HARRY MARTINSON, DOS POEMAS DEL AUTOR SUECO
Ayer me llegó un extraordinario libro: ‘Entre luz y oscuridad’ (Nórdica, el sello que dirige Diego Moreno), los poemas de Harry Martinson, el escritor sueco que recibió el Premio Nobel en 1974 (lo compartió con su compatriota Eyvind Johnson). Martinson, huérfano de padre desde muy joven (nació en Jämshög en 1904 y falleció en Estocolmo), se alistó en un barco y navegó durante seis años. Estuvo en varios navíos por Sudamérica y la India, en realidad estuvo en numerosas partes del mundo y esa experiencia se percibe en sus poemas, especialmente de primera época. En 1927, se instala definitivamente en Suecia e inicia su carrera de escritor. En 1931, publica ‘Nómada’, que le otorgó una fama inmediata. Es un escritor de las pequeñas y grandes cosas de la vida, épico y lírico a la vez, detallista y a la vez universal. Cuando recibió el Nobel, la Academia dijo que se lo otorgaba por una poesía “que refleja la totalidad del Universo en una gota de rocío”. La traducción de esta extensa antología es de Francisco Uriz, a quien la poesía nórdica le debe mucho, muchísimo.
Copio aquí dos piezas, una de su primera época y otra de la última.
DESCRIPCIÓN DE UN VIAJE
Buscaba lo puramente desnudo.
Llegué a Senegambia-
pero la tela de algodón había llegado antes que yo
a rayas, de lunares y estampada
como falsas pieles de serpiente amarillas.
Negras desnudas solo las había en los burdeles.
Pero una tarde una pobre aguadora estaba desnuda
mirando el río.
Allí pasaba el agua desnuda
y la luna desnuda luchaba con las ropas de las nubes.
Allí me cantó la mujer muy tarde por la noche
su terrible y desnuda canción.
Y había un gramófono afónico que cantaba
un estúpido cuplé erótico
para todo el polen que arrastran los vientos alisios
en la punta más extrema del Cabo Verde.
El bosque y el mar tienen idiomas diferentes.
Yo aprendí los dos.
Existían las mitades divididas que aunque cortadas de un trozo y separadas
No tenían suficientes heridas.
Esto pasa con el mar y el bosque.
El mar me enseñó una unidad
El bosque otra.
De los hombres rara vez aprendí algo tan sabio
como la unidad del mar y la unidad del bosque, separadas.
*Esta es una foto fechada en torno a 1950. Dicen que es de Harry Martinson, que tiene aspecto de ser un marino norteamericano que acaba de realizarse un tatuaje. No es el poeta, pero me ha parecido simpática traer aquí esta instantánea. La foto es de la revista 'Life'.
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Niggerman -