JORDI PUNTÍ Y XAVIER MISERACHS
Ayer hablé un instante, para ‘Borradores’, con Jordi Puntí, que acaba de publicar la novela ‘Maletas perdidas’, la historia de un hombre, Gabriel Delacruz, cuya vida recomponen los cuatro hijos que ha tenido con cuatro mujeres de Francfort, París, Londres y Barcelona, todos de nombres Cristófol o Cristóbal, en sus respectivas lenguas. El libro nació de una experiencia de mudanzas: conoció a un grupo de camioneros que le contaron su existencia, su vida nómada. Puntí reconstruye, además, una historia de amistad, con otro camionero, Bundó, y establece, a través de una compleja y elaborada trama, una novela sobre los secretos de familia, sobre las segundas oportunidades, sobre el olvido y acerca de la densidad de las historias.
Puntí me decía que había encontrado un álbum de los años 60 de Xavier Miserachs, cuyas fotos le habían marcado mucho. Una de ellas, bien podría haber sido esta de 1962. Parece aludir casi al título de su novela, ‘Maletas perdidas’, publicada por Salamandra y presentada ayer, en Los Portadores de Sueños, por dos de sus mejores amigos: Ignacio Martínez de Pisón e Ismael Grasa. Puntí, que me pareció un escritor muy sensato y talentoso, también habló de sus dos primeros libros: ‘Piel de Armadillo’, más literario, de cuentos más cerrados según el canon clásico del relato, y ‘Animales tristes’, más elaborados y más libres, más próximos al universo novelesco de ‘Maletas perdidas’.
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