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Antón Castro

GARRAPINILLOS, 3- ARENAS, 0

 

El Garrapinillos, por distintas razones, llevaba dos fines de semana sin jugar: primero se suspendió el partido ante el Movera y la semana pasada ante El Salvador. El equipo se había aupado a la cabeza de la clasificación tras su victoria ante El Burgo y ante el Anento. Hoy nos enfrentábamos al legendario Arenas, el equipo en el jugó Tomás Hernández ‘Moreno’, el de la delantera del Barcelona que cantó Serrat (Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón), con el que habíamos jugado en pretemporada un vibrante partido que acabó 4-4. Recuerdo que el cineasta Antonio Artero siempre se confesaba, con un punto de nostalgia, del antiguo Arenas. El Garrapinillos tenía algunas bajas: a las ya consabidas de Néstor, Rafa, Pitu, se sumaron otras ausencias: Quique Romero, Kike Alcubierre y Jaime. El equipo no ha repetido formación en ninguno de sus partidos y hoy tampoco. Formó con: Sergio Calvo; David Mateo, Jorge Beltrán, Javier Lacabe, Dani Pekerul; Diego Rodríguez, Jorge Blasco, Fran Moreno; Óscar Cambra, Eloy Mateo y Jorge Rodríguez. En el banquillo, esperando su turno, estaban Alberto Luna, Alberto Rubio, Eduardo García ‘Pirri’, Jesús Ángel y Luisito. Jugaron todos.

El Arenas pareció entrar mejor en el choque y generó una de esas jugadas al contragolpe que deciden una tarde: la salvó Sergio Calvo, nuestro arquero, y a partir de ahí el Garrapinillos empezó a jugar con comodidad y dominio. Abrió el juego a las bandas, combinó en el centro y pronto entraron en juego Eloy, Óscar y Jorge arriba. El equipo ganó muchos enteros cuando Jorge Beltrán tomó el centro del campo y disputó todos los balones por arriba. Los disputó, los ganó casi siempre y distribuyó todo lo que pudo. En una de las mejores jugadas de la tarde, con todo el bloque concentrado, David Mateo profundizó por la banda y centró para que marcase su hermano Eloy. Poco después, Óscar engancha un balón cerca de la media luna, desborda hacia la izquierda, burla con nitidez a tres rivales y le cruza el balón al arquero. Era el 2-0. Y el Garrapinillos enhebraba un buen balompié: de toque, de velocidad, de complicidad.

En la segunda parte, el equipo salió frío. Un tanto descentrado. A Jorge Blasco, hoy capitán (celebraba, además, sus 29 años), se le agotó el gas: en su lugar entró Alberto que iba a marcarse un gran partido en el eje del centro del campo. Alberto Rubio entró por Jorge Rodríguez, que también había hecho un buen partido... Ellos atacaban con más empuje que con peligrosidad; con todo Sergio realizó dos o tres paradas de mérito. La entrada de Luna, más fresco, le dio nuevo impulso al equipo, Óscar seguía generando ocasiones, igual que Eloy, y finalmente sería Diego quien sentenciaría con un tercer tanto. Al final, el Garrapinillos volvió a hacerse dueño del choque, sobre todo al contragolpe, y pudo aumentar la diferencia. Conclusión: Garrapinillos, 3 (Eloy, Óscar y Diego)-Arenas, 0.

Fue un partido redondo. Sobre todo en la primera parte, donde los rojillos alcanzaron lo que buscaban: solidez, intensidad, desmarque y buenas combinaciones. Y el equipo sigue ahí, trabajando domingo a domingo, con entusiasmo y con seriedad.

Al final, el cielo se volvió a cárdeno. Espeso. Como si escondiese detrás, en su corazón oculto, un gran temporal. No fue así: quedó una tarde estupenda, salpicada por lágrimas de llovizna. Curiosamente, a los jugadores del Garrapinilos les tocó, en el sorteo, el jamón. De ahí, algunos nos fuimos a votar.

 

*La ilustración es de Josema Carrasco.

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