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Antón Castro

FERNANDO SANMARTÍN: UN CUENTO

FERNANDO SANMARTÍN: UN CUENTO

RESPUESTAS

 

Un cuento de FERNANDO SANMARTÍN

 

Se lo dijo una echadora de cartas: «Te llegará la felicidad muy pronto. Te llegará dentro de 45 días». No daba crédito. Pensó que era una farsa, que la cartomántica utilizaba una frase hecha, que la felicidad no es fácil de predecir. Fue a la echadora de cartas porque un amigo suyo, Billy, también iba. Fue con la inocencia del que no sabe adónde va.

Cuando volvió a casa hizo las cuentas. Cogió un calendario, tachó los días y tuvo la certeza de que la echadora de cartas le había leído el pensamiento. Es la telepatía. Porque sus vacaciones comenzaban, precisamente, en esa fecha. Y en vacaciones lo normal es ser feliz, cada cual de forma diferente, y por eso algunos se desvisten por las calles, beben cerveza como si hicieran barranquismo o buscan el sexo igual que un buscador de oro.

«Te llegará la felicidad muy pronto, en 45 días». Se le quedaron dentro esas palabras. Y pensó que, de ser ciertas, debería esperar la felicidad en un lugar apropiado. Ir, por ejemplo, al casino de Montecarlo o, más cerca, a uno de esos salones donde los adictos al juego meten sus monedas en las máquinas tragaperras como el que lanza piedras a un estanque. O ir a un monasterio para encontrar a Dios, para preguntarle por cosas sencillas cuando lo sencillo es lo más complejo. O propiciar una cita con la mujer a la que ama en secreto, una mujer que trabaja en una perfumería, una mujer a la que mira como se mira el horizonte.

Billy, su amigo, un motero del barrio de la Almozara, es quien lo llevó a la echadora de cartas. Billy se toma en serio lo de adivinar el futuro, lo de la astrología, las grabaciones espectrales, el destino trazado, los ovnis, el más allá y todo eso.

Pasaron los 45 días. Y comenzó las vacaciones. No fue a ningún sitio. No hizo nada especial. Y el primer día, cuando estaba echándose una siesta, se incendió su casa por un cortocircuito que provocó un cable pelado. Le entró humo en los pulmones. Lo llevaron al hospital y se repuso pronto. Supo, eso sí, lo que significa respirar con una mascarilla de oxígeno. Y supo lo que significa la sirena de una ambulancia cuando vas dentro. Billy acudió al anochecer. Le cogió la mano y pronunció tres frases: «La única felicidad es estar vivo. Ella te lo anunció, nunca se equivoca. La putada es que el incendio no apareció en las cartas».

 

*Fernando Sanmartín (Zaragoza, 1959) es poeta y narrador y técnico cultural de la Aljafería. Es autor de libros como ’Te veo triste’ (Xordica, 2012) y ’El llanto de los boxeadores’ (Isla de Siltolá, 2012). Este cuento aparecía ayer en ’Heraldo’. La foto es de Sylwia Makris.

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