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Antón Castro

MI PRIMER RECUERDO

MI PADRE, EL VIAJE Y EL MIEDO

 

Mi primer recuerdo:

Voy con mi padre en su bicicleta.

Es una tarde apacible y sin llovizna.

Oigo el rumoroso cantar de los bosques

y noto la agitación de su corazón.

Tengo miedo en las curvas y en los baches

a caerme en la cuneta. Y a la vez  estoy

feliz: agárrate fuerte, agárrate a mí,

agárrate bien que llegamos pronto,

dice mi padre. A lo lejos se ve el mar.

El viento peina las retamas y tumba

la maleza con la fuerza de un oleaje.

 

Luego todo es confuso. Y doloroso.

La casa de mi abuelo me pareció

gigantesca, un caserón con huerto,

 jardín, dos establos y un hórreo.

De golpe, oigo voces, discusiones,

Percibo una furia inaudita. Rabia.

Aquel hombre no puede ser mi abuelo.

Me echo a llorar. Me abrazo a mi padre.

Nadie me consuela. Y los gritos se elevan

por los aires, más allá de la chimenea,

con el estruendo de un vendaval.

 

No tardamos en irnos. Yo aún no sabía

qué era el pánico: aquella noche pensé

que mi abuelo quería matar a mi padre,

que mi padre quería matar a mi abuelo.

Me abracé a él con un temblor animal.

Todo era oscuridad: el débil faro

alumbraba el final de la pesadilla.

Volvíamos a casa. Jamás podría olvidar

mi primer viaje. Aquel día borroso

en que mi padre me llevó en bicicleta.

Aquella noche en que noté cómo

le temblaban la piel y la sangre.

Mi primer recuerdo.

 

De ‘El paseo en bicibleta’. Borradores y notas para un libro futuro. La fotografía es de Elliott Erwitt.

5 comentarios

gustavo peaguda perez -

esta es la foto que preside mi estudio en mi casa de santiago de compostela.

Paloma -

...Y la bicicleta que tiene la magia de llevarnos y traernos en ese viaje, y de hacernos sentir la sangre del otro. Espero que no tengamos que esperar demasiado para la publicación de todos los textos.

Joaquin -

La foto es muy evocadora, sí, pero el poema lo es mucho más.

Hay palabras fetiches del autor: "bosques", "oleaje", "mar" y "faro". Incluse "golpe".

Hay varias figuras literarias muy poderosas. Una, cuando el hórreo nos anticipa fonéticamente el horror de la pelea entre el padre y el abuelo. Otra, cuando los gritos de esa pelea se elevan por la chimenea. Y otra cuando el faro alumbra el final de la pesadilla.

Y hay además una historia contada (con su introducción, su nudo y su desenlace) y una experiencia infantil tan cercana y reconocible que nos aterra y nos hace percibir cómo tiembla la piel y la sangre... del niño asustado.

Una joya.

Saludos,
Joaquín

emilio -

Que foto más bonita.!

Beatriz -

Fotografía y poema, un maridaje perfecto.