1959: UNA FOTO JUNTO A LA TUMBA DE ANTONIO MACHADO
Alfredo Castellón Molina evoca, desde su Zaragoza natal, su estancia en Colliure en 1959.
Alfredo Castellón Molina (Zaragoza, 1930) pudo ser el único aragonés que estuvo en el homenaje a Antonio Machado en Colliure aquel 22 de febrero de 1959, hace ahora 50 años. Han sido varios los que han contado la narración de este homenaje, uno de los últimos fue el escritor aragonés Ignacio Martínez de Pisón en un reportaje que recogió en 'Las palabras justas' (Xordica, 2008), y también lo hizo el propio dramaturgo, realizador de cine y televisión y escritor en un artículo aparecido en 'La República de las Letras' en 2007: 'Collioure. Antonio Machado-María Zambrano'.
Hace poco la revista 'Ínsula' dedicaba un homenaje a Antonio Machado y al grupo de poetas que participaron en aquel acto; en la foto de portada, una foto legendaria, sorprendentemente, desaparece Castellón. Arantxa Gómez Sancho, la zaragozana que dirige la publicación, ha cursado una amable carta al director de 'Plateto y yo' y 'Las gallinas de Cervantes', y le pide disculpas por esa amputación que nace, probablemente, de las prisas y de un viejo equívoco que padeció incluso uno de los participantes en aquella reunión: el poeta, narrador y editor Carlos Barral creyó que el zaragozano era un policía camuflado, tal como dijo en la segunda entrega de sus memorias: 'Los años sin excusa'.
Alfredo Castellón no recuerda ya todas las circunstancias de su presencia en Colliure. De regreso a su Zaragoza tan querida para él, con nuevos documentos (entre ellos la carta que recibió desde París, con fecha del 1 de febrero, de los organizadores del homenaje en la memoria de Antonio Machado, en el XX aniversario de su muerte. El comité de honor estaba integrado por Louis Aragon, Jean Paul Sartre, Marguerite Duras, Simone de Beauvoir, Raymond Queneau y Pablo Picasso, entre otros), cuenta que "aquel año de 1959 fue el último de mi residencia en el Colegio Mayor Ximénez de Cisneros. En realidad, creo que ya no vivía allí. Llevaba trabajando en TVE desde su fundación en 1956", señala este aragonés que dirigió más de 400 'Estudio 1' o muchos programas de 'Mirar un cuadro'
En tren, entre poetas
El director de entonces del colegio mayor era Antonio Lago y había congregado en torno a un plantel de arquitectos, cineastas y escritores, entre ellos "José Ángel Valente, Alfonso Costafreda y Emilio Lledó. Recuerdo que ellos y yo recibimos la invitación, y que yo visité al poeta Dionisio Ridruejo antes de la partida, y que me dijo que transmitiese la siguiente consigna a los organizadores: 'El doctor no podrá desplazarse'. Fue así de enigmático. Yo imagino que se trataba de Gregorio Marañón, apartado por el franquismo. Al final tampoco vino Emilio Lledó, tan conocido ahora". Dionisio Ridruejo también está de actualidad merced a los estudios y a la biografía de Jordi Gracia.
Los poetas José Ángel Valente y Alfonso Costafreda, que acabaría suicidándose años después, y el propio Castellón partieron en tren. "No recuerdo demasiadas circunstancias del viaje. Y ya lo siento. No sé de qué hablamos y solo veo con nitidez nuestro paso por Figueras. Llegamos a Colliure y pronto vimos que había mucha gente: recuerdo perfectamente toda una calle atiborrada de personas que avanzaban, y aún veo ahora la imagen del alcalde con una gabardina y una bufanda. Allí dije a los organizadores lo que me había dicho Dionisio Ridruejo, y participamos en el homenaje. José Herrera Petere, que era muy buen escritor, leyó un poema de Antonio Machado: la composición 'Retrato'. Más tarde, hablamos y él me dijo que había leído un texto mío, 'El contrapunto de Europa', que había aparecido en 'Botteghe oscure' el año anterior, en la sección de autores en castellano, junto a Ricaro Paseyro, Adolfo Bioy Casares, José Bergamín o Carlos Barral, entre otros". Alfredo Castellón, que tiene una pasión especial por los documentos del pasado, exhibe una fotocopia a color de la portada de la publicación.
En aquel homenaje había mucha gente. Muchísima. "De la presencia de algunos me enteré luego, como fue el caso del pintor del Paso Manolo Millares y de su mujer Elvireta Escobio, que es muy buena poeta. Estaban los que salen en la foto famosa: Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, José Manuel Caballero Bonald, Blas de Otero, José Agustín Goytisolo, Ángel González, los citados Costafreda y Valente, y yo, y también andaban por allí el profesor y editor José María Castellet, el novelista Luis Romero; entre los exiliados, acudieron el historiador Manuel Tuñón de Lara, el hispanista Claude Couffon, experto en García Lorca, y el ministro de la II República Pablo Azcárate".
La tierra de la cárcel Modelo
De repente, en medio de aquel ambiente de reivindicación y de fiesta de la poesía y la libertad, ocurrió algo: un integrante del Partido Comunista de España, "otro desterrado", tomó la palabra y ofreció un cofre que contenía tierra de la cárcel Modelo de Barcelona. "Dijo que aquella tierra había viajado a Colliure como homenaje a Antonio Machado de los presos políticos, prisioneros en las cárceles de Franco".
Aquel gesto tan hermoso alarmó a casi todo el mundo. Despertó los recelos y multiplicó los temores que ya existían en relación a la presencia de policías y espías infiltrados del franquismo. El miedo reinó por completo en aquel clima, sobre todo entre los que vivían en España. Aquel cofre tan simbólico había sembrado la alarma general, un cierto estado de pánico que a muchos les hacía ver peligros por todas partes. Se tomaron muchas fotos, y algunos, años después, consideraban policías infiltrados a algunos de los participantes en el homenaje: al propio Ángel González (dijo que era funcionario, y Barral realizó varias indagaciones telefónicas para cerciorarse de que no era un policía o un espía de Franco) y a Alfredo Castellón. E incluso "en un cincuentón silencioso y solitario que resultó ser un inofensivo síndico andorrano". Aquel gesto último de la tierra y el cofre precipitó la desbandada y la salida "precipitada" hacia España.
"A mí me ocurrió algo muy curioso -sigue contando Alfredo Castellón -. Tuve la suerte de conocer al actor Alberto Closas, que era un furibundo republicano, que se ofreció para taerme a Barcelona en su coche descapotable. Era un automóvil espectacular, precioso, no sé nada de coches y no recuerdo la marca. Con nosotros también viajó el escritor Luis Romero".
El regreso para 'Biografía'
Con el actor de 'Muerte de un ciclista' al volante, Alfredo Castellón llegó a Barcelona. Y de ahí se trasladó a Zaragoza, antes de reincorporarse a su trabajo en TVE. Años después, realizaría, en la serie 'Biografía', un capítulo dedicado a Antonio Machado. "También hice las de Cajal y la de Azorín. Azorín vivía todavía. Recuerdo que su mujer entraba en el set a ajustarle los puños de la camisa. Era un detalle entrañable. Azorín murió cinco días después -recuerda Castellón-. Vuelvo a Machado: conocí a la dueña del hotel Bougnol-Quintana y hablé con ella. Ya era centenaria, pero aún mostró al equipo de TVE la casa y la habitación del poeta. Arrastraba los pies por el pasillo; vio la papelera y nos dijo: 'Aquí tiraba las cuartillas arrugadas. Me han dicho que si las hubiera guardado, ahora podría ir en coche a todas partes". Sabido es que José, hermano de Antonio Machado, encontró en el bolsillo de su guardapolvo un papel en el que había escrito sus últimos versos, su última evocación con letra trémula: 'Estos días azules y este sol de infancia'.
Algún tiempo después, Alfredo Castellón se fue a Roma a ver a su gran amiga la pensadora María Zambrano. Se citaron en el café Greco y Castellón le contó cómo había ido todo. Su padre Blas Zambrano había sido muy amigo de Antonio Machado, habían coincidido en Segovia. "En realidad, me di cuenta de que María Zambrano estaba perfectamente informada de cómo había ido todo. Tenía una información magnífica, mejor, mejor que la que podía darle yo a pesar de que había estado en aquel homenaje".
CORTE
Dos secuencias inolvidables en el cementerio
Alfredo Castellón Molina recibió desde París, el uno de febrero de 1959, una invitación para asistir al homenaje a Machado, "uno de los valores más puros de nuestra patria". Se decía también que "esta ocasión de hacer coincidir en torno al nombre de nuestro gran poeta a los intelectuales españoles separados geográficamente por acontecimientos ya lejanos y cuyas consecuencias son de interés fundamental para España eliminar definitivamente". Castellón conserva cinco fotos diferentes. En una de ellas se ve el desfile hacia el cementerio; en la segunda, intelectuales españoles y franceses posan ante el hotel Quintana.
En otra, la más famosa, están los escritores. En la fila superior, posan Blas de Otero, José Agustín Goytisolo, Ángel González, José Valente y Castellón; y en la inferior, Jaime Gil de Biedma, Alfonso Costafreda, Carlos Barral y José Manuel Caballero Bonald. Dice Castellón: "Yo no he pretendido figurar en ningún sitio, me gusta la discreción, pero tampoco era alguien que pasaba por allí y que se sumaba a una foto. Casi todos éramos escritores principiantes que apenas se conocían".
Alfredo dice que de una parte estaban los autores catalanes, que capitaneaba el estudioso y editor Castellet, y por otra los 'mesetarios', a los que debiera haber liderado el ausente Dionisio Ridruejo. Castellón no recuerda ni cómo ni quién reunió a los nueve integrantes, pero él ya conocía a Valente y a Costafreda, con los que había viajado, y a "Gil de Biedma, a quien había visto en Roma en la casa de María Zambrano".
Las otras dos fotos recogen los dos momentos culminantes del homenaje: el instante en el que José Herrera Petere lee el poema 'Retrato', y la segunda en que un representante de los presos españoles ofrenda a Machado la caja con tierra de la cárcel Modelo. En la primera toma, Castellón asoma con absoluta nitidez, detrás de dos invitados, con gabardina, uno de ellos, y con gafas oscuras, el otro. Y en la segunda, sigue detrás del mismo ciudadano de gris y muy cerca de Castellet, el más alto de la fotografía. "De esa foto de grupo solo quedamos dos: Caballero Bonald y yo".
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