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Antón Castro

FÉLIX ANAUT Y GONZALO ALONSO: LA BELLA ALIANZA DE LA PINTURA Y LA MÚSICA

FÉLIX ANAUT Y GONZALO ALONSO: LA BELLA ALIANZA DE LA PINTURA Y LA MÚSICA

 

Una melodía pictórica y musical para Zaragoza

 

[Félix Anaut presenta en Cajalón la exposición pictórica ‘Zaragoza: Visual Simphony’, a la que Gonzalo Alonso ha puesto música para cuarteto de cuerda, piano y para la voz de Marta Almajano]

 

 

 

Félix Anaut (Zaragoza, 1944) es uno de esos personajes que parecen inventados por un fabulador desbordado. Desde su nacimiento, su niñez en Escolapios, su juventud plena de aventuras y de tránsitos, su residencia en Ibiza, París, Londres, Dublín, Belfast, Tánger, Madrid o en las afueras de Daroca: todo en él ha sido un tanto excesivo, vértigo, furia de vivir. Esa extraña forma de existencia ha cristalizado en una obra pictórica muy personal, que a veces dialoga con Malevich, a veces con el Grupo Cobra, con Goya, con Kandinsky y Klee, y siempre, siempre brota de su pasión por el color y la forma, de su pasión por la música: Telemann, Mozart, Bach, Haendel. Desde hace algunos años, Félix Anaut reside en el campo, en Lot-et-Garonne (Francia), y allí trabaja a su antojo. Ha sido distinguido en diversos lugares, entre ellos en Florencia. Tras tantos viajes y regresos, Félix buscaba el sosiego, cuidaba sus lienzos o se trasladaba a Bandaliés para realizar obras de cerámica.

Un día empezó a pintar óleos a los que administraba música: la música que oía, la música que soñaba, la caligrafía expresionista de las notas pintadas en diversos tonos. Y en un arrebato pensó que quería hacer un proyecto: ‘Zaragoza: Visual Simphony’, la Sinfonía Visual de Zaragoza. Apuró bocetos, realizó dibujos, concibió piezas de cerámica, desplegó lienzos, y habló con Cajalón y con dos arquitectos inquietos: Carlos Buil y Ricardo Marco. Estos le hablaron de un músico, Gonzalo Alonso –ex Días de Vino y Rosas, ahora El Hombre Azul, cuando se mueve en la música pop: Gonso tiene alma y talante de estrella-, y éste fue a verlo trabajar. Vio sus piezas, conoció a su compañero y colaborador Corey (del que suele decir Félix: “Me rescató, me salvó”), y concibió su propia ‘Sinfonía’ de Zaragoza para cuarteto de cuerda, piano y voz.

Así, al proyecto pictórico inicial se le sumó una pieza musical de unos quince minutos que tiene la fuerza y el ritmo de Gonzalo Alonso, que ha contado con Juan Bernués y Alberto Tundidor (violinistas), Miguel Zarazaga (viola) y Pilar Juan (violoncello), y con una maravillosa sorpresa: la voz de la soprano Marta Almajano. El doble proyecto se presentaba el pasado martes en Cajalón: primero se oyó la composición, dividida en dos partes, un preludio y una aria, en la que Marta Almajano tenía la fuerza incontenible de un oleaje: la fuerza, el movimiento, el aleteo, la belleza de la espuma, el temblor de un latido de agua. El concierto, con el propio Gonzalo Alonso al piano, fue espectacular: el compositor llevó los sonidos a su terreno, pero no olvidó en ningún instante que muchos de los cuadros de Félix Anaut habían nacido mientras este oía música barroca. La letra es del propio pintor y en ella pide explicaciones a Dios o a los dioses acerca del destino del creador, de su destino y de su lugar en el mundo.

Luego, con la emoción impresa en la piel, el numeroso público bajó a la exposición. No hay que llamarse a engaño: la muestra tiene la factura de un proyecto de ‘variaciones sobre un tema’. El tema, claro, es la música, las notas, el pentagrama, las corcheas… Pero es, sobre todo, un curioso y apasionado ejercicio pictórico, de arrebato y desgarro, de poesía y suavidad, de colores poderosos y mitigados, de belleza y delirio y de brutalidad en ocasiones. Es una muestra que presenta en su ciudad y ante sus paisanos a un creador más bien irreductible, que vivió peligrosamente durante algunos años. Él como Labordeta, decía de Zaragoza que la amaba y la odiaba. Ahora, vencidos algunos de los demonios de la memoria, Félix Anaut se siente feliz en la Cesaraugusta matricial, en el Antiguo Casino Mercantil y consigo mismo. Félix Anaut ha sido recientemente objeto de un libro: ‘Felix Anaut. His life&work’ (2010) de Michael Simonow, que es un libro catálogo de su obra y que contiene una larga conversación, en inglés, francés y español.

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