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Antón Castro

ALFABIA: LIBROS DE CASI TODO*

ALFABIA: LIBROS DE CASI TODO*

 

 Por Daniel GASCÓN. Traductor, para Alfabia, de Junot Díaz y William Faulkner

Hola, buenas tardes. Me hace ilusión estar aquí, en esta estupenda librería, presentando a la editorial Alfabia con Paco Goyanes y Diana Zaforteza. Es un motivo de alegría, porque creo que cada editorial que surge nos hace un poco más felices y un poco más libres a todos. Aunque, por otra parte, los que estáis aquí ya conocéis la editorial. Así que para mí es más bien una especie de fiesta, una forma de reconocer el trabajo bien hecho. Y tiene algo todavía más especial, porque Diana vivió en Zaragoza cuando era niña, y porque, aunque he hecho dos traducciones para Alfabia, yo aún no la conocía.

            Alfabia lleva poco más de un año en marcha, pero se ha hecho un hueco en las librerías y en los lectores. Si fuera un equipo de fútbol, tendría una alineación envidiable: Pierre Michon, Anna Banti, Lord Dunsany, Bulgákov, William Faulkner, Cristina Fernández Cubas (a la que esta librería concedió un premio el año pasado), Enrique Vila-Matas, José Carlos Llop, Villalonga, Szymborska... Tiene libros de autores de literaturas y países muy diferentes, que escriben de formas muy distintas, pero a los que emparenta su calidad. (Es decir, si fuera un equipo de fútbol, se echaría en falta a un fajador que recuperase balones: todos son jugadores más bien exquisitos.) Por una parte, hay autores clásicos, como Lord Dunsany, que admiraba Borges; o Traven, del que ha escrito el propio Vila-Matas. A veces, publica textos poco conocidos de esos autores: es el caso, por ejemplo, de Notas en los puños. Iván Vasilíevich de Mijaíl Bulgákov, que estaban inéditos en castellano y son un conjunto de relatos y una pieza teatral que constituyen un paseo por la Guerra Civil rusa (con conflictos que nos resultan muy cercanos, como las luchas en el Caúcaso), por la literatura de ese país (con homenajes y cameos de Tolstói, Chéjov o Pushkin), y una sátira mordaz y temprana de la estupidez burocrática del totalitarismo comunista.

Otros libros son de autores contemporáneos que ya son clásicos, como el de Pierre Michon: Mitologías de invierno. El emperador de occidente (que ha sido elegido por Babelia como uno de los libros del año) es un germen de muchas cosas que Michon ha hecho después. Si te gusta un autor, también te apetece leer esos libros menos conocidos que ofrecen claves de su obra. Eso pasa un poco con Lecturas no obligatorias, de Szymborska, donde hace reseñas de libros de jardinería o de vidas de científicos, y elabora interpretaciones muy personales: por ejemplo, estudia el Poema de Mio Cid pensando que quien lo escribió era un Balzac de su tiempo, al que lo que le preocupaba era el dinero que las guerras eran caras y debían ser rentables. Y, si por ejemplo no has leído a Michon, el libro de Alfabia es una forma ideal de entrar en su universo. Pero, además de esos autores consagrados, Alfabia publica a autores mucho más jóvenes, como Junot Díaz o Menéndez Salmón. Así que no solo apuesta por los consagrados y los clásicos modernos, sino también por los vivos, por los que escriben ahora. De forma parecida, me gusta que Alfabia haya apostado por la literatura digital, y que sus libros en papel estén bien hechos: tienen una letra agradable, y se pueden abrir mucho.

También me interesan las relaciones de Alfabia con el arte y con la música. Han publicado Popism de Andy Warhol y Pat Hacket, y Artemisia, la novela de Anna Banti sobre la vida de la pintora italiana Artemisia Gentileschi. Y me gustó mucho el libro de Palabras, poemas y recuerdos de Leonard Cohen que ha editado Alberto Manzano: Cohen habla de sus dibujos, de su relación con las pastillas y el alcohol, del amor y las mujeres, y se pasea por las Ramblas. Yo lo leí justo antes de ir al concierto que dio en el Príncipe Felipe. Diana también va a publicar The Raven, el texto que Lou Reed escribió inspirándose en el poema de Edgar Allan Poe El cuervo. Con esta mezcla, y a base de buenos libros, Alfabia ha conseguido construir un imaginario: ahora puedes ver un libro y pensar: este podría ser un libro de Alfabia. Está muy bien, además, que los medios hayan visto eso muy rápido, y que hayan prestado atención a la editorial.

Otra de las cosas que me gustan de Alfabia son sus Cuadernos. Son sencillos y hermosos, tienen el tamaño de un Moleskine y también algo de picoteo de autores como Llop, Vila-Matas, Fernández Cubas o Menéndez Salmón. Ellos dicen que son como golosinas culturales, que me parece una buena definición: además, no solo pueden servir como aperitivo o picoteo, sino también como cata, para descubrir autores sabrosos o escritores indigestos. Y, por otra parte, me gusta que los autores escriban esos libros breves, como hacen muchas veces los franceses, se parece a los músicos que sacan unas pocas canciones.

Lo primero que traduje para Alfabia fue, precisamente, uno de esos cuadernos. Aunque yo no lo sabía. Primero me llamó Diana y me preguntó si me apetecía traducir Mosquitos, la segunda novela de William Faulkner, que yo había leído hacía tiempo. Inmediatamente le dije que sí, y luego estuve preocupado porque Faulkner es un autor bastante difícil. Entre otras, porque escribía borracho. Me preguntaba si uno también tiene que traducirlo borracho. Entonces Diana me preguntó si me apetecía traducir unos cuentos de Junot Díaz que habían aparecido en el New Yorker. Junot Díaz es un escritor estadounidense de origen dominicano, que ganó el Premio Pulitzer en 2008 por La maravillosa vida breve de Oscar Wao. Lo que yo prefiero de su obra son sus cuentos. Algunos de ellos habían salido en inglés en un libro titulado Drown, que significa Ahogado, y que en español dos traductores diferentes han llamado Los boys. Leí los cuentos y me gustaron mucho y también le dije que sí, claro, y entonces empezaron a entrarme sudores fríos. Al leer en inglés la novela de Junot Díaz unos meses antes, el que más pena me había dado no era el desdichado Oscar Wao, que se pasaba cientos de páginas intentando echar un polvo, sino el traductor que tendría que enfrentarse a ese texto, porque Díaz escribe con muchas palabras de jerga en inglés y muchas palabras en español. Pero yo creo que, en buena parte por las sugerencias de Iván Barreto, que también trabaja en Alfabia, y por las de Pippi Tetley, que me soporta a mí, el libro quedó bien: Nilda. El sol, la luna, las estrellas y Otravida, Otra vez tiene tres relatos: en el primero, Junot habla de una chica que era, como él, una freak en el colegio. Los dos eran aficionados a los comics y marginados en la clase. Pero cuando empezó la adolescencia la chica empezó a estar buenísima y el hermano de Junot, que era guapo y fuerte, se dio cuenta. El planteamiento me parece bueno, pero después mejora, cuando el hermano enferma. Y además, es un texto muy autobiográfico, basado en la vida de Junot, que tenía un hermano que murió de leucemia. El segundo cuento, El sol, la luna, las estrellas (elegido entre los mejores relatos del año 99 en Estados Unidos) es la historia de un chico que espera arreglar su relación de pareja en unas vacaciones en Santo Domingo, y prefigura el mundo de La maravillosa vida breve de Oscar Wao. Esos dos relatos tienen las virtudes que conocíamos de Díaz: el humor, la melancolía, la capacidad de contar la vida de la familia, la pareja y el barrio. Y el tercero, Otravida, otravez, tiene algo más, porque es un cuento inesperado: la protagonista es una mujer, una inmigrante que trabaja en la lavandería de un hospital, y, por una parte cuenta la experiencia de establecerse en Estados Unidos, y, por otra, una historia de amor contada de forma cotidiana, soterrada y hermosa.

Mosquitos va a salir dentro de muy poco. Es, como he dicho, la segunda novela de Faulkner, y un libro aparentemente muy poco faulkneriano. Habla de un grupo de bohemios de Nueva Orleáns, que van a pasar unos días en el yate de una rica. Los personajes pasan esos días emborrachándose, ligando, hablando del sentido de la vida y del arte. Es una novela divertida, con personajes adolescentes que a veces hacen pensar en los de Scott Figzgerald, y con mucha influencia de autores como Eliot. Faulkner estaba a solo dos años de escribir El ruido y la furia, y en Mosquitos se ve la ambición y esa transición hacia un gran escritor. Además, tiene un interés morboso: en su momento se leyó como una novela en clave, y uno de los que se ofendió fue el mentor de Faulkner, Sherwood Anderson, que se reconoció en uno de los personajes, un escritor que bebe mucho y hace bromas pesadas a sus compañeros de viaje. La traducción que va a publicar Alfabia será la versión completa, sin los cortes que habían eliminado algunas escenas subidas de tono.

En las dos traducciones he tenido una experiencia bastante infrecuente: la gente de la editorial ha estado muy pendiente del trabajo, han planteado dudas y propuesto soluciones: siempre con un entusiasmo contagioso.

Antes he empezado hablando de la alineación de un equipo de fútbol, y Alfabia se llama así por los jardines de Alfabia en Mallorca. Creo que una editorial también se parece a una casa, como se dice en inglés y en francés. Es una casa que se va llenando de habitaciones diferentes. En una habitación de la casa de Alfabia se ve Szymborska, leyendo libros sobre animales domésticos. En otra, Leonard Cohen dice que lo que de verdad le gusta es dibujar a mujeres desnudas y Enrique Vila-Matas está en el baño, mirándose al espejo y gritando una y otra vez que no es Auster. En un salón algo decadente está Llorenç Villalonga. En la bodega, Pierre Michon acompaña al inventor de la espeleología. Son cuartos muy distintos, que comparten el aire de familia de las buenas historias, y que invitan y emocionan a los curiosos que de vez en cuando paseamos por la casa. Muchas gracias.

 

*Ayer, en la librería Cálamo, el escritor y traductor Daniel Gascón presentó el sello Alfabia. Su editora, Diana Zaforteza, hija del José Zaforteza, que dirigió Eléctricas Reunidas de Zaragoza, vivió hasta los nueve años en Zaragoza. En la foto, un retrato de Lord Dunsany, cuyos derechos pertenecen a Morrall-Hoole Studios, 1919.

 

 

 

 

1 comentario

Blanca -

Mi más sincera enhorabuena Antón, tienes que estar muy orgulloso por tu hijo. ;)