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Antón Castro

CUATRO POEMAS DE JUAN ANTONIO TELLO

El escritor y traductor Juan Antonio Tello acaba de publicar un nuevo poemario, ‘Cuando fui naufragio’, en Prensas Universitarias de Zaragoza, en la colección ‘La gruta de las palabras’. Le pido algunos poemas y me envía estos cuatro de un libro muy personal, marino y alegórico.

 

 

Aquél

que zarpó de regreso a casa

y supo de la curvatura de la tierra

desde el puesto solitario del vigía,

que abandonó su hallazgo y proclamó sus pérdidas

descansando entre bestias en la frontera de lo erráneo,

que eclosionó miradas sobre plumón de monstruos

y constató que la ausencia es invención,

aquél, el de entonces, bastardo entre bastardos, un bebedor de horas,

ensayó con su vuelo el nombre inconcluso de los senderos.

 

 

No amaina el viento

sobre las velas

ni hay más amarra que la mirada

en la nave negra,

firme el timón hacia lo ancho

para embocar,

navegación, todo ritual,

cuando tu boca borra los puertos

de despedidas,

vino y entrañas en copa de oro

para el bandido o el forastero,

sed bienvenidos,

banquete y dioses para brindar

por las verdades,

festín de hígados y corazón,

sangre del padre,

mezclad las lenguas y que hable el sueño,

dice el elogio de la tormenta,

canta el prodigio de la palabra

con voz de océano,

cuánto vagamos entre la bruma,

en el sendero botín de aves

que perseguíamos,

a duras penas navega el tiempo

en nuestro interior,

ya no hay retorno hacia uno mismo

sino la muerte de yo en el otro,

regreso a aquél

a quien impulsan los huracanes

desde el principio

a un mar tan grande que ni los pájaros

lo recorrieron,

que anduvo errante lejos de casa

dejando tierra

donde los perros siempre ladraron.

 

 

Cierra los ojos

y que te cubra el sueño con su hojarasca,

el desgarro del tiempo y sus palabras,

no es destino ser yo sino aquél de nosotros

al que ya liberó Calipso con su abrazo,

calzado de indecible para roca y escollo

donde muchos murieron, y en otros sobreviven,

cuerpo atado a naufragio, mirada a tempestad.

 

 

Nazco en fiestas del instante como un insensato

forastero a verdad, un huésped de los mendigos,

errante cuando fui naufragio

y demón de belleza me arrojaba a tus brazos,

a tu danza desnuda, un despojo de velos,

de hombres y ciudades, de nombres y mentiras

por las que conocemos, por ellas que conozco

y regreso al enemigo de bosque, verbo y trazo,

mortal como el lenguaje que mata en nave negra.

 

Cuando fui naufragio. Juan Antonio Tello. PUZ: ‘La gruta de las palabras’. Zaragoza, 2010. (Todas las fotos son de un extraordinario fotógrafo como Jacques Henri Lartigue, admirado por Richard Avedon).

1 comentario

lucia -

Este poemario me gusta mucho "cuando fui naufragio" enhorabuena