TRES POEMAS DE MAYUSTA
[El próximo día doce de enero, Miguel Ángel Yusta, experto en coplas y jotas, rapsoda por aquí y por allá, viajero contumaz de la noche parisina, presenta su nuevo poemario: ‘El camino de tu nombre’, un libro de exaltación de la amada, del amor, del deseo, del erotismo recuperado. Miguel Ángel está enamorado de nuevo y es feliz: este libro tiene ese hálito. El aliento del amor recobrado, la ilusión por encontrar a alguien con quien compartir la primera luz de la mañana.]
TRES POEMAS DE MIGUEL ÁNGEL YUSTA
I
ESTA NOCHE
Te quería decir en esta noche,
cuando ya nadie habita en la distancia
y dormidos los pájaros
es el silencio dueño de las vidas.
Te quería decir, y te lo digo
—aunque a veces me corte las palabras
el saber que tu oído las escucha
y tus ojos las miran–
que esta tarde cuando volvía a casa,
tan silencioso y solo,
mientras sobrevolaba el pensamiento
utópicos lugares,
de pronto, te me has aparecido
con tus ojos profundos
y tus manos repletas de caricias,
abierta la sonrisa,
piernas de adolescente, apresuradas
por llegar a mis brazos
y rodearme fuerte con los tuyos.
Tu cabello jugando con el viento,
extendidas las manos en el aire,
presentidas caricias.
Venías, llegabas y te quedabas...
Entonces he sentido que la tarde
se llenaba de luces
y que toda la gente sonreía.
Que aún era hermoso el mundo
y los taxis, las casas, los semáforos.
Que las tiendas, las calles, las aceras
se llenaban de luces de repente
e íbamos del brazo, felices como niños.
Pero esta tarde no has aparecido.
Por eso te lo digo,
que te he echado de menos en las horas
que otro día mataban poco a poco.
Y aunque al subir a casa
ha sonado el teléfono y me has dicho te quiero
por un momento, amor, por un momento,
las luces se apagaron en mi alma...
Por eso te repito,
pero tal vez callarme debería,
que cada tarde, amor, que cada tarde,
me dejes que la acabe entre tus brazos.
II
DESLIZABA la tarde sus cuchillos
y penetraba el frío estremeciendo
la nieve de tus hombros.
Miraba con tus ojos la ventana
iluminada de paisajes ocres
y, en la prisión de la melancolía,
uníamos las manos.
Las flores amarillas y marchitas
derramaban sus lágrimas postreras
antes de perecer en el olvido.
Entonces sonreíste
y abrazaste mi entera soledad.
En ese mismo instante
yo deserté por fin de la tristeza.
III
NO SUELO HACER POEMAS cuando despunta el día,
tal vez mi poesía sólo vive de noche.
Hoy ha sido distinto:
ha quedado en mis sábanas aroma de tu piel,
en mis ojos la huella marina de los tuyos,
sobre mi cuerpo marcas de tu pasión silente
y en mi alma, indeleble, la huella de tu paso.
Cuando te has ido,
todavía dormida la mañana,
has dejado mi ser deshabitado.
Te has llevado jirones de mí mismo
que yo te doy como pobre regalo
porque, a cambio, mujer alada y suave,
han quedado las playas de mi vida
ya para siempre inundadas de ti.
*Todas las fotos son de Signe Vilstrup, salvo la de Miguel Ángel Yusta que pertenece a su archivo personal.
6 comentarios
Blanca -
Antonio Pastor Gaitero -
charo carceller -
TONY -
mayusta -
mayusta -