'CARABINIERI' DE MARTÍN PESCADOR
FERNANDO MARTÍN PESCADOR PUBLICA
SU SEGUNDA NOVELA: ‘CARABINIERI’
No sé si Fernando Martín Pescador (Zaragoza, 1968) es un buen lector de Ignacio Aldecoa y de Lorenzo Silva. Como ellos, en su segunda novela, ‘Carabinieri’, se adentra en el universo de la guardia civil; incluso parece hacer un guiño al madrileño cuando alude al un personaje que se llama Chamorro. Y es, por lo que se deduce del libro, un buen consumidor de series de televisión. En cierto modo, ‘Carabinieri’ podría ser una de ellas por la fuerza de los protagonistas, por las subtramas, por los hilos de complicidad que se establecen entre los personajes y por ese clima de corrupción y de inquietud, de vitalidad y desparpajo, de picaresca y sexo, envuelto en un clima de intriga, que no es en realidad lo sustancioso para el autor. La intriga y la tensión están ahí, como un leve polo de atracción o de interés, pero a Martín Pescador le interesan otras muchas cosas: la ironía, las aventuras, el reparto, sobre todo las mujeres; al fin y al cabo, Alberto Aragüés, que estuvo casado con Marga y que perdió la cabeza por su hermana menor, Begoña, es un agente absolutamente promiscuo, un cazador de mujeres. Dice, mediada la novela: “Si todos los seres humanos, hombres y mujeres, tuvieran la misma facilidad que yo para encontrar una pareja diferente cada día, se acabaría, de una vez por todas, con el santísimo sacramento del matrimonio”.
En esta frase hay muchas claves de Alberto: se trata de un antihéroe, de alguien que va de penuria en penuria, sin la mística de su oficio, aunque en el pasado le llamasen con alguna ironía ‘Jamesbond’. Una de sus amantes, la profesora Isabel, le dirá: “Eres de las pocas personas que no conozco que no usa metáforas cuando habla”
La novela está contada por el propio Alberto Aragüés, que sigue la misma profesión de su padre y que tiene una especie de extraño cómplice en Jefferson Gutierres, que “se fue de Santo Domingo a Nueva para que le partieran las piernas”: enamorado de la bachata, la mejor música del mundo, retorna a Santo Domingo y de ahí se traslada a España, con menos de veinte años. Y, lo que son las cosas, establecerá una curiosa complicidad con Alberto Aragüés: es como el amigo sabio de Banacek; de vez en cuando Aragüés acude a su sabiduría y nos da cuenta de sus reflexiones. “Jefferson Gutierres dice que el mundo es como un ser humano. Dice que todo ser humano tiene células terroristas moviéndose libremente por los sistemas arteriales y venosos...”, o, más adelante: “Jefferson Gutierres dice que el ser humano busca y añora constantemente dos cosas, su infancia y la pureza, y las busca a ambas para mancillarlas”.
Introduzco aquí estos fragmentos, y hay muchos más, para que se vea también el espíritu de la novela. Es una novela divertida, transgresora, casi desconcertante. ¿Qué cuenta, en realidad? La historia de Alberto Aragüés que participó en una chapucilla para ganar algún dinero a los turistas, incitado por su compañero Galván. En una de las detenciones de pardillos foráneos, un compañero de Aragüés fue asesinado, y ese hecho, no esclarecido del todo, da lugar al llamado ‘caso de Ejea de los Caballeros’. El caso reaparece en su vida, a través de otro picoleto, Santos, que lo reclama para llevar a cabo una misión especial en Valdemoro, y a partir de ahí, vamos viendo mejor quien es Aragüés, quiénes son sus cómplices y camaradas, cómo son sus noches, quiénes fueron sus amantes, y ahí aparece la historia con Marga, su ex mujer, ambos llevaban una vida sexual desaforada con distintas parejas, y con Begoña. Y aparecen algunas narraciones insospechadas de Marga, que retorna al presente en una de las mejores historias de esta novela de relatos colaterales. Y aparece el capitán Salobrán, que será un protagonista muy determinante.
Fernando Martín Pescador ha escrito una novela divertida, llena de referencias y de salidas al cine, a la literatura, al arte, una novela que tiene mucha ironía (“A la guardia civil le debo toda mi vida”) y sentido de la transgresión. Ha escrito quizá la novela del fauno: Alberto es un seductor incorregible hasta tal punto que uno de los mejores capítulos del libro transcurre en un coito (físico y mental): “Uno, dos, tres. Respirar. Uno, dos, tres. Estoy dentro de Nadia, Sonia o Natahcha, no me acuerdo. El caso es que es rusa, o ucraniana y que estoy usando el último condón que me quedaba y no lo puedo desperdiciar”. Y el humor asoma así: “Uno, dos, tres. Respirar. Uno, dos, tres. Respirar. Pierdo concentración y, para evitarlo, acudo a una de mis mejores estrategias y me pongo a pensar en el cobrador de los muertos que pasa por casa de mi madre todos los meses”.
Fernando Martín Pescador, que reside en Alburquerque, ha escrito en ‘Carabinieri’ una novela de unos personajes que resultan patéticos todo el rato, y quizá por ello resultan más humanos.
Carabinieri. Fernando Martín Pescador. Xordica: colección Carrachinas. Zaragoza, 2012. 228 páginas.
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Luis Renedo -