RAÚL GAY Y LEONARD COHEN
LEONARD COHEN: AUTOBOMBO
Por Raúl GAY
La primera vez que escuché a Leonard Cohen fue en una película, El tiempo de la felicidad. Una de las hijas estaba obsesionada con una canción suya, Bird on the wire, y no se soltaba de uno de sus LPs, Songs of Love and Hate.
Esto fue en verano de 1997; en septiembre me compré un recopilatorio suyo. Allí estaban incluidas todas las grandes canciones de su primera etapa: Suzanne, Sisters of Mercy, So long Marianne, Who by fire?... Durante meses recorrí una y otra vez la tienda de discos Linacero para compar aquel álbum de la película. Pero allí no aparecía la canción. Encontré otros recopilatorios, más centrados en sus últimos años. Por fin, un día me compré un disco en directo. Me costó 3.000 pesetas, una barbaridad para mi economía de aquel tiempo. Es de los pocos discos de mi adolescencia que todavía me acompañan.
Con el paso del tiempo, descubrí que sus discos de 1988 y 1993 eran soberbios, a pesar de haber cambiado la guitarra por el sintetizador. Antes de tener una conexión decente a internet ya paseaba con frecuencia por Leonard Cohen files, la web más completa sobre el artista. Allí descubrí con horror que había actuado en Zaragoza años atrás, y que no tenía planes de volver a la carretera. Internet me proporcionó también la posibilidad de descargarme directos suyos en diferentes momentos de su carrera. El fondo es perfecto: sigo sin entender por qué no los han editado de forma apropiada.
En 2001 publicó un nuevo álbum. Las fotografías mostraban a un Leonard Cohen delgado y canoso; también con una mirada llena de paz. Era un hombre de vuelta de todo, en el mejor sentido de la expresión. Ten new songs es un mal disco. Apenas un par de canciones soportan varias escuchan. Eran simplemente, diez canciones nuevas.
Un nefasto 23 de abril, la página web me dio una alegría. Había un disco y una gira en el horizonte. Lo tuve claro: si actuaba en Europa, iría a uno de sus conciertos.
Dear Heather resultó ser un álbum muy sólido. La voz era más grave que nunca y los arreglos no parecían música de feria.
En cuanto a la gira, tuve la oportunidad de verlo en Benicássim. Lo conté aquí hace algo más de un año.
Ayer vino a Zaragoza. Gracias a mi trabajo y a la generosidad de mis compañeros y jefes (cambios de turno, cobertura de temas en los que no trabajo...) pude entrevistar a su guitarrista. Se llama Javier Más, y es de Zaragoza. El tipo tiene unos cincuenta años y lleva toda la vida tocando para otros: Labordeta, La Bullonera, María del Mar Bonet...
En 2006 dirigió un disco tributo a Leonard Cohen. Poco después recibía una llamada suya, invitándole a acompañarle en su gira. Desde hace 18 meses toca la bandurria en su banda.
Aunque parezca increíble, es el principal instrumento. Las introducciones a las canciones son soberbias y arrancan los aplausos del público. En Europa y Estados Unidos se le ve como un exótico que se ha colado en la banda y su nombre aparece en todas las críticas que se escriben. Al principio del concierto, Cohen se arrodilla ate él; los medios de comunicació sólopueden grabar el primer tema, así que su fotografía aparece en numerosas ocasiones.
Después de entrevistarle, llegó el esperado momento. 3 horas y cuarto de bellas canciones, arreglos precisos y creativos y una banda que suena a la perfección, sin una mala nota o una entrada a destiempo.
Pero el problema de ser tan fan (y de tener el Live in London que grabó en esta misma gira) es que conocía a la perfección el orden de canciones. La sorpresa quedaba descartada. Aun así, fue un concierto inolvidable.
Pero quizá lo mejor -y, supongo, el fin de esta historia- ha llegado esta mañana.
A las 11 de la mañana he entrado en el hotel Palafox y he tenido la siguiente conversación con la recepcionista:
-Buenos días, mi nombre es Raúl y querría hacerme una fotografía con Leonard Cohen. ¿Ha abandonado ya el hotel?
-No, saldrá en una media hora. Pero no puede esperar aquí.
-Gracias, esperaré fuera.
Treinta minutos de nervios, frío y sudores después ha aparecido Javier Más. Nos hemos saludado, he elogiado su trabajo en el concierto y me ha preguntado por la pieza que ayer grabó Aragón TV. Salió en el informativo al tiempo que él comenzaba tocar los primeros acordes.
Su cara lo decía todo. He prometido enviársela por correo electrónico. Después, le he dicho que hoy venía como fan y que me gustaría hacerme una fotografía con Leonard Cohen.
-Tengo que comprar unas cosas. Cuando vuelva lo intento.
Al poco ha salido el artista. Hablando en inglés -y controlando mis nervios a flor de piel-, le he expresado mi deseo. Se ha mostrado muy amble y complaciente. De nuevo, he elogiado su trabajo y su "golden voice"; se ha reído y me ha dado las gracias muchas veces. Tiene razón Javier Más: Cohen es una persona cálida y humilde.
El encuentro ha durado lo justo para hacernos la foto y despedirnos. Él ha subido al autobús, y yo he esperado al guitarrista, para que me diese su email. Cohen, al ver que el autobús estaba vacío, ha vuelto a bajar, se me ha acercado y ha iniciado una conversación casual. Hemos hablado de mi inglés, de mi trabajo, de su gira, de Javier Más... Repito: un hombre amable. Tiene una voz calmada y profunda, cuesta imaginarle gritando o nervioso.
Entonces ha aparecido la mánager del hotel y Cohen ha hecho lo propio con ella. Ha firmado un par de discos (el mío incluido, el directo que compré el siglo pasado) y se ha quedado con mi nombre. Cuando ha vuelto Javier Más, le ha pedido que se hiciera una foto conmigo, pero él le ha cortado.
-Ya conozo a Raúl.
La cara del guitarrista era digna de ver.
Nos hemos deseado suerte y nos hemos despedido. Él ha partido hacia otra ciudad, yo he recorrido la mía con una sonrisa que no cabía en la acera.
*Conocí a Raúl Gay en un máster de periodismo de Heraldo de Aragón. Desde entonces, su carrera ha ido creciendo día a día. Ayer, con Teresa Lázaro en la realización y Juan de operador de cámara, grabamos a Javier Mas: él tres preguntas para informativos y yo algunas más para ‘Borradores’. Raúl es un apasionado de la cultura: de la cultura, de la música, de la literatura, y esta mañana ha logrado un sueño: hacerse una foto con Leonard Cohen, que ofreció un concierto maravilloso. En el diálogo, nos acompañaron Merche Julián y Chema Fernández, de Antípodas, y un par de amables empleadas del hotel Palafox. En su espléndido blog
- http://viajeroaitaca.blogspot.com/-
Raúl Gay cuenta esta bella historia.
Enhorabuena Raúl. Eres un crack.
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