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Antón Castro

ENRIQUE VILA-MATAS: LO RARO ES VIVIR

ENRIQUE VILA-MATAS: LO RARO ES VIVIR

Hace algunos años, cuando vivía entre el Maestrazgo y Zaragoza tras muchos años de vida rural, firmaba una sección literaria en El Periódico de Aragón. Se llamaba ‘Cruzando el desierto’, que fue una idea de Rafael Fernández Ordóñez que aceptó de buen grado Nacho Iraburu, jefe entonces de la sección de Cultura. Acabo de encontrarme con este artículo sobre Enrique Vila-Matas, probablemente uno de los escritores de los que más he escrito y a los que más he presentado en mi vida. Hablo de un libro suyo que me encantó: Desde la ciudad nerviosa. Aquí conversa con el narrador Paul Auster. La foto está en su magnífica página web.

LO RARO ES VIVIR

 

Valery Larbaud decía lo fundamental de la vida, para él, eran los viajes, los libros y los amigos. Enrique Vila--Matas, convertido ya en un autor esencial de las letras españolas, debe pensar lo mismo. Cada vez que va a Nueva York, Chicago, las Azores o Lisboa, piensa en sus amigos y les envía una postal que redacta a mano con un rotulador negro. Esta misma semana me ha llegado una de Nantes con "un pasaje histórico del surrealismo. A cien metros se suicidó con opio el bartleby Jacques Vashé", dice. A Enrique también le encanta que le manden postales y las amontona en su casa en una torre que ya levanta casi un metro desde el suelo. Las ciudades le entusiasman, y lo que más le gusta es descubrir donde fumó su último cigarrillo Bruno Schulz, los lugares por los cuales paseó Robert Walser antes de ser internado y fenecer sobre la nieve o visitar el bar Alcool, cuyo nombre fue tomado de un poema del suicida portugués Mario de Sá--Carneiro. En sus aventuras, a Vila--Matas siempre le ocurren cosas extraordinarias con esos personajes o parajes que ha visto en los libros. Si existe alguien enfermo de literatura es él: le ocurre como a Juan Ramón Jiménez. Desde su lentitud intranquila, respira para convertir su vida en literatura.

         Su ciudad del alma es desde luego Barcelona. Y en ella, a través de las páginas de El país, ejerce de cronista inusual: sus textos no se alejan demasiado de la materia inventada de sus novelas y relatos. Son una prolongación o el cuaderno de bosquejos. Es como si llevase un mundo dentro tan potente que el de afuera --las calles, los mercados, las presentaciones o las visitas-- sólo le sirviese como complemento, fragmento del paisaje o telón de fondo.

         Aún así, armado con la paradoja y la ironía y una prosa tersa, escribe crónicas de actualidad que parecen relatos: convierte en cuento la estancia de Mariano Gistaín en Barcelona para la presentación de La mala conciencia, y recuerda las frases que le dedica David Trueba: Gistaín es "un autista inteligente" y "un escritor que no se parece absolutamente a nadie". Narra un viaje con el maño y forofo del Zaragoza Ignacio Martínez de Pisón por carreteras secundarias que resulta un apéndice delirante del guión de su película. Hace memoria de los futbolistas que ha conocido y se detiene en Pardeza (y en Samitier, Valverde, Guardiola y Zubizarreta). El futbolista quería hablar de la nueva narrativa española y el escritor de las diversas formas del regate, e incluso alecciona al zaragocista. Al final, hastiado, dice Pardeza: "Perdona, pero yo no soy Van Basten". El libro del que les hablo es Desde la ciudad nerviosa (Alfaguara, 2000).

         Vila--Matas ha recogido no sólo sus crónicas, sino un reportaje de la relación entre literatura y cine, a través de La noche de Antonioni, de Sostiene Pereira de Faenza y del actor Marcello Mastroianni; narra en un texto frondoso y muy borgiano, lleno de erudición y de ingenio, las lecturas y hallazgos y respuestas de su último éxito literario, Bartleby y compañía. Y también, en una cuarta parte, hay cabida para sus autores favoritos, desde Hemingway a Walser, pasando por Millás, Juan Villoro, Poe, Piglia y el arte del cuento, Teixeira de Pascoaes, emparentado con Carmen Miranda, o Marguerite Duras, de la que fue inquilina durante algún tiempo.

         El libro tiene esa unidad de imaginación, lucidez y delirio que le da Vila--Matas a todo lo que toca. Mezcla erudición de gran lector, encuentros y esas cosas extrañas que sólo le suceden a él (hace entrevistas inventadas a Marlon Brando o a Patricia Highsmith, en las que hay revelaciones escabrosas, y no ocurre nada) y nos la cuenta, desde esa Madame Bovary de las letras que es Barcelona.

 

 

 

1 comentario

Ricardo Fernández Moyano -

Estimado Antón me encanta tu artículo y me ha traído a la memoria un poema que escribí hace algún tiempo titulado "Supervivencia" que pertenece a mi libro "Transparencias" y aquí te transcribo.

Un abrazo.

SUPERVIVENCIA

Lo raro, lo increíble, es existir.

Vivimos angustiados en el lodo,
intentando descifrar mensajes
que nos ayuden a sobrevivir,
y sólo encontramos piedras
que se agitan como el viento
en un baile frenético, interminable,
de pasos perdidos en la tarde.

Lo raro, lo increíble, es existir.