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Antón Castro

DIÁLOGO CON JUAN VILLORO

El escritor mexicano Juan Villoro, nieto de zaragozano y descendiente de turolenses de La Portellada, publica '8.8: el miedo en el espejo. Una crónica del terremoto en Chile' (Candaya), donde construye un libro de numerosas voces e historias sobre el miedo, la muerte o el azar

EL AUTOR QUE SOBREVIVIÓ AL PÁNICO

Juan Villoro (México D. F. 1956) ha heredado el espíritu viajero de sus antepasados: reside en la ciudad donde nació, en Barcelona o en Princeton, donde va a sustituir a Mario Vargas Llosa en sus clases. Y también ha vivido en Berlín. Escribe de fútbol en libros como 'Dios es redondo', novelas (ha sido Premio Herralde de novela con 'El Testigo'), cuentos e incluso piezas teatrales. Y no solo eso: es capaz de firmar un libro tan curioso como '8.8: el miedo en el espejo. Una crónica del terremoto en Chile' (Candaya), que presentaba el pasado jueves en Cálamo, en compañía de Manuel Vilas.

Juan Villoro visitó el Teatro Principal con absoluta fascinación. «Soy descendiente de turolenses de La Portellada, en Teruel, muy cerca de La Fresneda. Allí más del 60% de la población se apellida Villoro y son familiares míos. Pero, además, es que mi abuelo paterno era zaragozano: nació aquí, era médico, y se trasladó por distintas razones a México. Acabó dejando su profesión y se dedicó a los negocios familiares. Se casó con mi abuela y de esa relación nació mi padre, que tiene ahora ochenta y nueve años, y sigue siendo un modelo para mí. Un modelo de vitalidad, de energía y de compromiso. Es un experto en Derecho, le interesa mucho la política y la ética, y en los últimos tiempos se ha aproximado al subcomandante Marcos».

Este periplo, que le apetecía contar -«aquí tengo amigos muy entrañables, zaragozanos, como Ignacio Martínez de Pisón o Félix Romeo»-, le lleva de alguna manera a uno de los viajes que más le han marcado en los últimos tiempos: su estancia en Chile en febrero de 2010.

«Había sido invitado, en mi condición de escritor de literatura infantil y juvenil [es autor de títulos como 'El libro salvaje' y 'El profesor Ziper y la guitarra eléctrica'], a un congreso donde se iba a hablar del miedo. Ese miedo que es una especulación infantil y que está en casi todos los cuentos de hadas». Y en ese debate estaban los participantes -«el miedo es lógico, es una pesadilla y un presencia en ese tipo de literatura», recuerda Villoro-, cuando irrumpió ese miedo que nunca quieren sentir los adultos: «Se palpó el sabor de la muerte» en un terremoto que duró siete minutos la madrugada del 27 de febrero del 2010.

Cuenta Villoro que él se encontraba en una habitación de hotel, que se cayó de la cama y que lo primero que hizo fue intentar socorrer a su hija de once años. «En ese clima de extrañamiento, me di cuenta de que en realidad estaba en Chile y no en México». Dice Villoro que fue una experiencia increíble donde se percibe el sabor de la muerte y donde uno se percata de inmediato del apego a la vida. «Y luego, tras el vértigo, uno acaba preguntándose cómo y por qué ha sobrevivido. Cómo se sobrevive a una catástrofe, a un cataclismo así. Además, el aeropuerto estaba cerrado. Al menos para nosotros. Así como hubo países como Colombia, Brasil o España que mandaron aviones para sacar de allí a sus ciudadanos, a nosotros México nos dejó en el desamparo. Y eso nos llevó a vivir una experiencia que parecía de 'El ángel exterminador', de Luis Buñuel: no podíamos salir de allí, de un hotel de Santiago. Estábamos como cautivos».

Juan Villoro, que posee una memoria asombrosa, conoció a muchas personas que le contaron sus historias, sus vidas, incluso le hablaron de una mujer que estaba en coma, a la que le dedica un texto tan conmovedor como 'Ella duerme', y realizó un auténtico viaje a un universo de terror, de sorpresa, de contradicciones, de monólogos.

Ya de regreso en México, y en muy pocos días, «redacté el libro. Un libro que, en cierto modo, fue un diálogo con el gran terremoto que nosotros padecimos en 1985 y que dejó miles de muertos en el país. Felizmente, en Chile no había pasado eso, pero el hecho me puso en confrontación con la historia, con la memoria. El índice del 8.8, por otra parte, es uno de los cinco más altos de la historia, y el hecho de que sean esas dos cifras, literariamente, también tenía algo de juego de espejos», dice el escritor que ya hace algunos años había escrito: «Desconfío de los que en momentos de peligro tienen más opiniones que miedo».

Villoro reflexiona sobre las consecuencias de sobrevivir a la tragedia y sobre los sentimientos cuando se siente la muerte tan próxima, y habla también sobre el azar. «De repente, me encontré con un cuento de Heinrich von Kleist, el escritor alemán de quien admiraba 'El cántaro roto' o sus textos sobre marionetas, que se titulaba 'El terremoto de Chile'. Me impresionó y me pareció simbólico o premonitorio: es un cuento largo de unas veinte páginas de un hombre que siempre había meditado sobre la muerte y que incluso la había buscado. Sobrevive a la catástrofe y agradece a Dios la vida y a la vez le pregunta por qué se ha salvado». Curiosamente, cuando redactó ese texto, Von Kleist tenía unos 30 años, aún no tenía del todo claro si iba a ser escritor o no, «y jamás, jamás había estado en Chile», explica Juan Villoro, y recuerda que el escritor acabaría suicidándose a los 34 años. «Este libro ha sido para mí una catarsis, un acto de desintoxicación de quien ha vivido la proximidad de la muerte. Las réplicas más fuertes de un seísmo son psicológicas».

 

8.8: el miedo en el espejo. 'Una crónica del terremoto en Chile'. Juan Villoro. Candaya: Colección Abierta. Barcelona, 2011. 110 páginas.

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