MI PRIMER RECUERDO
MI PADRE, EL VIAJE Y EL MIEDO
Mi primer recuerdo:
Voy con mi padre en su bicicleta.
Es una tarde apacible y sin llovizna.
Oigo el rumoroso cantar de los bosques
y noto la agitación de su corazón.
Tengo miedo en las curvas y en los baches
a caerme en la cuneta. Y a la vez estoy
feliz: agárrate fuerte, agárrate a mí,
agárrate bien que llegamos pronto,
dice mi padre. A lo lejos se ve el mar.
El viento peina las retamas y tumba
la maleza con la fuerza de un oleaje.
Luego todo es confuso. Y doloroso.
La casa de mi abuelo me pareció
gigantesca, un caserón con huerto,
jardín, dos establos y un hórreo.
De golpe, oigo voces, discusiones,
Percibo una furia inaudita. Rabia.
Aquel hombre no puede ser mi abuelo.
Me echo a llorar. Me abrazo a mi padre.
Nadie me consuela. Y los gritos se elevan
por los aires, más allá de la chimenea,
con el estruendo de un vendaval.
No tardamos en irnos. Yo aún no sabía
qué era el pánico: aquella noche pensé
que mi abuelo quería matar a mi padre,
que mi padre quería matar a mi abuelo.
Me abracé a él con un temblor animal.
Todo era oscuridad: el débil faro
alumbraba el final de la pesadilla.
Volvíamos a casa. Jamás podría olvidar
mi primer viaje. Aquel día borroso
en que mi padre me llevó en bicicleta.
Aquella noche en que noté cómo
le temblaban la piel y la sangre.
Mi primer recuerdo.
De ‘El paseo en bicibleta’. Borradores y notas para un libro futuro. La fotografía es de Elliott Erwitt.
5 comentarios
gustavo peaguda perez -
Paloma -
Joaquin -
Hay palabras fetiches del autor: "bosques", "oleaje", "mar" y "faro". Incluse "golpe".
Hay varias figuras literarias muy poderosas. Una, cuando el hórreo nos anticipa fonéticamente el horror de la pelea entre el padre y el abuelo. Otra, cuando los gritos de esa pelea se elevan por la chimenea. Y otra cuando el faro alumbra el final de la pesadilla.
Y hay además una historia contada (con su introducción, su nudo y su desenlace) y una experiencia infantil tan cercana y reconocible que nos aterra y nos hace percibir cómo tiembla la piel y la sangre... del niño asustado.
Una joya.
Saludos,
Joaquín
emilio -
Beatriz -