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Antón Castro

ANTONIO FERRES: POESÍA EN GADIR

 

 

[Hace unos días, Pepito Fernández Moreno de Librería Antígona  me habló el nuevo libro de Antonio Ferres (Madrid, 1924), un hermoso poemario: ‘La urraca y los días iluminados’, que ha publicado Javier Santillán en el sello Gadir. Le pido una selección de textos y aquí están seis poemas del volumen. La foto de Ferres es de El imparcial.es]

 

EL FUSILADO

 

Era finales de marzo, y hacía viento… Pasaba

una fila de prisioneros… Llevaban los monos rotos, con

las insignias arrancadas.

(De Los vencidos, Primera parte)

 

 

He llegado a la tapia

donde he muerto joven

 

marzo aún

y retoñan los árboles.

 

He llegado alegre

hasta la muerte

 

sin ser viejo nunca.

 

He llegado mirando

la calle donde tú naciste

el portal fresco de tu casa

donde te besé un día.

 

He llegado contento

como si la revolución triunfase

y ya fuéramos libres.

 

He llegado a la tapia

y he mirado los ojos de los otros

cerrados mientras disparaban

los fusiles.

 

He mirado sus párpados oscuros

y he visto a contraluz las torres

las campanas en las que se posan

los pájaros

 

marzo aún

todavía.

 

He llegado a la tapia

donde he muerto joven

he llegado pensando

otra vida que existe en otra parte

en otra ciudad contigo

como en el portal fresco y callado

de tu casa.

TE HE ESPERADO EN

LOS CONFINES

 

A Isabel García

 

Te he esperado siempre

como leche o pan o agua

 

te he esperado

desde antes de que fueras tú

 

te he esperado

desde que me nace la memoria

y del cielo caían astros

y se estremecía la tierra.

 

Te he esperado

igual que en la avenida

donde oigo el temblor de los pasos

de las tropas enemigas

 

Te he esperado como los pájaros

que miran de perfil el mundo.

 

Te he esperado aún

cuando veo la tarde adormecida

en el espejo del café

que todavía existe como una estampa

antigua.

 

Te he esperado rezando

en un tiempo escondido en las partículas

y que a la vez se expande a los confines

 

un espacio que llega

hasta donde a lo mejor estás

 

donde te he esperado siempre

como leche o pan o agua.

 

EL INSTANTE

 

A Lana

  

En este instante

está deshaciéndose la nieve

en el tejado de este año

 

está tan tibio el sol

en este instante

que vienen conmigo hombres

como recién resucitados

 

y mujeres con sudarios blancos.

 

En este instante

canta un gorrión en el tejado

y está deshaciéndose la nieve

 

mientras la tierra brilla como fuego

en este instante

 

mientras hay caminos

con hombres iguales que nosotros

 

y ciudades donde aún no he nacido.

  

 

 

EL ALIENTO BRILLANTE DE LA VIDA

  

 

Estar en el aliento brillante de la vida

el tiempo inmenso de la tarde

donde aún somos jóvenes desnudos

 

estar cuando las sombras tiemblan

en la alcoba

 

cuando el viento agita los nogales

en un sueño de años como nubes

 

y se oye la alarma ronca del tornado

y no te importa otra vez vivir conmigo

 

otra vez otro año y otra vida

 

vivir en el aliento brillante de los árboles rojos

del verano indio

 

en el siguiente mundo y tu suave piel

en las praderas abiertas a los vientos.

 

 

 

LAS ESTRELLAS DESHECHAS

 

 

Mira, nosotros somos esas hojas que caen..

No, somos esto, sin más.

¿Te refieres a todo esto, el aire,

las hojas, el sol en la arena..?

Sí.

Miguel Ángel Bernat

 

 

Ha pasado sin ti el mundo

y busco aún la esperanza

el temblor del aire

el vacío que dejaron

las deshechas estrellas

 

y no sé cuándo nacerán

de nuevo los árboles

que nos cobijen

ni en qué montañas

encender un fuego.

 

 

HASTA LOS MESONES CON VINO Y DANZAS

 

Quizás haya un poema

una voz nacida detrás del fuego

de las estrellas

que cuente por qué es terrible el mundo

 

por qué lloramos o nieva

 

por qué ansío el camino contigo

cabalgando a lomos de caballos

que mueren

 

por qué devoramos la vida cada día.

 

Quizás una voz del Universo

que cuente imágenes temblorosas

 

el hambre interminable

 

leves seres que siguen

reglas nacidas del fuego

del átomo primero

 

hasta llegar al jardín de Melibea

a mesones con vino y danzas

hasta esta hora

cuando pienso en una voz

jamás nacida.

 

*Todas las fotos son de Max Dupain.

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