VARA: LECTURA DE JUAN MANUEL DE PRADA
JOSÉ ALEJANDRO VARA /ABC.es
La entrevista es género en desuso si nos ceñimos al ámbito de los periódicos de papel. Quizás no tanto en los medios audiovisuales. Aunque reconozcamos que ha perdido parte de su esplendor. Principalmente, porque apenas quedan ya grandes entrevistadores. Tan sólo sobreviven anodinos junta-preguntas o inquisidores impertinentes. Será por eso que la entrevista no goza de buena prensa. «El que trabaja no es el que cobra», se dice en el oficio. «El periodista se aprovecha del surco que traza otro». Por ello, leer una buena entrevista es un ejercicio casi inalcanzable. Son rarísimos los artesanos de esta especialidad. Los virtuosos en esta ya rara materia. El peruano Jaime Bayly, por mencionar alguno, es una abrumadora excepción, tan audaz, tan desmesuradamente brillante.
Juan Manuel de Prada transitó con enorme acierto este particular territorio entre 1996 y 1999, en las páginas de Blanco y Negro y ABC Cultural. «Penúltimas resistencias» (Ed. Xordica) es el delicado volumen que ahora recoge una magnífica muestra de sus incursiones en este apartado periodístico. Tenía por entonces entre 25 y 28 años. Sabido es que Prada es un gran escritor. Domina como pocos el uso del lenguaje y tiene una personalidad literaria fuera de lo común. Es novelista deslumbrante, orador brioso y tertuliano único. Su prosa es un oasis entre tanto analfabetismo petulante y paleto. Pero además (para quien lo ignore o no lo recuerde) ha sido, también, un entrevistador de lujo. No es sencillo enfrentarse a Cela, a Francisco Rico, a Saramago o a Fernán Gómez y salir gloriosamente vivo del intento. Las entrevistas de Prada son un prodigio de mesura y talento. No puede haber un buen entrevistado (por más genio que sea el personaje) si no hay un entrevistador que le ayude a levantar el vuelo. Prada pregunta bien y repregunta mejor. Perfila con agudeza al personaje. Lo fija en su entorno físico y sicológico con la destreza de un consumado lidiador. Gimferrer: «Cuando camina, tiene un aire fúnebre, como de catafalco vertical». Luis Alberto de Cuenca: «Nos recibe con una sonrisa de niño zangolotino, como si lo hubiésemos pillado en mitad de una travesura». Francisco Rico: «Es flaco, como adelgazado por las erudiciones». Anson: «Tiene andares un poco palmípedos, la mirada párvula o intrigante, las facciones de niño póstumo o viejo prematuro...»
Una extravagancia
Entrevistas respetuosas, suaves, cordiales, sin abonarse al servilismo alfombril tan frecuente. Sabe con quién está hablando y de lo que está hablando. Toda una extravagancia en estos tiempos. Se desenvuelve entre una humildad afectuosa y un respeto casi acolchado. Viejos trucos de joven escritor para sacar lo más vivo y sincero de su «pieza».
Leer estas entrevistas de Juan Manuel es reencontrarse con un periodismo lamentablemente arrinconado.
*Chusé Raúl Usón, editor de Xordica, envía el enlace de esta reseña de José Alejandro Vara del libro ‘Penúltimas resistencias’ de Juan Manuel de Prada, que se presentó ayer en Madrid. La nota es un poco desmesurada por el tono y por el desdén hacia los restantes entrevistadores, pero el libro es valioso, como dice Java, y se lee con auténtico placer. Esta foto marítima es de Fulvio Roiter.
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