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Antón Castro

RODIN, POR VICENTE ALMAZÁN

RODIN, POR VICENTE ALMAZÁN

De cuando en cuando, salgo a la calle Alfonso y voy hasta el fondo. Me gusta esa suerte de museo a la intemperie donde se han instalado ‘Los  burgueses de Calais’ de uno de mis escultores preferidos: Rodin. Parecen vivos. Parecen, en medio de la derrota y del desgarro, temblar, interpretar el papel real de su dolor y de sus escasas esperanzas. Son piezas grandes que muestran el arrebato del gesto, la expresión más vívida, la humanidad invulnerable. Al fondo, recortado sobre una pieza de Pablo Serrano, se alza ‘El pensador’: ese hombre que iba camino del infierno y se quedó así, no exánime sino reflexivo, ardiendo en la llama interior del pensamiento. El hombre que piensa por todos. El hombre que sufre y piensa por todos hasta hallar la luz y el tuétano del entendimiento.

 

El fotógrafo Vicente Almazán también anda por allí de cuando en cuando. Alzó sus ojos, fijó su objetivo y disparó, con esta precisión. Con esta nitidez.

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