RETRATO DE FÉLIX TEIRA
Félix Teira (Belchite, 1954) es uno de esos narradores que respiran verdad. Energía, rabia, intensidad, lucidez: diversas formas del temblor humano. Es alguien que ama la vida y sus pequeños arrebatos. La literatura para él se hace de experiencia, de memoria e invención, y se hace con palabras y con personajes. Aunque es un hombre bondadoso y dulce (será difícil encontrar a alguien que diga lo contrario), también es un escritor contumaz, casi feroz, crítico. La literatura para él es algo más que un ejercicio estético: es un instrumento para denunciar, para combatir la injusticia, para rebelarse. Puede ser un aguijón y un fogonazo, y es siempre un territorio abonado de sensibilidad. Cree que la palabra, el viaje y el conocimiento transforman, cree que se pueden contagiar emociones, sentimientos, mundos, pero sostiene libro a libro que este es un mundo mal hecho, lleno de heridas, de poros, de sombras y quizá de violencia. Félix es un escritor de raíz: es alguien que ha crecido y soñado vinculado al paisaje, al dolor, a las tierras agrietadas de Belchite. Se sabe todas las historias del pueblo viejo, conoce el secreto y la música de los olivos, ha probado casi todos los vinos, ha vivido la caligrafía de cada estación escrita en el campo. Es un escritor que emprende aventuras: es duro con el acero, filoso como un puñal; cuando se trata de denunciar ahí están libros como ‘Gusanos de seda’, ‘Brisa de asfalto’ o ‘La violencia de las violetas’; ahí están libros desesperados y precisos como ‘Sueño de borrachos’ o ‘laciega.com’. Es tierno cuando se dirige a los jóvenes: les muestra caminos, les afila la sensibilidad, les ayuda a ser más libres. Algún día redactará la novela que no se ha escrito de Belchite: Félix Teira la lleva en la memoria, en la cabeza y en el corazón.
*Hace unos días me pidieron un retrato del escritor Félix Teira Cubel. Así veo yo a este escritor honesto e intenso.
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