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Antón Castro

III DÍA. FERIA DEL LIBRO DE MADRID

 

Madrid, 27 de mayo. FERIA DEL LIBRO

 

Esta mañana, en el Pabellón de Actividades Banco Sabadell, los periodistas Angelo Crespi y Jesús Ruiz Mantilla han intercambiado sus impresiones acerca del periodismo cultural desde la perspectiva del sector italiano y español. Angelo Crespi, colaborador habitual del Corriere Della Sera, ha explicado en primer lugar el papel que ha jugado durante muchos años la “Tercera página” en los periódicos italianos. Creada por Alberto Bergamini a principios del siglo XX, la tercera página recogía críticas culturales, ofreciendo a la actualidad artística un lugar privilegiado en los diarios de la época. A partir de los años 50, las reseñas de “la tercera” han sido, poco a poco, relegadas al final de los periódicos, cambiando su denominación de “Arte y Cultura” a “Cultura, ocio y espectáculo”. Crespi ha explicado también la tradición literaria e intelectual de los diarios italianos que acogen en sus páginas multitudes de debates, incluso, hoy en día, debido a la falta de revistas especializadas y de publicaciones académicas de calidad. El periodista y antiguo asesor del Ministro italiano de Cultura ha recordado, además, una diferencia fundamental  entre el periodismo británico y el italiano. Si bien ambos se pueden definir como “medios ómnibus”, es decir, destinados a un público amplio (popular y elitista a la vez), los editores británicos tienen la obligación de segmentar su público para asegurarse las máximas ganancias económicas mientras los italianos conciben esta misma segmentación desde otra perspectiva. Desde sus inicios, “los periódicos italianos no han sido creados para informar sino para formar”. Esta concepción se explica porque los propietarios de los diarios no eran editores puros (cuyo único oficio era la prensa) sino que eran partidos políticos, industriales o asociaciones religiosas que utilizaban sus diarios como vías de difusión de sus ideas. Hoy en día, las páginas de la sección cultura ya “no son una brújula en la producción masiva de la industria cultural” que desde los años 70 se ha convertido en un actor determinante en el crecimiento o hundimiento de las publicaciones periódicas.  “Los críticos no tienen utilidad para esta nueva industria cultural ya que no ayudan a vender masivamente”, señala Crespi. Y ha puesto como ejemplo concreto la publicación de un libro. Los periodistas sometidos a la presión de sacar exclusivas se ven obligados a adelantarse a la publicación de los libros. A esta presión se suma la concentración entre editoriales y grupos de prensa y el trabajo activo de “ocupación mediática del terreno” por parte de los gabinetes de comunicación. Todos estos elementos conducen a una saturación de información sobre dicho libro antes de que se ponga a la venta en las librerías. Como resultado, la crítica del libro ya no interesa y no se publica porque llega después de una intensa cobertura. ¿Para qué publicar una crítica cuando se lleva hablando del libro desde hace 15 días? Es ya actualidad pasada. Así,  las entrevistas han sustituido de alguna manera a las reseñas críticas. Crespi llama a este fenómeno “infotainment” y sucede, por ejemplo, cuando el hallazgo de un manuscrito de Dante sale en la sección “sucesos” y no en la de “cultura“.

 

Jesús Ruiz Mantilla se ha mostrado más positivo y esperanzado al respecto. Primero porque el contexto español no se corresponde al italiano. El fenómeno cultural en sí ha sido aniquilado durante muchos años y ninguna idiosincrasia ha podido emerger antes de la transición, cosa que no pasó en Italia, país de fuerte idiosincrasia cultural y artística. Segundo, “cómo no ser optimista en España cuando hace 10 años no había industrias culturales y ahora representan el 4% del PIB”. Este auge se explica en buena parte, según Mantilla, por el papel de agitadores culturales de muchos periodistas a partir de la transición. Desde esta época, los medios han sido conscientes de la necesidad de dar cobertura a la agitación cultural que vivía el país. A nivel europeo hemos pasado de la concepción elitista alemana que predominaba antes de la Segunda Guerra Mundial a la influencia del periodismo a la francesa hasta los años 80, influencia que ha cedido el paso a la cultura anglosajona en la que impera el eclecticismo.  “Asistimos a una explosión de variedad cultural sin complejos”, dijo Mantilla. Esta explosión permite satisfacer de manera masiva los gustos de los lectores ya que las páginas de cultura incluyen cada vez más disciplinas, incluidas las más contemporáneas. Mantilla ha recalcado que se ven solicitados por tantos agentes externos que, al final, se anulan entre sí y dejan al periodista ejercer su  libertad de criterio. Pero, a pesar de esta sensación de que el periodista escribe lo que le apetece, “ejercemos con mucha consciencia y responsabilidad en nuestras prescripciones porque, si no conseguimos convencer a los lectores con nuestras recomendaciones,  se van a otra selva ecléctica y a otro medio”.

 

Esta tarde, el editor Walter Barberis ha protagonizado el homenaje al intelectual y editor italiano Giulio Einaudi. Barberis ha recorrido la biografía de uno de los personajes claves de la Italia del siglo XX, comprometido con la libertad y la innovación intelectual. Comparando los inicios de los tres grandes editores italianos, Mondadori, Rizzoli y Einaudi, Barberis ha subrayado una diferencia rotunda entre por un lado Mondadori y Rizzoli, ambos huérfanos y artesanos tipógrafos, y Einaudi, hijo de una acomodada familia burguesa. Cuando los dos primeros habían sido formados en la consciencia del libro como objeto industrial, Einaudi ha sido educado en el colegio de la élite piamontesa en Turín en el seno de una rica familia de terratenientes, cuyo padre, docente de universidad llegará a convertirse en el segundo Presidente de la República Italiana. A los 21 años, después de abandonar una carrera en medicina y con el beneplácito de su padre, Einaudi crea su editorial en una Italia en la que el consenso sobre las ideas fascistas era muy amplio. Ferviente admirador de los EEUU de Roosevelt, el joven editor decide publicar monográficos explicando el modelo económico liberal estadounidense; publicaciones que sonaron como un acto de oposición al régimen fascista que se había instalado en Italia con un modelo dirigista de economía. A los pocos años, decide lanzar una nueva revista, La Cultura, cuyo logotipo fue toda una declaración de intenciones. Un avestruz (animal conocido por su sólido estómago) con un clavo de hierro en el pico y el lema “El espíritu puede digerir hasta las cosas más duras”. A lo largo de su vida, mantuvo esta actitud de militancia firmemente anclado a la izquierda de la izquierda (Einaudi consideraba a los comunistas como políticos de derechas), que contrastaba con su estilo de vida bastante conservador, según Barberis. Si bien su oposición al fascismo le valió el exilio,  su labor a favor de la difusión de las ideas ha sido capital en la historia reciente de Italia.

 

Por su parte, Manuel Rivas ha adelantado en la Feria del Libro algunos fragmentos inéditos de su próximo libro, Storyboard (Murmullos de infancia y juventud), que la editorial Alfaguara publicará en otoño. Se trata de una obra que contiene relatos sobre la infancia del escritor gallego.

 

Como adelanto de Storyboard (Murmullos de infancia y juventud), Rivas ha leído al público congregado en el Pabellón de Actividades Banco Sabadell tres fragmentos titulados: “El primer miedo”, “Sentado en la maleta del emigrante” y “El maestro”.

 

La lectura también ha incluido partes de las últimas obras de Rivas: Lo más extraño (un volumen de cuentos), Todo es silencio (una novela llevada al cine por José Luis Cuerda, con estreno previsto para el otoño de 2012) y La desaparición de la nieve (un volumen de biodiversidad poética en gallego, castellano, catalán y euskera).

 

Manuel Rivas es narrador, poeta y periodista. Nació en A Coruña y desde muy joven trabajó en prensa. Su obra literaria está originalmente escrita en gallego. El lápiz del carpintero, su novela más traducida, está publicada en 27 idiomas.

 

Para terminar la jornada, Jordi Sierra i Fabra, uno de los autores más reconocidos de la literatura infantil y juvenil en España, ha presentado su último libro Quizás mañana la palabra amor (SM). Una obra en la que los lectores seguidores del autor catalán encontrarán personajes que dan segundas oportunidades al amor, a la vida… La historia está protagonizada por Dora e Hilario, dos jóvenes que tendrán que superar el dolor para poder mirar al futuro con esperanza.

 

 

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