CEBRIÁN Y SALDAÑA, EN LA CAMPANA
Esta noche, a las 22 horas y dentro del Ciclo Poesía para Perdidos, que programa La Campana de los Perdidos, leerán poemas Juan Luis Saldaña, músico, locutor y poeta, y el escritor Enrique Cebrián Zazurca, acompañados en la parte musical por Luis & Friends. Les he pedido a ambos que me manden un par de textos y aquí están. Esta foto es de Eric Mertens.
DOS POEMAS
DE JUAN LUIS SALDAÑA
Últimas voluntades
Los fotomatones de mi ciudad
están conectados entre sí
una foto en las Delicias
puede llevarte a Anselmo Clavé.
Los fotomatones de mi ciudad
te roban el alma
en cada disparo y
tienen cortinas azules que no tapan mucho.
Los fotomatones de mi ciudad
van desapareciendo. Un hombre
se los lleva a una nave
industrial de Cadrete.
Allí malviven junto a microondas
frigoríficos y viejos aspiradores
que ya no son útiles a nadie.
Los fotomatones de mi ciudad
son espejos de papel, cuevas
donde besarse, escondrijos para
momentos de fiesta. Son
salas de estar de aeropuertos,
soledad y nostalgia de nada.
Si muero en esta ciudad, por favor,
empujad al mar mi barca
y a mí dejadme muerto,
durante un fin de semana
dentro de un fotomatón.
Eternamente en pijama
“Árbol, piedra, viento, flor, son mis cuatro vecinos, nadie cruza mi puerta y mi calle está sola. Hoy vuelven las golondrinas del año anterior. No creo más que en su amistad”. Ting Yu. Siglo XVIII. Mi Casa
Son dos personas las que me lo han dicho,
los chinos se pasean en pijama por la calle
eso les da un estatus más alto
porque pueden permitirse un pijama.
Eternamente en pijama, como cantaba Pablo
Milanés a Yolanda, eternamente en pijama.
Ése es el destino de la humanidad
desinhibirse o, mejor aún, como en China,
no haber estado nunca inhibida.
DOS POEMAS MÍOS
ENRIQUE CEBRIÁN ZARZURCA
PERPLEJO
Quizás a estas alturas
debería
tener escrita ya alguna poética.
Detallar
y poner a la vista de todos
mis principios, mi estilo,
mi forma de entender la poesía.
Y sin embargo aquí, a las dos
de la mañana, bajo la luz de un flexo,
con un café con leche y en silencio,
interrogando al mundo y a su herida salada.
Con la sola certeza de tus ojos.
NOCHE DEL MES DE JULIO
Yo también estoy ahora sentado
frente a la ventana abierta.
Es julio por la noche
y el calor se derrama en las antenas
como una perra enferma, como el líquido
acre de las bisuterías.
La vida, ciertamente,
no es como la esperábamos.
O quizá sólo sea lo que siempre supimos:
la lucha del deseo frente al miedo.
Cruzar unas montañas, huir
–de madrugada y con lo puesto–
hasta un país de labios
con sabor a tus besos,
a la sombra del tiempo,
donde la noche enseña su cúpula dorada.
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Enrique -