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Antón Castro

CHAVELA VARGAS: DESGARRADO CANTO

CHAVELA VARGAS: DESGARRADO CANTO

CHAVELA VARGAS: CANTO DE AMOR, LOCURA Y TEQUILA

No soy un experto en Chavela Vargas. La he oído muchas muchas veces: la oigo ahora. La oigo en ‘Luna Grande’, su homenaje a Federico García Lorca, el poeta de su vida, como fue  también su poeta José Alfredo Jiménez. La oigo en sus grandes éxitos: ‘Piensa en mí’, ‘Volver, volver’, ‘La macorina’, ‘La llorona’, ella ha sido probablemente la mejor llorona de la canción mexicana y eso es como ser campeón olímpico de canto desesperado. Nacida en Flores, Costa Rica en 1919, casi toda su vida transcurrió en México: allí cantó sola, con su guitarra y con su poncho; cantó con mariachi, cantó los temas de Jiménez y de Agustín Lara.

Bebió más que nadie: tequila. Cerraba las tabernas, cantaba con hondura febril temas eternos y amaba con locura a las mujeres. Y las mujeres la amaban a ella: Frida Kahlo la vio y despertó su anhelo antiguo; dijo que si se lo hubiera pedido o insinuado la hubiera amado. Poseía una voz lenta y arrastrada, un voz que parecía brotar de la noche y sus cuevas más tenebrosas, con su melodía hiriente y desgarrada, con una mezcla de alarido y quejío. Cantaba letanías. Cantaba al corazón sacudido. Y estremecía la sangre y el deseo a quien la oía.

Y eso le ocurrió a Joaquín Sabina, a Lila Downs, a Pedro Almodóvar, a Werner Herzog, a Luz Casal, y a tantos y tantos otros que la oyeron y ensalzaron su canto. Almodóvar la recuperó para ‘Tacones lejanos’ y recuperamos a un mito, a una mujer peligrosa y libre, de esas que tiene una conexión extraña con el sexo y la muerte y con la intensidad de vivir. Y ella descubrió la cuna de la poesía: la Residencia de Estudiantes, donde solía oír al fantasma de García Lorca en sus resurrecciones, su poeta. Su loco enamorado. Julio Alejandro de Castro, el guionista de Luis Buñuel, el amigo entrañable, me contó una anécdota maravillosa: en sus conciertos en México, en esas peligrosas noches de puñales, de locas pasiones, de pistolones y de tequila, ella cantaba y ante ella estaban todas sus amantes, o muchas de ellas: las que lo habían sido, las que lo eran, las que aspiraban a serlo algún día.

Me encantó esta foto de una de las grandes fotógrafas de prensa española, que publica hoy ’El País’: Marisa Flórez.

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