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Antón Castro

PACO RUBIO: TRES POEMAS

Paco Rubio es taxista y poeta. Hace algún tiempo publicó un poemario. Ahora ha terminado otro que aparecerá hacia septiembre u octubre en La Fragua del Trovador. Paco, muy gentilmente, me envía tres poemas.

Si pierdo esta pasión que casi vence,

si refuerzo de plomo y de ceguera 

las bridas y el bocado que la aguantan,  

acaso vuelque en mí aquel conjuro

de calendarios sin hojas, ni fechas;

sin cuartos en la luna, ni estaciones...

 

Si no me entrego ya a esta tormenta

y escondido de mí, tras los cristales,

sigo calentando mis frías manos

con la  tibia ceniza que desprende

el roce gris del tiempo que se arrastra...

 

Si no me queda ya ni un solo impulso,

ni un gramo de torpeza ante el vacío,

ni un roce de temor en la memoria,

ni un temblor por un pulso desbocado,

ni una duda al mirarme en el espejo...

 

Si no enfrento de cara los rabiones

sin la asepsia del plástico en mis venas

ni una alarma de miedo en la mirada;

qué derroche de tiempo tan inútil

el que un día lejano de titanes

invertí en soñar para esta bala 

un trazo luminoso hasta mis sienes.

 

 

MIEDO A MI MEMORIA... DE TI

 

Si me dejara ir, de nuevo, hasta tus brazos

descarnados;

si mi débil memoria, rienda que aún sujeta

mi deseo,

recordara los pulsos de tu vientre rotundo

e incendiario;

si pensara un instante que mi nombre navega

por tu voz;

si dejara manar un suspiro de gota

de tu frente,

sería en ella náufrago, zatara a la deriva

sin remedio;

voluta gris de humo, capricho de tus labios

enfermantes.

 

Si soñara de pronto, gabriélico en mi espalda

entumecida,

un nuevo escalofrío alado de tu lengua

de Caronte;

si a mi olfato volviera, tal vez para quedarse,

ese aroma,

volcánica humedad, reguero de mi boca

desnutrida;

si un leve parpadeo de mis ojos consiente

de ceguera

la vuelta de tu pelo hasta la amnesia fútil

de mis manos...

 

Si admitiera que miento al pronunciar solemne:

“No me importas”,

quebrado de un relámpago el puntal que sujeta

mi camino,

caería de bruces, postrado en mi mentira

por vivirte,

y, acaso sin querer, me olvide la decencia

de olvidarte

para morir de nuevo en ese infierno tuyo

 

... tan celeste.

 

 

SERVICIO DE TAXI

                                             (A César López, poeta colombiano en clandestinidad)

 

Zaragoza. Las dos de la mañana.

Sobre el papel, las dos de la mañana

es una buena hora para lo subrepticio.

 

La noche no demanda los papeles

que la tarde desluce en Medellín.

 

A las dos de un invierno de rocío,

César me oculta sueños en su sueño

hundido en un asiento de mi taxi.

 

César tiene la piel curtida por el mangle,

algún verso que aguarda en los birlíes

y los ojos repletos de jet lag.

 

A las dos de la mañana

acechan, bien despiertos, colmillos “solidarios”,

vampiros disfrazados con pose de gourmet

adictos al sabor de arepa y sangre.

 

A las dos de la mañana

la mirada de César tan solo quiere ver,

en los cruces de Fleta, Colombia y Palacé;

Plazuela Nutibara en Paraíso,

puentes de Guayaquil cruzando el Ebro,

el parque de Berrío en el de Oriente,

un clúster en dos naves industriales,

y en todas las robinias, selvas de Catatumbo.

 

A veces, César, abre ojos de leoncillo

en el espacio lábil del espejo.

 

Por allí merodea un silencio de pumas,

sueña el cóndor con vuelos de un delfín rosado

y Omaira sobrevive al Nevado del Ruiz.

 

Las dos y cuarto. Fin del recorrido.

 

César, sobre el papel, nunca subió a mi taxi,

ni su piel se empapó de olor muerto de mar,

ni un empresario ruin  dentelleó en su cuello,

ni se mordió la lengua ante un cobarde abuso.

 

Mañana, a las dos de la mañana,

César tal vez me cuente su clandestino ayer

o sus sueños durmientes de Mutis y de Castro...

 

... Sus sueños sin papeles para escribir el jazz.

 

 

*Todas las fotos son de Michal Giedrojc.

1 comentario

Paco Rubio -

Gracias, Antón. Te has ganado una carrera hasta el cielo, lo malo es que mi GPS no se sabe el camino. Tendrás que conformarte con algo más terrestre.