Ayer por la mañana, di un pequeño paseo por la vieja Zaragoza de José Luis Cano, acompañado por Teresa Lázaro, realizadora de ‘Borradores’, y con el operador de cámara Jorge. Empezamos en el Arco del Deán, salimos a la calle Pabostría, donde conoció José Luis a un pintor de brocha gorda que cantaba rancheras, y luego nos fuimos hacia su desaparecida casa en la calle San Braulio. Era una casa modernista que tenía una juguetería en el fondo. Desde el tercer piso, que en realidad era el quinto, veía la colmena de pardos tejados de la zona. Luego nos fuimos al río: José Luis Cano fue remero desde los 16 hasta los 20 años, y entrenaba todos los días lectivos, y tenía una jornada de especial intensidad los sábados por la mañana. Muchos de sus compañeros fueron campeones de España. Subimos y bajamos en el ascensor del río y nos asomamos al muelle del Ebrobús. Cano tiene una relación de amor y odio con la ciudad, mucho más amor que odio; le dijo a Belloch que ya que por "ser un chico malo le habían hecho hijo predilecto de Zaragoza", por coherencia y fidelidad y gratitud seguirá siendo un chico malo. Zaragoza y Aragón y los personajes aragoneses han ocupado el grueso de su producción literaria y visual. Ahora ha finalizado un ‘Picassín’.
Estaba una mañana preciosa: Teresa comentó que le había encantado el concierto de Amaral, estuvo con su hijo Malick en el del miércoles, y que había sucedido algo muy curioso: Javier Mas subió a tocar un tema, Javier Mas, el bandurrista de Leonard Cohen. ‘Borradores’ ofrece una entrevista con él el domingo once dentro de un monográfico dedicado a Zaragoza.
Después, entramos a ver la exposición de Pepe Cerdá, que se inaugura el día 9. Es una muestra espectacular, sin lugar a dudas la más impresionante de Pepe. Está dividida en cinco partes muy claras: tíovivos y bodegones; las gasolineras, en particular la gasolinera de Villamayor; un conjunto de paisajes de grandes formatos; los retratos ecuestres o los hombres de Garrapinillos en sus tractores, en un claro guiño a la pintura costumbrista, y una colección de retratos de allegados e íntimos de Félix: Pepe Bofarull, Pepe Melero, José Manuel Pérez Latorre, Félix Romeo, Jerónimo Ors, Ramón Justes, los rumanos que le han hecho una casa, la joven que le pone el café todos los días, el historiador José Luis Ona, etc. La exposición llamará mucho la atención: el punto de vista, por lo regular, es siempre de abajo arriba, y hay piezas espléndidas de pintor que intenta contar historias, que intentar aproximarse a la realidad a través de la mancha, del churrute, del fogonazo de color y los reflejos. Es una exposición vistosa, preciosista, con espléndidos nocturnos y algún que otro eco a David Hockney, especialmente en un retrato de Pepe Bofarull.
A Pepe Cerdá lo emociona pensar que más de treinta años atrás descubrió la pintura en la Lonja viendo los cuadros de Francisco Marín Bagüés.
*En la foto, Pepe Cerdá y José Luis Melero, al que retrata en uno de los obras más grandes del conjunto de retratos ante la Biblioteca Espasa. Esta foto pertenece a José Antonio Melendo. La exposición se inaugura el día 9. El catálogo, entre otros textos, lleva artículos de Rafael Fernández-Ordóñez y de Fernando Castro Flórez, un gran admirador de Pepe como pintor y como escritor y pensador desde el arte.
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