SERGIO VILA-SANJUÁN, NOVELISTA
El pasado miércoles, Josep Massot, el gran Pepe Massot, traductor, editor, periodista y autor de una de las series más bellas de la prensa española en los últimos años, ‘Vidas contadas’, entrevistaba a Sergio Vila-Sanjuán, escritor y periodista, coordinador de exposiciones y del suplemento ‘Culturas’ de La Vanguardia. Vila-Sanjuán es un incansable trabajador, afable y entusiasta, y acaba de debutar como novelista con ‘Una heredera de Barcelona’, un libro que ha merecido una atenta lectura y elogios de Carlos Ruiz-Zafón y de Arturo Pérez-Reverte, entre otros. Copio la entrevista de la red, y aquí la cuelgo. Por cariño y admiración a Sergio, a Pepe, a Barcelona y a la narrativa. El libro lo publica el sello Destino, que dirigen Emili Rosales y Silvia Sesé. “LA BARCELONA DE LOS AÑOS 20 PARECÍA CHICAGO” Por Josep MASSOT / La Vanguardia Sergio Vila-Sanjuán ha dado el salto del periodismo a la novela con un libro que, antes de ser publicado, ha creado una gran expectación: la editorial Destino pasó a los libreros una edición en pruebas de Una heredera de Barcelona y, al detectar la acogida entusiasta, decidió ampliar su primera edición a 15.000 ejemplares. "Será el libro sorpresa de Sant Jordi", decía ayer satisfecho el editor, Emili Rosales. El libro es un fresco histórico de la Barcelona de principios del siglo XX, cuando sus calles parecían Chicago, Primo de Rivera preparaba su golpe de Estado y toda una clase social, la antigua nobleza catalana, se encaminaba, sin saberlo, con elegancia, hacia su extinción. No sé si puede desvelar al lector si se trata de novela histórica o de historia novelada. Una heredera de Barcelona es una combinación de crónica familiar, novela histórica y crónica urbana. Empecé investigando las vivencias de mi abuelo Pablo durante los años 10 y 20 del siglo pasado. En un cierto punto llegué a la conclusión de que sería más atractivo novelar todo el material que había acumulado. Su prólogo ¿es un recurso literario (el manuscrito hallado del Quijote) o encierra alguna verdad? Las dos cosas. Es una introducción literaria a un material que en parte es de imaginación y en parte es muy real. Varios de los personajes y de los hechos narrados, a la vez son y no son. En esto la técnica que he empleado es en algunos puntos deudora de la de Cercas en Soldados de Salamina, un libro clave sobre el uso novelístico de la historia.
¿Puede detallar al lector quién fue su abuelo?
Mi abuelo fue un personaje con muchos intereses. Fue periodista, abogado y político, y llegó a ser secretario personal del presidente del gobierno Eduardo Dato, un demócrata cristiano avant la lettre autor de una importante legislación social, que fue asesinado por los anarquistas. El atentado puso fin a cierta forma de entender el conservadurismo, basada en el diálogo. Una parte de los conservadores se decantó hacia la acción militar y otra parte del anarquismo, al asesinato duro y puro. Fue el triunfo de los radicalismos de ambos lados. Mi abuelo era a la vez un católico convencido, un liberal-conservador y un monárquico activo, a quien Alfonso XIII nombró Gentilhombre de Cámara. Pero el personaje de mi novela es y no es mi abuelo. Mi abuelo se llamaba Pablo Vila San Juan y el protagonista, Pablo Vilar.
El imaginario narrativo catalán, con alguna excepción como la de Vilallonga, ha polarizado dos Barcelonas, la burguesa y la anarquista. En su libro emerge el punto de vista monárquico y aparecen algunos personajes de la nobleza, la medieval, la de los Austria y la de los Borbones, ¿qué papel tenían estas aristocracias en la época en que enmarca su libro? ¿Cómo se llevó, desde su españolismo, con la burguesía de la Lliga?
El mundo de la nobleza catalana de los años 10 y 20 tuvo mucho peso social, aunque ha quedado relativamente olvidado; por eso me parecía interesante rescatarlo. Formaba un círculo activo y elegante, aunque por supuesto elitista, que se reunía y daba fiestas en sus residencias, la mayoría de las cuales han desaparecido, aunque quedan reminiscencias hoy de uso público como el Laberint d´Horta (de los Desvalls) o la escuela Eina (de los Sentmenat). Este círculo se activaba sobre todo cuando el rey venía a Barcelona, y de hecho impulsó y financió la construcción del palacio de Pedralbes para que Alfonso XIII pasara más tiempo en Catalunya. Es un mundo bastante gatopardesco, porque su proyecto político y su cohesión de grupo se hundieron con la República y ya nunca volvió a ser lo que era. A mí me gusta mucho cierta literatura británica y americana sobre las élites, con ese tono a la vez distante y cariñoso, a lo Edith Wharton o Evelyn Waugh en Retorno a Brideshead.
Se ha documentado sobre la época, y su protagonista pasa del glamur a las cuevas de Montjuïc, una verdadera corte de los milagros a la manera de Victor Hugo. ¿Cómo era aquella Barcelona de los pistoleros, 30 atentados al día y la ley de fugas de Martínez Anido?
He intentado contrastar la memoria de los círculos aristocráticos con la de otra cultura de la época, la anarquista, no sólo en su vertiente política sino también utópica. Se trata de una cultura alternativa y hasta cierto punto prehippy, que cultivaba el pacifismo, el vegetarianismo, el nudismo o el espiritismo, y que prefigura los movimientos alternativos de los años 60. Y junto a estos dos mundos, presento una ciudad que entre los años 1919 y 1923, los llamados años del pistolerismo, era una ciudad invivible, marcada por la violencia diaria y que parecía Chicago. Todo el mundo tenía el miedo en el cuerpo y un gran testigo de aquella época, Joaquim Maria de Nadal, cuenta que hasta los hombres más pacíficos, de comunión diaria, iban con el revólver en el bolsillo.
Es una Barcelona muy distinta al Madrid de Valle-Inclán. Hay menos señorito crápula, menos rosario y menos poder.
La diferencia entre la Barcelona y el Madrid de fines del XIX y principios del XX es el gran crecimiento industrial de la capital catalana, que crea mucha riqueza y a la vez unas desigualdades sociales que la convierten en una olla a presión. La Barcelona de los años 20 era la capital europea del anarquismo y el laboratorio donde se cuecen todos los problemas que estallarán con la Guerra Civil española. El epílogo, en el que algunos personajes se reencuentran en julio de 1936, intenta reflejar este carácter premonitorio de los años del pistolerismo.
Hay un personaje femenino que recuerda casi literalmente a Isabel Llorach, creadora con Carlos Soldevila del Conferentia Club. ¿Qué le interesaba del personaje?
Isabel Enrich está lejanamente inspirada en Isabel Llorach, pero en mi novela es un personaje de imaginación, muy diferente del real. Me interesaba la figura de una heredera joven porque en el contexto de los años 20 representa a una mujer verdaderamente libre, que gracias a su dinero puede hacer lo que le da la gana. Y ella es consciente de que el dinero no debe ser un fin, sino un medio para hacer otras cosas. Si hay una moraleja en el libro es que las personas están por encima de las ideologías. A mi abuelo en julio de 1936 lo salvó el aviso de un anarquista al que había defendido como abogado.
La entrevista también puede leerse aquí: www.lavanguardia.es/cultura. He utilizado varias fotos: una de Sergio Vila-Sanjuán, la he tomado de aquí http://www.vilanova.cat/img/img_39346173_1.jpg; otra de la Barcelona de los años 30 y una famosa y extraordinaria de Catalá Roca, que formó parte de aquella exposición Madrid-Barcelona, y que está tomada en la Gran Vía.
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