PACO RUBIO: TRES POEMAS
Paco Rubio es taxista y poeta. Hace algún tiempo publicó un poemario. Ahora ha terminado otro que aparecerá hacia septiembre u octubre en La Fragua del Trovador. Paco, muy gentilmente, me envía tres poemas.
Si pierdo esta pasión que casi vence,
si refuerzo de plomo y de ceguera
las bridas y el bocado que la aguantan,
acaso vuelque en mí aquel conjuro
de calendarios sin hojas, ni fechas;
sin cuartos en la luna, ni estaciones...
Si no me entrego ya a esta tormenta
y escondido de mí, tras los cristales,
sigo calentando mis frías manos
con la tibia ceniza que desprende
el roce gris del tiempo que se arrastra...
Si no me queda ya ni un solo impulso,
ni un gramo de torpeza ante el vacío,
ni un roce de temor en la memoria,
ni un temblor por un pulso desbocado,
ni una duda al mirarme en el espejo...
Si no enfrento de cara los rabiones
sin la asepsia del plástico en mis venas
ni una alarma de miedo en la mirada;
qué derroche de tiempo tan inútil
el que un día lejano de titanes
invertí en soñar para esta bala
un trazo luminoso hasta mis sienes.
MIEDO A MI MEMORIA... DE TI
Si me dejara ir, de nuevo, hasta tus brazos
descarnados;
si mi débil memoria, rienda que aún sujeta
mi deseo,
recordara los pulsos de tu vientre rotundo
e incendiario;
si pensara un instante que mi nombre navega
por tu voz;
si dejara manar un suspiro de gota
de tu frente,
sería en ella náufrago, zatara a la deriva
sin remedio;
voluta gris de humo, capricho de tus labios
enfermantes.
Si soñara de pronto, gabriélico en mi espalda
entumecida,
un nuevo escalofrío alado de tu lengua
de Caronte;
si a mi olfato volviera, tal vez para quedarse,
ese aroma,
volcánica humedad, reguero de mi boca
desnutrida;
si un leve parpadeo de mis ojos consiente
de ceguera
la vuelta de tu pelo hasta la amnesia fútil
de mis manos...
Si admitiera que miento al pronunciar solemne:
“No me importas”,
quebrado de un relámpago el puntal que sujeta
mi camino,
caería de bruces, postrado en mi mentira
por vivirte,
y, acaso sin querer, me olvide la decencia
de olvidarte
para morir de nuevo en ese infierno tuyo
... tan celeste.
SERVICIO DE TAXI
(A César López, poeta colombiano en clandestinidad)
Zaragoza. Las dos de la mañana.
Sobre el papel, las dos de la mañana
es una buena hora para lo subrepticio.
La noche no demanda los papeles
que la tarde desluce en Medellín.
A las dos de un invierno de rocío,
César me oculta sueños en su sueño
hundido en un asiento de mi taxi.
César tiene la piel curtida por el mangle,
algún verso que aguarda en los birlíes
y los ojos repletos de jet lag.
A las dos de la mañana
acechan, bien despiertos, colmillos “solidarios”,
vampiros disfrazados con pose de gourmet
adictos al sabor de arepa y sangre.
A las dos de la mañana
la mirada de César tan solo quiere ver,
en los cruces de Fleta, Colombia y Palacé;
Plazuela Nutibara en Paraíso,
puentes de Guayaquil cruzando el Ebro,
el parque de Berrío en el de Oriente,
un clúster en dos naves industriales,
y en todas las robinias, selvas de Catatumbo.
A veces, César, abre ojos de leoncillo
en el espacio lábil del espejo.
Por allí merodea un silencio de pumas,
sueña el cóndor con vuelos de un delfín rosado
y Omaira sobrevive al Nevado del Ruiz.
Las dos y cuarto. Fin del recorrido.
César, sobre el papel, nunca subió a mi taxi,
ni su piel se empapó de olor muerto de mar,
ni un empresario ruin dentelleó en su cuello,
ni se mordió la lengua ante un cobarde abuso.
Mañana, a las dos de la mañana,
César tal vez me cuente su clandestino ayer
o sus sueños durmientes de Mutis y de Castro...
... Sus sueños sin papeles para escribir el jazz.
*Todas las fotos son de Michal Giedrojc.
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