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Antón Castro

MIGUEL MENA HABLA DE 'ALERTA BÉCQUER'

LITERATURA. MIGUEL MENA, Escritor y locutor, Madrid, 1959 / El autor de ‘Piedad’ o ‘Bendita calamidad’ regresa al Moncayo en una novela de aventuras y carretera: ‘Alerta Bécquer’ (Alba), que presentaba en el Teatro Romano

 

 

 

“Espero que Bécquer me perdone

haberle hecho perder la cabeza”

 

 

“Bécquer es eterno: es el escritor español

más leído después de Cervantes”

 

 

 

¿Qué le ha llevado de vuelta al Moncayo? Hace 17 años publicaba ‘Bendita calamidad’.

Está claro que el Moncayo ejerce una poderosa influencia sobre mí. Siempre acabo volviendo a él. La diferencia está en que en ‘Bendita calamidad’ era el protagonista absoluto, siempre presente, como el gran observador, y en ‘Alerta Bécquer’ solo es un paisaje más de los muchos que recorre la novela, y ni siquiera el más importante.

 

¿Por qué Gustavo Adolfo Bécquer?

Bécquer está ahí desde siempre, desde un ejemplar desgastado de ‘Rimas y leyendas’ que había en mi casa cuando era niño a los últimos años en que he vuelto sobre él, en especial sobre las cartas ‘Desde mi celda’ que son las auténticas inspiradoras de la novela, en particular la Carta III, en la que Bécquer visita el cementerio de Trasmoz. Bécquer es el escritor español más leído después de Cervantes. Es eterno. Espero que me perdone por haberle hecho perder la cabeza.

 

Retorna a la novela juvenil…

 

No es una novela específicamente juvenil, la entiendo más bien como una novela de aventuras y humor para todas las edades, aunque protagonizada por jóvenes y desde luego con muchos guiños geográficos y literarios que pueden hacerla útil como lectura para estudiantes.

 

Siendo Bécquer, parecía lógico que la trama tuviese que ver con el amor, ¿no?

Eduardo, un joven estudiante de Educación Física, se enamora locamente de Dafne, estudiante de Bellas Artes de tendencias góticas, apasionada y romántica. Cuando le oye decir que Bécquer pidió que le enterraran en un sitio como el cementerio de Trasmoz, y jamás en una cripta como la que ocupa, decide hacer un acto heroico por su chica: robará los restos de Bécquer y los trasladará desde Sevilla a Trasmoz. El problema surge cuando extravía el cráneo del poeta y se ve obligado a perseguirlo por media España con la ayuda de su mejor amigo, Óscar.

 

¿Cómo surgió la idea de la ‘road movie’?

De forma natural: los protagonistas tienen que llevar a Bécquer desde Sevilla al Moncayo, así que eso propiciaba recorrer unos cuantos sitios de la España interior, en particular unos cuantos a los que quería rendir homenaje por diferentes circunstancias: Tomelloso, Cuenca, Teruel o Calamocha

 

¿Pensó en algún momento en la cabeza desaparecida de Goya o fue casual?

Creo que fue casual, pero ya empiezo a dudarlo. También debía de flotar en algún lugar de mi  memoria el robo del cráneo del Papa Luna.

 

Háblenos de los personajes principales, del enamorado Eduardo y de su amigo Oscar: son como dos delincuentes un poco chapuceros, y a la vez son como Don Quijote y Sancho…

Ni siquiera son delincuentes. Eduardo piensa que realiza un acto de justicia poética, y sobre todo un acto por el que su novia le querrá aún más, y Óscar piensa que está trastornado, pero es su amigo y no está dispuesto a abandonarlo a su suerte. Sin duda tienen algo de Quijote y Sancho, el loco de amor y el hombre con los pies en suelo, con la diferencia de que ambos están en un plano de igualdad y que el vínculo entre ellos es esa amistad de colegas hasta la muerte que se tiene en torno a los veinte años. 

 

El libro está lleno de homenajes: las fiestas españolas, algunos chistes, las sectas de becquerianos de Sevilla, el guardia municipal y detective Plinio y Tomelloso, Dinópolis…

Hay referencias a Cervantes, García Pavón o Shakespeare, pero también a Christo Javachef o el jamón de Teruel. He recreado fiestas que ya existen, como las Bodas de Isabel, pero también me he inventado otras como un Festival Abstracto en Cuenca. Aparecen monumentos preciosos, como Veruela, y otros chocantes, como el monumento al Ajo en Las Pedroñeras. Yo hice el mismo recorrido que los protagonistas y podría haber incluido cien referencias más de lugares con interés o personajes dignos de recordar. Tuve que contenerme para no abusar.

 

¿Qué función le otorga al programa de Leo Rivas, que es un trasunto de Iker Jiménez? ¿Es una crítica a la televisión?

Como no soy trasnochador, no he visto jamás el programa de Iker Jiménez. Yo me quedé en los programas Jiménez del Oso y otros de mi juventud. No es una parodia de un personaje concreto, es una recreación de un tipo de programas de misterio que han existido y existirán siempre. Me hace gracia la facilidad con que montan las conjeturas más escalofriantes a partir de pequeños detalles. Sin duda no les falta imaginación. Ahí está el ejemplo de las psicofonías: ponen un micrófono en un lugar donde han pasado cosas durante mil años y la grabación recoge justo el momento en el que alguien es asesinado. Eso es puntería, porque lo normal habría sido grabar cualquier nimiedad cotidiana, como alguien lavándose los dientes o haciendo gárgaras.

 

¿Ha querido escribir una novela con atmósfera de sainete, de comedia neorromántica y con muchos equívocos?

Sí, una comedia de este tipo requiere un cierto grado de enredo, de persecuciones, de personajes que se mueven siempre dentro de lo improbable, pero nunca de lo imposible. Aquí nadie vuela ni se reencarna. Todo es perfectamente realizable, aunque resulte extravagante y grotesco.

 

Hacía tiempo que no practicaba este género. ¿Cómo se ha sentido?

Me he sentido muy cómodo y me he divertido de principio a fin. Disfruto mucho escribiendo este tipo de historias, como disfruto en la radio con las bromas y los juegos de palabras.

 

*Las dos fotos son de Vicente Almazán. Este entrevista, en su mayor parte, apareció ayer en Heraldo de Aragón.

 

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