BEATRIZ DE VAL EVOCA AL ESCRITOR MARIANO MIGUEL DE VAL
[Como publicaba ayer, el pasado febrero, Beatriz de Val, profesora del Instituto Cervantes de París, presentaba su tesis doctoral en la Universidad de Zaragoza bajo la dirección de Jesús Rubio Jiménez sobre el poeta, dramaturgo, periodista y activista cultural Mariano Miguel de Val (Madrid, 1875-1912). Su labor recibió el premio ‘Sobresaliente cum laude’. Aquí, Beatriz de Val responde a algunas cuestiones para conocer mejor a este personaje que fue amigo de Cavia, Juan Ramón, Machado y, muy especialmente, de Rubén Darío.]
-¿Cuál es la relación de Val con Zaragoza? Dices que vivió aquí parte de su infancia... ¿Venía a menudo?
Él nació en Madrid aunque la familia paterna era aragonesa; de hecho el escritor borjano Romualdo Nogués era tío suyo y fue quizás de él de quien heredó el fervor monárquico que con su padre no compartía. Durante la infancia solo venía a Zaragoza en verano y en algunas fiestas, fue ya en su juventud cuando se instaló aquí un par de años para terminar los estudios y se prometió con la hija de una prima suya: Encarnación Pascual con quien contrajo matrimonio también aquí en 1904.
Lo cierto, es que tuvo siempre muchísimo apego a esta ciudad, desde niño les escribía cartas a sus primos contándoles lo difícil que le resultaba estar lejos y en 1902 en un artículo en el Heraldo de Aragón escribió:
"No puedo menos que sentir una satisfacción muy honda: la de verme a pesar de la distancia en comunicación con la tierra querida. Soy como aquel aragonés que cuando vino a las fiestas de San Isidro no podía dormir más que cara a su pueblo".
Para él cualquier ocasión era buena para exaltar las bondades de Aragón, de hecho fue uno de los miembros fundadores del Centro aragonés de Madrid en 1906 y el impulsor de otras muchas empresas culturales relacionadas con Zaragoza.
En 1875, año de su nacimiento, su padre trabajaba en Madrid: era magistrado y tenía un famoso despacho en el centro, era también presidente del Comité republicano federal del distrito de Congreso y un miembro muy activo del Ateneo, por eso no podía ausentarse mucho de la capital y allí nacieron allí sus dos hijos. En realidad, Mariano de Val aunque pasó la mayor parte de su vida en Madrid; allí nació y murió y desde allí, aunque haciendo continuas idas y venidas a Zaragoza, coordinaba las miles de cosas que tenía siempre entre manos.
-Dirigió el Diario de Avisos ¿Cómo fue ese período, qué tipo de director era, en qué se notó su mano?
Bueno, desde el año 1900 fue colaborador habitual del Diario de Avisos y también de El Heraldo de Aragón, donde tuvo una sección fija que se titulaba “crónicas madrileñas” con artículos realmente interesantes sobre la actualidad en la corte, que me han sido de grandísima ayuda para reconstruir su vida y recrear el pulso del Madrid de aquellos años.
Mariano Miguel de Val con Galdós y Machaquito II.
En el Diario de Avisos, ya desde 1900 escribía artículos que firmaba con el seudónimo Miguel de Samos. Fue a finales de 1907 y con los ojos puestos en el Centenario de los Sitios y en la Exposición Hispano Francesa, cuando asumió la dirección, buscando modernizarlo, renovarlo y ponerlo al nivel de los grandes diarios nacionales.
Bajo su mandato El Diario vivió, creo, la época más brillante de su vida, una época caracterizada por un inusitado hasta entonces interés por la literatura, que incluyó la publicación de cuentos y firmas de grandes escritores de todo el país, y un aire modernista general que lo enemistó con otros diarios mucho más conservadores como El Noticiero.
-¿Qué relación real tuvo con Juan Ramón, con Machado, con Rubén Darío?
Bueno, la verdad es que Mariano Miguel de Val era un conocido de todos en aquellos años, cuando comencé a buscar información en la prensa del momento, comprobé con asombro que no había una sola semana en la que no apareciera en los diarios alguna alusión a su vida, a sus empresas o a sus obras. Durante 4 años fue director del Ateneo de Madrid y fue allí donde trabó amistad con todos los grandes.
Con Juan Ramón tuvo una relación de cariño y admiración, De Val lo admiraba como poeta y Juan Ramón más como hombre, aunque no comulgaba siempre con su gusto por los actos solemnes y la fundación de Academias.
Rubén Darío. Su gran amigo.
Con Rubén Darío tuvo una relación mucho más intensa e íntima; se conocieron a través del amigo común Mariano Cavia y estrecharon su amistad cuando Rubén volvió en 1908 a Madrid con la misión de la Legación de Nicaragua. Podríamos decir que De Val fue el español que mejor lo conoció y más sinceramente lo ayudó en sus años españoles. Rubén se refería a él con las palabras: ¡hombre admirable, admirable! Compartieron mucho, ¡incluso casa!, porque cuando la legación atravesaba serias dificultades económicas, de Val decidió trasladarla a su propio domicilio para evitar el desahucio y hacerse secretario personal de Darío que también vivía momentos difíciles por culpa de sus desórdenes con el alcohol. Se reunían semanalmente para conversar y hacer versos, frecuentaban los cafés, sobre todo el Ideal Room en la calle Alcalá junto al amigo común Amado Nervo y a otros americanos residentes en Madrid. De Val llegó a escribir para Rubén cartas e incluso dedicatorias de sus libros. La correspondencia entre ellos revela una preciosa y sincera amistad.
-Escribió un ’Romancero de los Sitios’. ¿En qué estética se aliaría?
En realidad, él no lo escribió sino que lo compiló. Solicitó la participación de escritores de todo el país formar el Romancero. Organizó primero desde el Diario de Avisos un certamen en el que participaron más de 300 poetas, para seleccionar los mejores cantares. El primer premio lo ganó Carlos Fernández Shaw con un cantar titulado “La Torre Nueva”, con ese texto, los demás seleccionados y algunos otros, que no habían entrado en concurso como su propia “Jota de los Sitios”, armó el Romancero que publicó en su sello editorial “biblioteca Ateneo”. El estilo, al ser una compilación, es variado y diverso.
¿Cuál es su libro más importante?
Se titula "Edad Dorada" y fue publicado en 1905, es su más vasto poemario donde, como dijo su amigo Rubén Dario, "quiso poner la flor armoniosa de su juventud". Alternan las estrofas clásicas que van del soneto a la copla pasando por liras y madrigales. Sus amigos lo llamaban El poeta triste porque, como si algo por dentro le hiciera intuir la brevedad de su vida, dejaba entrever en sus versos la sombra de una profunda melancolía.
-Desde un punto de vista poético, ¿cómo definiríamos la obra de Miguel de Val? Es de la edad de Machado, ¿estaría cerca de él, en una estética muy distinta?
Su obra poética no es muy vasta entre otras cosas por su joven muerte. Lo cierto es que en su día fue un poeta aplaudido y respetado. Sus versos son de un modernismo alegre y poco militante que huye de extravagancias o estridencias y que se resiste al verso libre y a los temas no decimonónicos. Juan Ramón dijo de su libro Edad Dorada: me gusta porque es romántico y sentimental dentro de su pseudo-clasicismo aparente, otros lo alabaron por su “clásica modernidad”. (Ya se sabe que en aquellos días el debate entre modernistas y anti-modernistas estaba de actualidad y la definición de modernidad no estaba tan clara.)
Él admiraba mucho a Machado, de hecho declaró en más de una ocasión que le parecía el más hondo e inspirado poeta contemporáneo, fueron muy amigos y creo que a De Val le hubiera gustado mucho firmar los poemas de Machado.
Hablas mucho de la Academia de Poesía, un asunto controvertido. ¿Cuál fue su protagonismo real, el de Mariano Miguel de Val y el de la propia Academia?
La Academia de la Poesía Española que llegó a cobrar dimensiones extraordinarias es un único y olvidado episodio de nuestra historia cuyo fundador y motor fue Mariano de Val. La primera noticia escrita de la Academia de la Poesía data de 1909, aunque fue al menos cuatro años antes cuando se empezó a gestar en la mente de Val la idea de crear una casa cobijadora y protectora de los poetas españoles, que fuera algo así como las cortes de la poesía nacional. Es evidente que una idea con tales pretensiones no nace de manera espontánea sino como resultado de un proceso que, en este caso, responde a las particulares circunstancias de la España del cambio de siglo: que van desde el Desastre del 98 hasta la invasión modernista pasando por la incursión del positivismo que muchos interpretaban como principio del fin de la poesía.
La Academia de la Poesía tuvo un importante papel entre 1909-1912 como propagadora de la poesía y difusora y creadora de la estética castiza. La Academia estuvo directamente sancionada por los reyes y domiciliada en unos lujosos locales de la presidencia del consejo de ministros. Adhirieron centenares de poetas de España e Iberoamérica, la nómina de socios es extensa y no faltan los más grandes escritores de aquellos años ( los hermanos Machado, los hermanos Álvarez Quintero, Valle Inclán, Rubén Darío, Amado Nervo, Juan Ramón, Marquina, Martínez Sierra, Santos Chocano, Villaespesa...) Se organizaron veladas y concursos, premios, clases y homenajes, se editaron libros, no se hablaba de otra cosa en la prensa pero sus ambiciones, que iban mucho más lejos, no lograron sobrevivir a la falta de su director y la Academia dejó de existir el mismo día de agosto de 1912 en que moría Mariano de Val en su casa de Madrid.
Murió muy joven. ¿Hacia dónde derivaría, según piensas tú?
Según dicen las notas de prensa, murió a causa de una larga y penosa enfermedad, yo creo que era cáncer aunque no tengo muchos más detalles; en muchas fuentes se insiste en que el ritmo de trabajo febril que llevaba aceleró su muerte, lo cierto es que parece increíble que estando tan enfermo pudiera hacer tantísimas cosas.
¿Se pueden adquirir libros del poeta?
Lamentablemente, nunca se ha reeditado su obra, así que hay que leerlo en las primeras ediciones de principio de siglo. En una reciente antología de jotas creo que apareció alguna suya. Yo planeo añadir una pequeña antología al libro que preparo sobre su vida y obras y también me gustaría reeditar los artículos de la serie "crónicas madrileñas" y algún disperso más que son realmente interesantes. También, cuando buscaba papeles entre las cosas de la familia, encontré dos obras de teatro manuscritas e inéditas y a veces fantaseo con la idea de representarlas sino tal cual están reescritas y adaptadas con lo que ahora sé.
¿Su gran amigo aragonés fue Mariano Cavia?
Sí, de Val lo llamaba "el maestro" y según cuenta solían ir juntos al Café Pombo a degustar sus deliciosos sorbetes y charlar de Aragón y libros, Cavia participó en todas las grandes empresas de Val como la Academia, la revista Ateneo o los actos del centenario del Quijote y el de Los Sitios en Zaragoza. También tuvo mucha amistad con otros aragoneses como García Mercadal, los Royo Villanova o Rafael Pamplona con quien escribió a medias algunas obras de teatro que quedaron inéditas y cuyos manuscritos atesoro. En Zaragoza de Val era un conocido de todos con muy buenas relaciones y mucha influencia, de hecho, llegó a conseguir para su amigo Rubén Darío la Medalla de Oro de los Sitios.
ZARAGOZA / DESDE EL PILAR
Desde la altiva torre la vista se dilata
sobre las anchas cúpulas y esbeltos capiteles,
por la vasta llanura de frondosos vergeles
donde el Ebro sus ondas fecundantes desata.
Rico blasón heráldico, cuya bandera de plata
es el río que corta los múltiples cuarteles,
campos de trigos de oro, frutales y laureles
y musgosos ribazos floridos de escarlata.
La fértil vega, el huerto, la riente pradera,
llenan los infinitos cuarteles de colores,
y su casco de oro, de opulenta cimera
coronada de nubes como plumas de raso
blancas, azules, rojas de vívidos fulgores,
es el sol, que agiganta su incendio en el ocaso.
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María José -
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