, el tercer gol. Felizmente no se produjo. Estábamos poco precisos en el marcaje por los costados, había inseguridad por el centro, inseguridad, zozobra y resbalones continuos, la media no contenía el juego del adversario (no fue el mejor partido ni de Jorge ni de Diego; Mario se cansó de lanzar faltas a la olla y acarició el travesaño en una falta), pero el susto –que ya era abundante, casi mayúsculo- no fue a mayores.

 

Ajustamos algo las líneas en la segunda parte. Intentamos corregir algunos errores el marcaje y recordamos que necesitamos el balón. Que teníamos que apurar la recuperación, triangular con precisión, asociarnos en corto. Apelamos a nuestra coordenada: combate, pelea o brega; orden y talento. No nos sobraba de nada de ello. Y en la mejor jugada del partido, que inició Diego, y en la que participó casi toda la delantera, Alex Fernández centró con precisión para que Pirri marcase su tanto 16. Aún nos quedaba un mundo de fútbol. Más de 35 minutos. Cuando parecía que íbamos a igualar, el Zuera ensanchó su ventaja. Pero aún logramos reducir la diferencia al 2-3, de nuevo Pirri marcó. Ellos estuvieron a punto de sentenciar en un fallo del arquero Stalin, que sustituyó a Juan, pero su jugada acabó en el palo, algo que parecía más difícil que marcar. La suerte ahí acudió a nuestro lado, y volvió a favorecernos cuando moría el partido en forma de penalti en un lance entre Serna (que quizá arrancase en fuera de juego) y el espléndido portero, que jugó como un veterano. Fue, por otra parte, su mejor líbero, su mejor central y, si me apuran (y con ello no quiero desdeñar al conjunto contrario en absoluto ni a sus medios, que pararon a los nuestros bastante bien), su mejor centrocampista de empuje. A Mario no le tembló la pierna. Disparó a la derecha del portero, seco y duro, con la máxima superficie de empeine como exige el canon, y gol. El arquero intuyó el lugar y se tiró muy bien, pero el disparo era imposible de atajar.

 

El Garrapinillos tuvo el premio al coraje, al esfuerzo, a la convicción, cosechó el galardón a esa oscura fe de no dar el partido por perdido nunca. No se desmoronó anímicamente, aunque no brilló. La suerte, y esa constancia ciega, arregló el desaguisado. El Zuera es un equipo serio y trabajador, sólido en todas sus líneas, no se vino abajo nunca, ni siquiera cuando parecía estábamos en un tris del empate. Sus jugadores vieron que hoy teníamos un problema: la mayoría de jugadores no llevan tacos de aluminio, y el campo estaba especialmente difícil, un tanto impracticable por el centro. Y eso lo acusamos. El campo esta tarde fue el segundo adversario: tras el rival, el Zuera, el campo de San Lorenzo. El partido acabó con expulsión del arquero y con gran enojo del entrenador. Lo puedo comprender perfectamente. A nosotros nos pasó el otro día en un partido importantísimo ante el líder.

 

Nosotros no encontramos hoy el sitio de manera sostenida. Hubo destellos, buenas jugadas, combinación, pero el tono general fue más bien irregular, de un aprobado justo. Solo nos podemos sentir satisfechos, y levemente orgullosos, de la honestidad de nuestro trabajo, pero no de nuestro fútbol.

Formamos con: Juan; Alex Velilla, Alfredo, Marcos, Aitor;  Diego Rodríguez, Mario; Diogo, Jorge Rodríguez, Alex Fernández; Pirri. También jugaron el portero Stalin (que debutó y permaneció bajo el marco 25 minutos, más o menos), Jaime, Alex Navarro, Jorge David y Adrián Serna. Diogo, el interior portugués, otro (no Diego Cali, que estaba enfermo), también debutaba hoy y realizó un buen partido en el juego de ataque; por ahora le falta sentido táctico, pero su debú ha sido más que correcto.

 

El partido de hoy era el último de la primera vuelta. Creo que quedamos terceros, por detrás del Pina de Ebro, segundo, y del Marianistas, primero, holgadamente destacado. Nuestro balance podría haber sido algo mejor: hemos ganado diez partidos (ocho de ellos de manera consecutiva), hemos empatado dos y hemos perdido tres. En total llevamos 32 puntos. El próximo sábado o domingo, nos enfrentamos a La Puebla de Alfindén.

(En la foto de archivo de José Antonio Melendo, Mario Calvera, el capitán, lanza una falta ante el Marianistas).

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