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Antón Castro

JESUSA VEGA, NUEVA CATEDRÁTICA, ESCRIBE DE 'EL COLOSO' Y DE GOYA

JESUSA VEGA, NUEVA CATEDRÁTICA, ESCRIBE DE 'EL COLOSO' Y DE GOYA

[El día del 266 aniversario de Goya, Jesusa Vega se ha convertido en la primera catedrática del del Departamento de Historia y Teoría del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid. Semanas atrás publicaba en ‘Artes & Letras’ de Heraldo de Aragón este artículo donde afirmaba que ‘El Coloso’ es de Francisco de Goya].

  

 

El coloso es de Francisco de Goya

 

JESUSA  VEGA

 

Lo ocurrido con la pintura de El coloso de Goya es un episodio que se podría calificar de anecdótico si no fuera por las consecuencias que ha tenido en la valoración tanto del cuadro como del propio pintor. Sin fundamento, se cuestionó su capacidad para innovar la técnica pictórica y para crear  nuevas temáticas, nuevas iconografías y esto es grave, pero lo peor es el impacto que produjo en el público la decisión unilateral del Museo del Prado, la institución depositaria de los bienes culturales, de negar la autoría y la calidad a una pieza fundamental de nuestro patrimonio, revitalizando el ojo como único criterio de validación en detrimento del método científico. No obstante, los enormes esfuerzos hechos por el Museo del Prado han sido vanos: la documentación de laboratorio sobre el soporte, los pigmentos y los aglutinantes son de la época de Goya; la técnica artística , es decir los procedimientos, no sólo no le alejan de Goya sino que corroboran que es obra suya; en cuanto al contenido y la audaz y atrevida composición, son coherentes tanto con la crisis bélica contra Napoleón, como con la última etapa de la vida de Goya y su producción en pintura como en grabado y dibujo. Por último, la proximidad física y conceptual de El coloso con las Pinturas Negras es algo que ha puesto de manifiesto con nuevas aportaciones el Dr. Foradada, pero existía ya una densa historiografía que avalaba, documentaba y además explicaba este enorme gigante como obra de Goya.

Entonces ¿qué es lo que ha pasado? Pues lo que ha ocurrido es que a los actuales inquilinos del Museo del Prado no les gusta este Goya y han confundido su gusto personal con la realidad cuestionando, con enorme frivolidad, la documentación y las aportaciones de los historiadores que han enriquecido el conocimiento de El coloso, llegando a una tergiversación de los hechos que podríamos calificar de escandalosa.

Que a los historiadores y directores de una institución no les guste una pintura o una determinada época de un pintor, no es raro. Es más, Goya tiene una larga trayectoria en este sentido: desde Merimée hasta Eugenio d’Ors pasando por Hamerton, Passavant y Ortega y Gasset, por ejemplo. Incluso dentro de la historia del propio Museo del Prado hubo una larga época en que los grandes cuadros del 2 y 3 de mayo fueron considerados  bosquejos hechos de pura práctica que destruirían la gloria del pintor si se exponían al público; y lo mismo prácticamente ocurrió con las Pinturas Negras tras ser donadas al Museo del Prado.

Nunca puse en duda la autoría de El coloso, pero en esta ocasión voy a ocuparme de ella porque creo que es posible esclarecer la interpretación de los signos sobre los que se ha asentado la desatribución, me refiero a los restos que se aprecian en el ángulo inferior del cuadro, supuestamente ‘A J’. A partir de ahí, se construyó el resto del edificio, es decir del discurso, un discurso hecho a la medida para reforzar la idea de que la pintura era de Asensio Juliá. Como explicó la Dra. Garrido, en la reunión a la que asistí hace unos años, no era ésa la única lectura posible. Entonces, ya aconsejó investigar más esa parte del cuadro, más deteriorada que el resto, antes de pronunciarse. Nos mostró cómo la pintura había sufrido erosiones que habían provocado la pérdida de materia pictórica. Por otro lado, ya se apuntó en esa reunión que era muy posible que esos restos correspondieran al número que recibió el cuadro en el inventario levantado por Goya y su hijo tras el fallecimiento de Josefa Bayeu en 1812. El número 18. Y esto es efectivamente lo que han resultado ser esos restos, pues tanto en pintura como en grabado y dibujo, Goya hace el guarismo de una manera particular. He tenido oportunidad de verlo contemplando de nuevo en el Museo de Brooklyn el retrato de Goya a su amigo Tadeo del Rivero fechado en 1806; y en el dibujo de la página 87 del “Álbum F” que se conserva en el Metropolitan Museum de Nueva York. Pero cualquier lector lo puede comprobar en las estampas 8, 18 y 28 de la Tauromaquia, serie grabada al aguafuerte, prácticamente coetánea a la época del inventario. Superponiéndolos la forma del número grabado explica por sí sola los restos que conservamos en El coloso. Y aquí no cabe dudar sobre el autor de la grafía porque en esta ocasión, probablemente por la penuria económica en la que estaba viviendo, Goya no se sirvió de un grabador de letra especializado, sino que publicó de forma impresa los títulos y añadió los números el mismo con la punta del aguafuerte.

Quedaría la cuestión de por qué esta parte del lienzo está tan deteriorada. En este asunto las investigaciones del Dr. Lenaghan sobre el positivo fotográfico del cuadro que se conserva en la actualidad en la Hispanic Society of New York ofrecen alguna luz. En él se aprecia el rastro de lo que podría ser la firma de Goya bajo el número 8. Entonces, es fácil comprender que cuando Vicente Poleró restauró la obra quisiera borrar la cifra para sacar a la luz la firma pero, por lo que se ve, todo devino en un fiasco y el deterioro de esa parte del lienzo. 

El coloso es el cuadro que se registra en el asiento 18 del inventario de 1812 titulado ‘Un gigante’, la misma denominación que recibió la estampa que Goya grabó unos años después con la misma temática. Entre ambas obras hay un diálogo visual evidente, pero además la segunda nunca podría haber existido sin la primera, y en cabeza de nadie cabe que Goya usurpara la invención, precisamente lo que más valoró Mengs de su genio, a un ayudante que, por otro lado, siempre ha dado pruebas de esta carencia.

No es difícil entender que a determinadas personas no les gusten determinados cuadros, pero lo que no se puede explicar es el interés de los actuales responsables del museo por convencernos de que un cuadro excelente es una obra de mala calidad. Pero, definitivamente, lo que no se puede aceptar es que se detraiga del legado creativo y material de un pintor una de sus obras más geniales por pura frivolidad, devaluando además con ello el patrimonio de todos los españoles. Rectificar es de sabios, y este refrán es igualmente patrimonio cultural por lo que siempre es bueno ponerlo en valor.

Jesusa Vega

 

1 comentario

josevaquero -

manuel sergio gamon serrano es un moroso que no paga ni mandandolo los jueces .y encima le ayuda a `pagar mas tarde el secretario judicial de torrijos