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Antón Castro

EL GARRAPINILLOS CEDE EN MONTAÑANA

MONTAÑANA 1-GARRAPINILLOS, 0. LOS AZULES FUERON MEJORES

Montañana es un campo que me gusta. Por allí vive mi amigo el pintor Carmelo Ramos Rebullida, tiene casa Ángela Labordeta, recordé el gran cuadro de Eduardo Laborda de la papelera... A pesar del olor reinante, pegajoso y desagradable, el campo tiene una atmósfera levemente romántica o quizá apocalíptica. Como si estuviera varado en un otoño perpetuo y floral. Con todo me gusta mucho: el año pasado, el Garrapinillos (dirigido por Carlos Molina) jugó allí un buen partido, se colocó 2-2, tuvo varias ocasiones de ensanchar el marcador, y al final el equipo azul, que se adapta muy bien al césped y a sus incómodos botes, resolvió con eficacia y venció por 4-2.

En un día neblinoso, el Garrapinillos volvió a esa cancha con 35 puntos, 17 más que su rival. Volvía con bajas claves: Óscar Cambra, Eloy, sancionado, Jorge Blasco, con fractura maxilofacial, Javier Lacabe, que está muy diezmado, Kike Alcubierre, con un golpe en el empeine, Pirri, lesionado en una muñeca y en el cuello... Etc. El partido se presumía difícil. E iba a serlo: la tarde era suave, de una neblina densa, de un olor envolvente. Formamos con un equipo inédito: Luis; David Mateo, Jorge Beltrán, Enrique Romero, Dani Pequerul; Diego Rodríguez, que lució por vez primera la capitanía, Alberto Luna, Jorge Rodríguez; Alberto Sancho, que debutó en la titularidad, Óscar Ortiz y José Antonio Mochales, ‘Pitu’. En el banquillo quedaron Sergio Calvo (que pararía un penalti, tras la expulsión de Luis), el juvenil Jorge de Miguel, Jesús Ángel, Alberto Rubio, que había tenido una dura semana con anginas y ganglios, y el ya citado Javier Lacabe.

Empezó el partido. Y el Garrapinillos pareció tomar el mando: Alberto Sancho penetró por la banda, Óscar Ortiz disfutaría hasta de dos ocasiones, o tres, con cierta claridad, y el juvenil estuvo vertical y peligroso, Pitu también dispuso de algunas ocasiones, borradas de golpe por la señalización injusta de fuera de juego. Pero cuando parecía que la primera parte acababa 0-0 (los locales no se habían estirado con peligro hasta entonces), se encadenó una sucesión de fallos de los rojillos y el Montañana marcó en lo que pareció un claro fuera de juego. Así terminó la primera parte, y así concluiría el partido.

En la segunda, haríamos varios cambios. Buscamos mayor profundidad y algo más de juego arriba con la incorporación de Javier Lacabe, pero pronto nos quedamos con diez. En una confusa jugada, Luis salió a por un balón, llegó en el área grande antes que el delantero, se produjo un leve choque, y el árbitro señaló penalti y expulsión. Sergio Calvo paró la máxima pena, y el Garrapinillos, con uno menos de nuevo (igual que nos sucedió la pasada semana ante el Silos), intentó irse arriba. Generó algunas jugadas, pero la segunda parte, sobre todo en los últimos veinte minutos el Montañana pudo aumentar hasta tres o cuatro veces el tanteo. Sacamos al menos tres balones claros de gol. Si hubiéramos perdido por 4-0 o 3-0, no habría sido injusto. Los azules aprovecharon la superioridad numérica y le hecho de jugar a favor de marcador. Hicieron un buen partido, y nosotros no estuvimos a la altura de nuestra clasificación.

Nos volvió a faltar juego, triangulación, algo más de personalidad, de iniciativa y calidad, y peligrosidad arriba. Nos faltan nuestros goleadores (Óscar Cambra, que ha dicho adiós a la temporada con nueve goles, y Eloy, sancionado, que lleva ocho), aunque batallamos en todas las zonas sin dejar de buscar la igualada o un golpe de suerte.

Con todo, el Garrapinillos será campeón de la Primera Vuelta. Y habida cuenta de las aciagas circunstancias, quizá no sea para echar cohetes ni cantar victoria alguna, pero podemos estar un poco satisfechos. Tenemos que mejorar, sin duda, y recuperar el pulso que no llevó a estar once partidos invictos. Hay algunas señales importantes: el gran partido de Enrique Romero, su primer choque completo de la temporada, el crecimiento de Alberto Luna, cada vez más asentado, el rendimiento de Óscar Ortiz, que quizá no estuviera todo lo rutilante que él es, pero trabajó mucho y buscó afanosamente el gol y su mejor forma..., la seriedad de Jorge Beltrán en la zaga..., la entrega de todos, el coraje, el deseo de vencer o de vender cara la derrota. También probamos a Jorge Rodríguez de interior izquierda, aunque es mucho más peligroso arriba, cerca del área. O de media punta, a la manera de Silva. Corrió y corrió, pero no encontró el pase decisivo, igual que le ocurrió a Diego, que parece atravesar un ligero bache de juego desde su decisivo gol a Marianistas.

La semana que viene nos visita la Unión. Y, aunque sea un tópico, en esta igualadísima y tensa Liga de I Primera Regional, grupo I, no existe rival pequeño. Y eso lo vemos y lo sufrimos domingo a domingo.

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