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Antón Castro

BEATRIZ GIMENO, DE 'LA LUZ QUE MÁS ME LLAMA'

BEATRIZ GIMENO, DE 'LA LUZ QUE MÁS ME LLAMA'

BEATRIZ GIMENO

 

 

 

¡Qué tarde negra la que estoy viviendo!

Llueve.

El tiempo se sume despacio en la tormenta.

Deseo insatisfecho de una mujer que no me pertenece.

Certeza del desastre.

No hay silencio ni calma en esta tarde

ni paz que permita que me duerma.

El viento golpea con furia los cristales.

 

En el borde mismo del abismo me revuelvo

y comprendo que todo está perdido, terminado,

mi tiempo con ella está acabado.

Es ahora, cuando atisbo el final,

el desastre que yo misma he provocado,

cuando por fin me calmo satisfecha.

Nada me pertenece,

no hay nada por hacer ni por vivir.

puedo dejarme arrastrar por la corriente,

Y descanso, al fin descanso.

 

 

 

Arrancaré la tierra a dentelladas para llegar a ti.

Esperaré.

Dejaré que el sol salga mil veces

y que otras mil se ponga,

que los días destierren la juventud que queda,

que el tiempo me haga vieja

-también tú te harás vieja-

Esperaré mil años, te seguiré de lejos,

recorreré tu calle, me instalaré en tu acera,

esperaré que salgas y me veas,

recogeré tu odio si me odias, tu desprecio,

sobreviviré a tu indiferencia.

(Mientras tú me ignoras yo trabajo

para hacer mío el mundo en el que habitas)

Te vi y te amé, ¿qué más puedo decir?

Esperaré, te dije, y así ha sido.

Aun estoy aquí, siempre, esperando.

 

 

 

A estas alturas de mi vida,

cuando ya cien amantes pasaron por mi cama,

sin aplacar mi ansia ni mi urgencia,

ha tenido que ser este pequeño cuerpo tuyo,

tan parecido al mío,

tan alejado de aquel que yo soñara

el que enroscara las horas en los días,

el que fijara mi tiempo y lo parara.

Después de tanto tiempo, sólo a ti te lo he dicho

y quiero que lo entiendas,

no tengo yo costumbre, ni palabras

sólo la pasta  dura de este silencio hosco.

Ahora, lee en mi mano si te busca,

lee en mi celo cuando tiemblo

lee en lo que callo y no te digo,

en lo que aprendo.

Y tú, amor, dame lo único que busco:

ese pequeño cuerpo tuyo

y enróscalo en mi miedo

 

Acuéstate mi amor,

deja que pase el tiempo,

que el viento suene,

que todos los pasos se alejen de nosotras.

Deja que se preocupen los sonidos

por nuestro oscuro silencio.

Deja que la calle sea la calle,

que los hombres se afanen,

que la tarde se acabe bruscamente.

Deja que las mujeres hablen de nosotras,

que las nubes descarguen,

que caiga la tormenta.

Túmbate aquí a mi lado,

esfuérzate y trabaja,

y convénceme de que soy

la única razón de tu existencia.

 

*Hace unas semanas, Olifante, el sello de Trinidad Ruiz-Marcellán y Marcelo Reyes que cumple ahora 30 años, publicaba el poemario ‘La luz que más me llama’. Este viernes se presenta en Madrid en la librería El Bandido. Y el día 28 en la Biblioteca de Aragón de Zaragoza. Esta nota la añade Olifante en la promoción del volumen, del que reproduzco este poema.

 

“La luz que más me llama” sea, probablemente el deseo. El deseo de una mujer por otras mujeres. El deseo y su correlato, el amor y, por tanto también, el desamor y el agotamiento de ese mismo deseo. Se trata de una poesía estilísticamente sencilla, clásica en su concepción, muy atenta a la musicalidad del verso y la palabra.


Una poesía que en ninguno de sus versos se aleja de la pasión.

Pasión erótica y amorosa, sí, pero que, una vez abordada la intimidad del alma, se encuentra con las otras pasiones humanas inevitables en toda sensibilidad. El miedo, la soledad, el sentimiento trágico de la vida, el paso del tiempo. No hay en este poemario una sola línea que no refleje dolor. El sentimiento que tiene el lector, al leer estos versos es de angustia, de que no hay resquicio para la alegría y, sin embargo, a pesar de todo, se siente la fuerza de la vida.

Es hora de que existiera una poesía que se dirija claramente al amor entre mujeres, sin tapujos, sin disimulos, sin extrañeza, sin hacerse a sí misma preguntas más allá de las preguntas que se hace cualquiera que ame y que desee Beatriz Gimeno.

*La foto es de Anna Morozova.

 

 

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