ÁNGEL CENARRO: UNA ENTREVISTA
De entrada, tu libro 'Los niños del Auxilio Social' (Espasa), parece una prolongación del anterior: ‘La sonrisa de Falange’…
Es una especie de continuación lógica o natural, para entrar en terrenos que no abordaba el anterior. En "La sonrisa de Falange" intenté dar a conocer los orígenes y la evolución en los años cuarenta del Auxilio Social de Falange, la principal institución asistencial del régimen de Franco. Estudié el contexto en el que surgió, a sus creadores (dos falangistas de Valladolid, Mercedes Sanz Bachiller y Javier Martínez de Bedoya), los proyectos que diseñó el equipo de profesionales que les rodeaban, así como sus avatares a lo largo de la guerra y en la posguerra.
Creo que conseguí alcanzar esos objetivos que me había marcado, pero la investigación con fuentes primarias (de archivo y de hemeroteca) presentaba unos límites muy claros. Era imposible, o muy difícil, atisbar cuál era la realidad en el interior de los hogares infantiles, cómo fue vivida o percibida por los pequeños, y de qué manera había marcado sus vidas. Por lo tanto, recurrir a las fuentes orales era clave para indagar en estos aspectos, más desconocidos si cabe, de la institución asistencial falangista.
-¿Qué pasó tras la aparición del anterior? Creo que recibiste cartas, manuscritos…
Afortunadamente el libro tuvo cierto eco entre las personas que habían pasado por esta experiencia en su infancia. Todas se mostraron muy dispuestas a contarme su experiencia. La primera persona a la que entrevisté la conocí en una presentación que hice del libro en el barrio de Torrero. Luego llegaron las cartas. Una anónima, fechada en Huesca, y otra, muy larga, casi unas memorias, de un abogado madrileño. Él se brindaba a contarme su historia y además, me puso en contacto con otras personas que también habían pasado por Auxilio Social. Por último, una mujer catalana estaba intentando localizar a antiguas compañeras de Hogar a través de anuncios en la prensa y una periodista de TVE de Cataluña decidió hacer un pequeño documental sobre esta experiencia de búsqueda y reconstrucción del pasado. También contactaron conmigo creyendo que podría darles pistas para encontrar a sus compañeras. En realidad, fue ella la que me acabó proporcionando un testimonio interesantísimo.
-¿En qué consistía el Auxilio Social exactamente? Recuerdas en el libro que sigue el modelo alemán del Auxilio de Invierno y que nace por primera vez el 30.10.1936…
En octubre de 1936 dos falangistas de Valladolid, conectados con las antiguas JONS (ya fusionadas con Falange desde 1934), ponen en marcha un proyecto asistencial que pretendía imitar a la Winterhilfe nazi. De hecho, uno de ellos, Javier Martínez de Bedoya había pasado una larga temporada en Alemania, cursando estudios, y allí le había impactado enormemente la parafernalia de tipo fascista que acompañaba a esta obra, dedicada a repartir comidas y ropa de abrigo a los desfavorecidos en invierno después de haber hecho una recaudación voluntaria (en teoría, obligatoria en la práctica) entre la población alemana (de esta forma también se les implicaba en la "comunidad nacional" que se pretendía crear, de acuerdo con los ideales fascistas).
Martínez de Bedoya y Sanz Bachiller se inspiraron en este modelo nazi, y hasta copiaron su nombre. Le llamaron Auxilio de Invierno y al principio quedó bajo el control de la Sección Femenina de Pilar Primo de Rivera. Se inauguró el 30 de octubre de 1936, cuando se abrió el primer comedor infantil en Valladolid. Al principio, fue concebida como una obra temporal, limitada a la coyuntura bélica, y su principal cometido fue repartir comidas en frío, organizar comedores y asistir a los refugiados de guerra. Colaboraron en el retorno de los niños evacuados al extranjero o en las colonias infantiles republicanas. También, lógicamente, repartir comidas a la población hambrienta a medida que el ejército de Franco iba ocupando territorios de la República, algo que tenía un gran impacto desde el punto de vista de la propaganda.
Pero a medida que pasaba el tiempo los máximos responsables y su equipo asesor vieron la conveniencia de que se convirtiera en una "obra permanente". Así, en mayo de 1937 se independizó de la SF y pasó a ser una Delegación Nacional falangista más, llamada ahora de Auxilio Social. Después de la guerra, en 1940, un decreto la sometió al control del estado, a través del Ministerio de la Gobernación, y el equipo de falangistas de Sanz Bachiller fue cesado y sustituido por otras personas con un perfil más moderado: el abogado Manuel Martínez de Tena, Delegado Nacional, y la periodista y escritora Carmen de Icaza, Secretaria Nacional. Ambos dirigirían la institución hasta 1957.
-¿Cómo estaba organizado y que presencia tuvo en Aragón?
Estaba organizado de forma muy jerárquica. En cada provincia había delegaciones provinciales, que dependían de la nacional. También estaba estructurado en varias secciones. La más importante fue la Obra Nacional Sindicalista para la Madre y el Niño (inspirada en la Opera Nazionale per la Maternità ed Infanzia de la Italia fascista), de la que dependía toda la red de hogares. Estos acogían a los niños según su edad: había hogares cuna, hogares infantiles, hogares escolares y hasta hogares de aprendizaje y universitarios. Éstos últimos, ambos en Madrid, eran el Hogar Ciudad Universitaria (para chicos) y el Hogar María de Molina (para chicas).
En Aragón, aparte de varios comedores en localidades diversas, existieron varios hogares: el Hogar Escolar José Antonio, en Zaragoza; El Hogar Marina Moreno de La Almunia, para niñas, y el Hogar de Lapuyade, también en Zaragoza, que gestionaban las monjas de la orden de María Inmaculada para el Servicio Doméstico.
Explícanos el concepto de niños de la guerra, niños perdidos del franquismo y niños del Auxilio Social.
"Niños de la guerra" es un concepto generacional, que alude a las personas que vivieron la guerra siendo niños y experimentaron en propia carne los efectos de este ejemplo de "guerra total" : masacres en la retaguardia, bombardeos, evacuaciones y restricciones económicas y, por lo tanto, hambre y privaciones. También quedaron expuestos a la propaganda, la ideologización a través de las organizaciones infantiles (como los pioneros, en el bando republicano) o la Iglesia católica, y la enseñanza, también imbuida de los discursos propios de la guerra.
Los "niños perdidos del franquismo" fue un concepto que difundieron Ricard Vinyes, Montse Armengou y Ricard Belis en su documental (luego libro) del mismo título, y alude a los niños que por ser hijos de republicanos padecieron la separación forzosa de sus padres (encarcelados) bien para ser entregados en adopción a personas afines al régimen, bien para entrar en los colegios que gestionaba el Patronato de Nuestra señora de la Merced, encargado de atender a las familias de los presos políticos.
Los "niños del Auxilio Social" es una especie de categoría que caló muy hondo en la memoria colectiva de la posguerra, que identificaba a los niños que necesitaban recurrir a la beneficencia para salir adelante como consecuencia de la miseria generada por la autarquía. Por supuesto, entre estos niños había también muchos hijos de republicanos, sobre todo los que entraron entre 1939 y 1940.
También hablas de dos conceptos "hijos de rojos" e "hijos de la miseria" ¿Cómo eran tratados, en qué medida tenían que pagar las 'culpas' de los padres?
Lo curioso de esta institución es que prodigó un trato muy similar a unos y a otros. El trato en realidad era un "maltrato": insultos, humillaciones, palizas, castigos arbitrarios, privación de comida y de agua... Los relatos son terribles desde este punto de vista y demuestran que el abuso era sistemático. Podríamos pensar que estos abusos estaban dirigidos a los "hijos de los rojos" como una fórmula para continuar con el castigo que se había impuesto a sus padres, pero los testimonios recopilados demuestran que los "hijos de la miseria" (así denomino a los niños que entraron por razones de precariedad económica familiar en los años cuarenta) recibieron un trato muy similar.
Esto me puso sobre la pista de cómo funcionó durante el franquismo el trato a los excluidos sociales: no sólo la exclusión se incrementó, como consecuencia de la autarquía, ni tan sólo se mantuvo el viejo sistema disciplinar, típico de la beneficencia tradicional -que ellos decían querer combatir- sino que se les castigaba con métodos y fines muy similares a los que se estaban aplicando a los "vencidos" en la guerra. La exclusión, su gestión y su control quedaron así profundamente politizadas. Los pobres o procedentes de hogares maltrechos por el hambre o la enfermedad, identificados simbólicamente con los "rojos". Consideraban que a unos y a otros debían ser controlados, castigados y reeducados.
Háblanos de la disciplina, de la atmósfera marcial, de la obsesión religiosa, de la reconquista de las almas rojas.
La obsesión religiosa fue tremenda. La presencia de asesores religiosos en Auxilio Social (Pedro Cantero Cuadrado fue Asesor Nacional desde 1940) garantizaba la presencia de contenidos católicos en la educación, en las consignas, y en la organización de la vida cotidiana, a base de rezos, misas, ejercicios espirituales. Tan sólo en 1940 fueron bautizados en las instituciones que dependían de Auxilio Social más de 24.000 niños. Las comuniones eran ceremonias que se difundían en la prensa como una forma más de exhibir que se reconquistaba a los más pequeños.
Y si la religión estaba en manos de estos curas asesores (los había en todas las provincias), la disciplina de tipo paramilitar estaba en manos de los instructores de Falange. El trato que prodigaba a los niños era brutal y el momento de la instrucción uno de los más duros de cada día. Casi todos tienen recuerdos muy dolorosos sobre las marchas, las siestas bajo el sol implacable del verano, obligados a permanecer inmóviles durante horas; o las flexiones inacabables como castigo; o las palizas por no haber marchado correctamente. También solían vestir con uniforme de Falange para salir a pasear por el pueblo o para visitar a sus padres encarcelados.
¿Quiénes fueron Mercedes Sanz Bachiller y Javier Martínez de Bedoya?
Mercedes Sanz Bachiller era la viuda de Onésimo Redondo, uno de los fundadores de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) que fue, a su vez, uno de los primeros núcleos fascistas de la España de los años treinta. Onésimo murió en julio de 1936, mientras combatía en los alrededores de Valladolid contra los republicanos. Sanz Bachiller, que entonces tenía 24 años, ocupó temporalmente el cargo de jefa (jefe, según la terminología de la época) territorial de Valladolid.
En el verano de 1936 se reencontró con su viejo amigo y camarada Javier Martínez de Bedoya, también jonsista y recién llegado de Alemania. Juntos decidieron poner en marcha este proyecto asistencial. Contraerían matrimonio en 1939, algo que supuso un fuerte varapalo para la memoria de Onésimo Redondo y que a Mercedes no le perdonaron fácilmente los falangistas. Por pertenecer a ese falangismo "de primera hora", con unos componentes más radicales que el de José Antonio Primo de Rivera, y muy distinto del falangismo de posguerra (lleno de conservadores de la CEDA y oportunistas, fueron progresivamente marginados de la vida pública. Un ejemplo fue el trato que se dio a ambos, que terminaron dimitiendo por la fuerza en 1939 (Bedoya), por un enfrentamiento con Serrano Suñer, y en 1940 (Sanz Bachiller), por la afrenta de Pilar Primo de Rivera.
¿Qué hacía una escritora como Carmen de Icaza en este universo?
Entró a petición de Sanz Bachiller porque era una mujer culta y que sabía idiomas, algo importante cuando se preveían varios viajes al extranjero (Alemania e Italia) para imitar sus sistemas asistenciales. También se movía en el círculo de amistades de Serrano Suñer. Pero lo que no suele decirse es que esta mujer, como colaboradora de ABC, Ya y Blanco y Negro, ya había escrito muchos artículos sobre la asistencia a mujeres y niños antes de la guerra civil, lo que mostraba su preocupación por este tema (fue uno de los grandes temas del período de entreguerras) y su reflexión sobre la necesidad de profesionalizar este ámbito. Carmen de Icaza contribuyó así al debate sobre la transición a un modelo asistencia menos dependiente de la "caridad cristiana" y la buena voluntad de las mujeres de la alta sociedad, y con mayor presencia de médicos, enfermeras y personal especializado. Así fue también, al menos al principio, el Auxilio Social.
¿Por qué el Auxilio Social estaba tan mal viso por Falange y también por la Iglesia Católica, al menos en algunos de sus aspectos?
Una de las paradojas de esta historia es que Auxilio Social puso la cara amable del régimen de Franco y constituyó una de las señas de identidad de Falange, pero buena parte de esos falangistas conectados con el entorno de José Antonio, o antiguos conservadores, procuraron marginar a los jonsistas y controlar el Auxilio Social, como plataforma de proyección pública que era para aquéllos. En el trasfondo había una historia de rivalidad y de competencia por ocupar espacios de poder en la dictadura.
En cuanto a la Iglesia, no es cierto que mirase con malos ojos al Auxilio Social. Eso sí, esta institución tuvo que dejar claras sus credenciales católicas ya en el año 1937 y demostrar que su doctrina y sus realizaciones eran perfectamente compatibles con las de la Iglesia. Lo que hay desde este momento es colaboración: los asesores nacionales de cuestiones morales y religiosas controlaron la vida cotidiana en los hogares. Cantero Cuadrado explicaba en uno de sus libros que la Iglesia debía estar muy contenta tras la guerra civil, porque gracias a la guerra sus grandes enemigos (el liberalismo y el marxismo) habían sido erradicados de España, y porque además las masas, antes alejadas de la Iglesia, volvían a acercarse a ella al asistir a los comedores de Auxilio Social. Es decir, la Iglesia ya no tenía que esforzarse para "reconquistar a las masas", porque esas "masas" estaban ya a su disposición en los centros asistenciales falangistas.
¿Cómo son esos testimonios orales que has introducido?
Son en general muy emotivos porque se centran ante todo en la historia personal, en la historia familiar que llevó a estos pequeños a entrar en Auxilio Social. Casi todos coinciden en disociar la vida del hogar del régimen -muy pocos la ven como el producto de una dictadura que maltrató a los vencidos y que ellos, incluso si no procedían de familias republicanas, formaban parte, simbólicamente, de este colectivo.
De los entrevistados, la mitad procedían de familias republicanas, la otra mitad de familias maltratadas por la miseria de la posguerra o las enfermedades, y de esta forma considero que he podido acceder a una muestra bastante representativa del perfil de niños que vivieron en Auxilio Social.
También reflejan trayectorias vitales muy intensas, porque muchos de ellos están en la actualidad intentando reconstruir y dar sentido a esta etapa de sus vidas.
¿Cuál es la importancia de Carlos Giménez y su serie de 'Paracuellos'?
La serie de cómics Paracuellos ha sido todo un ejercicio de "memoria" porque las historias que se cuentan en ellos están basadas en las experiencias que él mismo y sus compañeros pasaron en éste y otros hogares madrileños. Por lo tanto, desde este punto de vista, es una fuente primordial para conocer cómo era la vida dentro de los hogares. Pero, además, y su lectura por parte de otros "niños de Auxilio Social" ha generado una rápida identificación con los personajes. Ha contribuido así a crear algo parecido a una "memoria colectiva" de los niños de Auxilio Social.
Qué es lo que más te ha conmovido de estas historiasŠ, que a menudo parecen de terror o inverosímiles.
Que lo más duro para ellos no era el hambre, ni la sed, ni las palizas, sino estar alejados de sus madres. Es en este momento de la entrevista en el que la mayoría se venían abajo. También me ha conmovido la enorme generosidad de estas personas, quienes, a pesar de estar sumidos en un régimen de maltrato sistemático, eran capaces de ver y apreciar enormemente gestos aislados de cariño o confianza.
Y, sobre todo, la enorme vitalidad de estas personas en la actualidad, implicadas, muchas de ellas, en la recuperación de su propio pasado buscando a compañeras, yendo a los archivos, leyendo libros de historia... Dos de las niñas entrevistadas, una de ellas de Zaragoza, fueron pioneras en lo que hoy llamaríamos el movimiento de "recuperación de la memoria histórica", intentando devolver a sus padres, fusilados o expoliados, la dignidad que les arrebató la dictadura.
*Esta tarde, a las 19.30, en el fórum de la FNAC de Plaza de España, la historiadora Ángela Cenarro, profesora titular de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, formada en Londres y en Nueva York, presenta su nuevo libro: ‘Los niños del Auxilio Social’ (Espasa).
10 comentarios
Emilio Álvarez Ramallo -
emilioalvarezllo@gmail.com
Emilio Álvarez Ramallo -
Francisco Luis Medina -
Juan Carlos Pérez -
victor garcia torres -
Yo estube en el hogar san Jaime del auxilio social de Barcelona durante 2 años y mi hermana en un centro en la av. Montserrat 4 años ahora tengo 61 años
y aun tengo presente la brutal vivencia
me gustaria ponerme en contacto con alguna persona que hubiera pasado por este centro
y por descontado puede contar conmigo para cualquier cosa que necesite al respesto
cordialmente
rosendo -
rosendo -
Yo estuve en el Hogar escolar San Jaime de Barcelona y posteriormente en un Colegio Menor de Juventudes de Tarragona. Esto hace que conozca perfectamente toda esta mecánica y que me haya sentido identificado y a gusto leyendo este reportaje. Un saludo y gracias.
Fe López -
Santiago Hervas -
cateto hogar rey don jaime -
Opino que lo mejor del Auxilio Social en los años 1965-1973, tipo Residencia Universitaria, fue preferentemente para enchufados del Régimen, familias no pudientes pero con influencia en la dictadura los estudiantes hijos de los republicanos eran comparsas rotacionales justificantes de la Obra.
Se tardó todavía mucho en transformar un cuartel como el Saboya de Leganés en Universidad de todos.