SERGIO GALARZA, UN DIÁLOGO
LITERATURA. Sergio Galarza. Nacido en Lima en 1976 y afincado en España, el autor de ‘Los Rolling Stones en Perú’ y ‘Paseador de perros’ acaba de presentar en Zaragoza, en la librería Los Portadores de sueños y en compañía de Ismael Grasa, ‘JFK’, una ‘road movie’ que transcurre entre Madrid y Estados Unidos, en la que su protagonista se prostituye.
“La literatura no es la Liga de fútbol,
aquí no se desciende de categoría”
“Siempre intento crear personajes a los que
no se les borren nunca los nombres”
“Toda mi literatura está marcada
por la experiencia del periodismo”
Antes de ‘JFK’ (Candaya, 2012) publicó usted ‘Paseador de perros’ (Candaya, 2009). Ahí aparecía ya un joven llamado así…
Cierto. En realidad, ‘JFK’ es la segunda novela de una trilogía. Y el principio de todo quizá esté en un cuento mío: ‘El mapache’. Allí vi que con ‘Paseador de perros’ empezaba una trilogía.
¿Cómo era el JFK de esa primera novela?
No era exactamente igual que el de la novela que acabo de presentar en Los Portadores. Andaba por allí, era como el jefe de la pandilla, pero también le he otorgado muchos detalles nuevos. Me permito muchas licencias literarias, y en la tercera novela reaparecerá con nuevos matices y aventuras. Igual que sucede con otros personajes. Así le obligas al lector a volver atrás, a que tenga presentes los personajes y la trilogía completa.
En cualquier caso, ¿qué historia quería escribir?
La de un personaje que intenta redimirse. Que intenta hacer el bien, pagar sus culpas.
¿Qué culpas tiene que pagar?
Se siente culpable de la muerte de El Chico de la Moto, muy importante en el primer tramo del libro. Y, de algún modo, de la separación de sus padres. JFK es, por tanto, un joven descarriado, a la deriva, que busca su propia tranquilidad, apaciguar su conciencia. Y en esa búsqueda, en esa aventura, hay muchas cosas: determinadas películas, series de televisión, programas de radio, canciones.
En ‘Paseador de perros’ había muchas cosas reales, autobiográficas. ¿Y aquí?
También. Lo que se cuenta está inspirado en algo que le sucedió a un amigo mío y también a mí. Intenta construir una novela de formación, casi una ‘road movie’ con muchas herramientas, entre ellas mi propia condición de librero de la sección de libros de autoayuda.
No hemos dicho todavía que JFK acaba vendiendo su cuerpo y eso le lleva a conocer una compleja fauna de criaturas.
Criaturas tan solitarias como él. La fauna que aparece en su vida, en las carreteras, en los moteles, en bares, es muy propia de estos tiempos. Y yo quería que todo estuviese muy conectado, quería contar qué hacen, cómo viven, cómo aman, qué comen… Hay de todo: hombres que solo quieren un rollo rápido o mujeres como Mandy, de Idaho, que anhelan algo más.
Decía el profesor y narrador Ismael Grasa que este libro se parece un poco a los de John Fante.
Es un escritor que me interesa mucho. Desde luego. Es el autor de libros como ‘Pregúntale al polvo’ o ‘Espera a la primavera, Bandini’. Hay ciertas semejanzas entre nuestros héroes, pero a mí lo que más me interesa de él no son sus personajes marginales, esos tipos pintorescos y extraños, sino otras cosas como los aspectos sentimentales o cómo describe el enamoramiento. Igual me sucede con autores como Henry Miller o con Charles Bukowski. No busco en ellos lo escatológico o lo sexual, sino lo más sensible.
¿Qué otros autores le interesan?
Mi paisano Julio Ramón Ribeyro. Es un maestro, un autor que mezcla trayectoria y vida, un escritor que reflexiona sobre las dificultades que genera escribir, sobre los conflictos morales. Y hay algo en él que me interesa mucho: es un ilustrado en muchos temas. No solo consume literatura: le apasiona, por ejemplo, la filosofía. Ribeyro me ayuda mucho, y a la vez es un autor al que es imposible copiar. Es alguien que te habla del mundo. También me interesan Alberto Fuguet y Alan Sillitoe, entre otros.
¿Por qué ha titulado la novela ‘JFK’, que da lugar al equívoco?
Porque el protagonista se llama así, y porque siempre intento crear personajes a los cuales no se les borren nunca los nombres.
¿Cómo define el estilo del libro? ¿Es sobrio, es despojado, es frío, periodístico…?
Yo creo que mi literatura está marcada por la experiencia del periodismo, tanto en el reportaje como en la crónica. He tenido algunos maestros de escritura como Oswaldo Reinoso y Jorge Eslava, entre otros. Julio Villanueva Chang me enseñó a acercarme a la ficción y al periodismo narrativo: me enseñó algunas claves sobre la economía del lenguaje, el uso de los adjetivos.
¿Qué le da la literatura?
La literatura me obliga a relacionarme con la gente, me obliga a leer a mis contemporáneos, y como escritor intento tener libertad de juicio. A mí me gusta el fútbol, lo practico, pero puedo decirle que la literatura no es una Liga de fútbol, no se desciende de categoría, es un mundo más amplio y más enriquecedor: nos alimentamos de los demás y yo descubro a menudo libros que son muy buenos.
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