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Antón Castro

JOSÉ LUIS GRACIA MOSTEO: UNA CITA HOY EN LA FNAC

JOSÉ LUIS GRACIA MOSTEO: UNA CITA HOY EN LA FNAC

Esta tarde, a las 20.00 horas, en la FNAC, José Luis Gracia Mosteo presenta dos nuevos libros: el poemario erótico ‘Blues de los bajos fondos’, con el que ganó el I Premio Internacional de Poesía José Verón, y la reedición de su novela ‘La saga de los Pirineos’, editada por vez primera en 1999. El primer libro está dedicado a José Luis Melero Rivas y es un viaje en 24 poemas, a ritmo de blues, sobre el mundo de las putas y los proxenetas, y nace de los viajes y visitas del escritor de Calatorao a lupanares, garitos, clubs de alterne. El libro tiene algo de reportaje muy narrativo y tiene algo de volumen de la épica del desgarro cotidiano y de la supervivencia. ‘La saga de los Pirineos’ está dedicada a Luis Alberto de Cuenca y cuenta la historia de un éxodo del campo a la ciudad y la historia de un hombre: Martín Abarca, que será juzgado por asesinato.

Éste es uno de los poemas de ‘Blues de los bajos fondos’, un poemario que tiene un precio inusual, tres euros. El volumen se inspira en la realidad, en personajes que ha conocido Gracia Mosteo y alterna la miseria, la desesperación, la ironía, una cierta ternura y la sátira. También hay un diálogo con la poesía erótica de otros autores: desde Kavafis, Gil de Biedma, César Vallejo u Oscar Wilde, entre otros. la foto es de Sam Haskins.

 

 

POR QUÉ NANCY TASIGUANO APALEÓ

 A UN CLIENTE

 

Su culo caribeño causaba sensación

entre los camioneros: un culo con tres hijos

y un negro en Costa Rica; así que diez o doce

clientes cada día en aquel club de la 2,

ya sabe, la Autovía de Madrid-Barcelona,

no era exactamente un sacrificio para ella

sino una carga digna: mantener a los suyos.

Cuando desayunaba, se comía dos huevos

con bacon y un café, además de un cubata

y un porro de maría que le ponía el chichi

como una pera de agua, los de la GCT

 lo habían comprobado, ellos ya conocían

la piel de esa mulata que cantaba boleros

en las mañanas frescas y saludaba riendo,

por eso no aceptaban que hubiera apiolado

a aquel plumilla incauto haciendo un reportaje

sobre los bares esos de carretera y putas.

 “Cuatro costillas rotas y un moratón de Cristo

y Señor en el cóccix”, diagnosticó un cliente

 que resultó ser médico. ¡A la calle con ella!,

añadió el propietario, ¡que folle en otro sitio!

 Nancy no dejó escapar una maldita lágrima:

subió a la habitación, cogió las fotos mustias

de sus hijos y el lápiz de labios, y bajó

cuando estaba arrancando la ambulancia. ¿Seguro

 que no te ha hecho nada raro?, dijo el pitufo,

¿no te habrá amenazado, se obstinó, para que hagas

algo sucio? Fue cuando pensó en Carlitos, en James,

en su negro, en Édison bebito; cuando dijo:

¡El muy hijo de puta: me paga un especial

 y sólo quiere hablar! ¡Hijo de mala madre!

¡A una profesional! ¿Pero ustedes son hombres,

papafritas chingados? Causaba sensación

lejos de sus tres hijos y de su negro en paro.

 

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