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Antón Castro

SANTIAGO GASCÓN: NUEVA NOVELA

SANTIAGO GASCÓN: NUEVA NOVELA

SANTIAGO GASCÓN: LORI Y SU NUEVA NOVELA

Santiago Gascón es para mí, además de un amigo de hace unos cuantos años, el joven escritor que conocí en un taller que impartía Félix Romeo en Ibercaja. Y es, sobre todo, el autor de un espléndido libro de relatos: ‘Manila’ (Xordica). El próximo lunes firmará en la caseta de Xordica su primera novela, ‘Una familia normal’, donde cuenta la vida de una pareja con dos hijos que quizá se parezca algo a la suya. Solo un poco. Es una novela de invención y algún que otro desafuero. Santiago, que es un contador de historias, me manda esta foto de Lori Needleman. Me dice sobre esta fotógrafa: “Es una californiana que entró en la web de las bodas y se entusiasmó. Vino varias veces, ella trabajaba en Hollywood. Hasta que conoció a un Diego (el guía de la Torre del Salvador) y decidió quedarse con él para siempre. Es una fotógrafa estupenda, ha ganado un premio en USA por un libro ‘Mirada de España’. Ahora firman en pareja: Lori Needleman & Diego HE”. Y además de contarnos esta bonita historia de amor y fotografía me envía, a petición mía, un fragmento de la novela:

 

UNA FAMILIA NORMAL

 

Por Santiago GASCÓN. Xordica. Zaragoza, 2012.

 

 

 

Al volver del funeral de la tía de mi padre, encontramos al hámster de mi hermano, tieso en su jaula.

Había superado su media de edad, vivió durante más de dos años y medio. Pero era demasiada muerte para un solo fin de semana y Fran se encontraba desconsolado.

No sabía cómo animarle. Aquel ratón no tenía nada que ver conmigo. Jamás lo había tomado en mis manos como hacía él a diario.

Busqué una caja que me había regalado la abuela. Una caja de té pequeña, de madera, con letras de Ceilán, sea cual sea la lengua que allí se hablé. La forré de algodón, introduje ahí al animal y la cerré. Después la uní con cinta de embalar a una tabla de corcho y le pedí a Papá que nos permitiera realizar un funeral vikingo.

— ¿Un funeral vikingo?

— Sí — le dije, rociaremos todo con gasolina, lo arrojaremos al Ebro y así tendrá una despedida digna.

Papá nos prohibió utilizar combustibles. Teníamos muy malas experiencias con el fuego.

Aquella tarde llovía a cántaros. Dijo que era mejor realizar la ceremonia en el río Huerva. Al fin y al cabo, afirmó, todos los ríos van a dar a la mar.

A Fran le pareció bien, pasó la tarde pensando en el último recorrido de Sony, seguro que llegaba al Delta y, de ahí, al Mediterráneo. Fantaseaba con que un pescador siciliano lo encontrara y que Sony descansaría para siempre en una playa hermosa.

Bajamos al Huerva por las escaleras de Gran Vía. La zona escogida no nos permitía acercarnos a la orilla. El agua, por las lluvias de los últimos días, bajaba a mucha velocidad. Papá propuso lanzarlo con fuerza hacia el medio de la corriente. Así lo hizo y cayó boca abajo. Mi padre respondió que daba igual la forma de viajar, que antes de llegar a casa estaría en el Ebro y que el jueves emprendería viaje hacia las islas del Mediterráneo. Fran se quedó mucho más tranquilo.

Papá le dijo que le compraría otro hámster. Pero Fran bajó la jaula al contenedor de reciclaje y no volvió a nombrarlo nunca más.

2 comentarios

Lamia -

Yo también he llorado la muerte del hamster. Felicidades al autor.

santi -

Gracias, Antoncico. Qué sería de esta patria sin gente como Félix y como tú. Organizo un duelo fotográfico en Little Bull Square entre la Needleman y Patricio Julve. Eres el mejor.