JOSÉ MANUEL BLECUA TEIJEIRO: POEMA PARA VICENTE ALEIXANDRE
[Hace unos días, durante el pregón de la Feria del Libro, Paco Pons y José Manuel Blecua hablaron de este poema de José Manuel Teijeiro, padre del director de la Real Academia de la Lengua, dedicado al autor de ’Sombra del paraíso’. El librero Paco Pons conservaba una copia y ha tenido la gentileza de enviármelo con esa nota.]
HISTORIA DE UN POEMA
Por Paco PONS
Este poema fue publicado en el diario zaragozano EL NOTICIERO, si bien no conservo la fecha exacta.
Yo calculo que debió de ser hacia el año 1950 y todavía era “mal vista” por los censores del Régimen la sola mención al poeta Vicente Aleixandre, a quien se le reprochaba sus malas amistades con los otros poetas de la Generación del 27.
En el citado diario había una plaza de censor, ocupada por un sacerdote zaragozano. Era un hombre culto, bibliófilo y coleccionista de libros de poesía. Hizo lo que deseaba, no lo que le habían ordenado, y por eso se publicó un poema dedicado a un poeta casi maldito.
Mi padre –el librero Paco Pons (1909 – 1969)– era amigo de juventud del Dr Blecua y guardó el poema, por temor a que se pudiera olvidar este bello texto. Ciertamente, no era neutral, porque nadie lo somos ante las obras de nuestros amigos.
Por otro lado, la faceta de poeta del Dr. Blecua no era – ni es ahora – apenas conocida. Quienes sepan valorar la poesía opinarán con mejor juicio que el mío sobre la belleza de este poema.
Paco Pons, librero.
UN POEMA DE JOSÉ MANUEL BLECUA TEIJEIRO (1913-2003)
VICENTE ALEIXANDRE
Muérdete tus entrañas de violeta
y las auroras recién nacidas olvidarán sus nombres.
Recordarán el tuyo,
ancho como el desierto y profundo como la nada.
Arráncate los lirios que te brotan en el cerebro
cuando las insomnes horas
galopan estremecidas por el alma.
Arráncalos. Lánzalos como flechas ardientes
a las criaturas ateridas
que tiritan bajo las cavernas de la noche.
Lánzales las purpúreas rosas de tus sienes,
las rosas de tu corazón,
las de tus manos y las de tu amada.
No escondas en tu pecho
los amorosos huracanes,
cuando todas las voces
engarfiadas las manos – mármoles ya sin venas–
te miran suplicantes, hondo mar, ancho río de lirios.
No tengas escondidos en tus labios
los millones de ruiseñores,
los cientos de calandrias y violines
que están gritando juntos
la más tierna canción de nuestros tiempos.
Suéltate ya la sangre de las enamoradas venas,
desgárrate tu frente de jazmines,
los cristales de tus ojos – claros cielos de días –
las noches de tus noches,
las plumas de tus alas.
Conviértete, por fin, en lluvia, en río, en mar, en mundo,
en madre y niño,
en flor enamorada,
en suave leopardo
o en claridad de estrella.
*En la foto, José Manuel Blecua Teijeiro.
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Juliana González -