ISMAEL GRASA EXPLICA A SOL ACÍN
Ayer, miércoles, a las 19 horas, en la Feria del Libro de Huesca se presentaba el libro ’Hora temprana. Poemas y cartas’ de Sol Acín, con prólogo de María Kusche e introducción de Ismael. Se trata de un libro emocionante y bello que da una nueva dimensión de la hija menor de Ramón Acín y Conchita Monrás. Le hice algunas preguntas a Ismael ayer y aquí están, al completo. El libro lo publica el Instituto de Estudios Altoaragoneses, las PUZ y la Fundación Acín. En el acto hubo un lleno absoluto.
-¿Cómo ves tú a Sol Acín, después de haber rastreado en sus círculos familiares, de amistad y de creación? ¿Cómo la definirías?
-Diría que como poeta, y como ser humano, fue una persona que no se protegió a sí misma, y que buscó cierta clase de sosiego y de autenticidad. Desde fuera puede resultar una figura algo extraña o enigmática, pero después de hablar mucho con sus amigas, y de leer sus cartas, uno descubre en ella una calidez profunda. Sencillamente sucedió que se desentendió muy pronto de hacer “carrera literaria”. No es raro entre poetas: escriben durante algunos años y luego dan un giro a sus vidas.
-¿Qué tipo de poesía escribe Sol, según tu perspectiva?
Es una poesía muy depurada y reflexiva. Hay un momento en que Sol Acín se describe a sí misma como “violentamente introvertida”, lo que valdría también para su poesía. Utiliza un lenguaje propio de la tradición de la mística castellana, a la que da un sesgo moderno que le venía de sus lecturas de la poesía francesa, y de autores como Rilke, Whitman o Miguel Hernández.
-¿Qué aporta esta poesía, alguna ya conocida, a su obra, en qué medida crecería como escritora?
En el libro que hemos publicado para la colección Larumbe se puede percibir, carta a carta y poema a poema, cómo se va gestando el mundo poético que daría lugar a la única obra publicada en vida por Sol Acín, En ese cielo oscuro. Hay también documentos que resultan simpáticos y muy significativos, como la crónica de una conferencia de Dalí que hace Sol a su amiga Maria Kusche en aquella España de los años cincuenta.
-¿Qué le aportó la amistad y la correspondencia con Miguel Labordeta?
La correspondencia con Miguel Labordeta, a comienzos de esos años cincuenta, se corresponde con el momento en que Sol Acín parece dudar sobre si incorporarse al mundo real de los poetas, con sus editoriales y sus publicaciones. Ella acaba de irse a vivir a Alemania, mientras que Miguel trabaja en el colegio familiar de Zaragoza. Son dos poetas jóvenes que se describen a sí mismos en sus cartas. A ella le molestan algunas bromas de Miguel y sus desdoblamientos irónicos, pero acaba venciendo entre ellos, sin llegar a verse, un sentimiento intenso de amistad y de camaradería.
*Las fotos de Sol y de su hermana Katia, la segunda, son de la Fundación Acín.
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