Blogia
Antón Castro

UN POEMA DE LUIS ARTIGUE

UN POEMA DE LUIS ARTIGUE

 

El escritor Luis Artigue me envía uno de sus poemas.

 

 

POESÍA DE AVENTURAS  

             

 

Ninguna ciudad muere de manera creíble. De hecho

buena cuenta del  éxito del poder, de la vida

y del amor eterno

da asomarse a las ruinas un imperio.

Y por eso aquí juntos en otro lugar atmosférico como peregrinos de lo propio,

envuelto el descubrimiento del pasado de Atenas en la certeza infinita de la luz de

septiembre

el sol tiene rango de agregado de cultura-,

llevando emoción por ropa

y celebrando este transitar conjunto por el suelo de baldosas de la esperanza…

¡Como un pájaro equívoco que trenza la luz en canto, el poema!

Refundamos lo sido.

Las pagadas dificultades de aquellos que se exceden en pasión

revolotean ante mis ojos

en esta ciudad transida en la que guerrean a muerte pretérito y presente;

en esta ciudad en la que grito lo que  a ti te escribí un día:

¡venir a verte

es como venir al mundo!

 

Igual que quien sabe y olvida que afeitarse insistentemente es luchar contra el tiempo

me adentro contigo en lo que queda del puzzle apoteósico

del Partenon.

Y pienso en el instante de vida que gracias al amor prevalece

este amor como rayo que no cesa porque entiende que la esperanza

está siempre

en el día después-.

Y al punto comprendo que somos también esto:

piedras luminosas como el carretón de frutas de tu sonrisa al verlas;

piedras que regalan

aquello a lo que remiten.

 

Miro las palpitantes piezas en nuestro aniversario con recargadas ganas de que se repita

todo,

asido a las locas fibras de mi configuración mental,

asido a lo sido y lo que deviene

aunque al final tú y yo mucho tendremos de vino griego que se resume

en el ardor

de los posos.

Los momentos.

Las ruinas

que no son sino la mala letra del paso del tiempo.

La identidad repleta de referentes y locuciones transversales.

Y entender que de la exaltación al poema dista más que un gran torrente léxico.

Y anotar esto ahora, aquí, hoy

después de alguna guerra y tantos años

porque has llenado mi vida de piedras, y de luz, y alegría;

porque escribo con los ojos cerrados como al envolver por vez primera el rostro

en tu pelo.

Las huellas.

La habitación de trofeos del corazón, y, dentro,

una máquina de engendrar metáforas calóricas…

 

Y el amor erigido como una atracción

 

que establece

 

la distancia perfecta.

 

 

Luis Artigue

web oficial de escritor: www.luisartigue.es

0 comentarios