'DÍAS DE FIESTA': JOSÉ LUIS CORRAL
DÍAS DE FIESTA
José Luis Corral (Daroca, 1957) es escritor y profesor de Historia Medieval. Presidente de la Asocación Aragonesa de Escritores, publica ‘El enigma de las catedrales’ (Planeta, 2012)
“En Zaragoza no existe el concepto de ‘forastero’”
“Lo he pasado muy bien con Marianico ‘el Corto’”
Antón CASTRO / Zaragoza
¿Qué significa el Pilar para usted?
No soy muy de fiestas, porque no me gusta que me programen nada y menos la diversión, pero me encanta que la gente lo pase bien, con eso me conformo.
¿Qué es lo que más le gusta o le disgusta?
Me gusta la gente en la calle, la alegría, ciertas actitudes de
desinhibición. Me disgusta mucho la suciedad y la falta de civismo, el que algunos crean que por estar de fiesta vale todo y se puede dejar la ciudad hecha un asco.
¿A qué recuerdos están asociados estos días?
En la niñez al ferial de atracciones, con mis padres viniendo desde
Daroca. En mi juventud, a las noches de juerga con los amigos. Y ahora, en la cincuentena, vivo el Pilar con cierto desapego.
¿Qué suele hacer? ¿Cuáles son sus espectáculos favoritos?
Apenas me he quedado en Zaragoza durante las fiestas en los últimos años. Cuando mis hijos eran pequeños, los espectáculos favoritos eran los juegos en el parque Bruil, los fuegos artificiales, los pasacalles, y la música en las calles y plazas del Casco Histórico. Los días que estoy en Zaragoza paseo por las calles y voy a algunos espectáculos que me interesan.
¿Cuál es su lugar predilecto?
En fiestas, sin duda el Casco Histórico, cualquiera de sus placitas.
¿El Pilar es tiempo de charangas, de Gigantes y Cabezudos, de circo, de teatro, de grandes conciertos, de aventuras amorosas...?
Claro. Y también de madrugadas sin prisas, de calles llenas de
gente, de tiempo detenido, de olvido de las penas cotidianas...
Si tuviera que contarle a un foráneo las claves de las fiestas del Pilar, ¿qué le diría?
Que la calle es de la gente, que en Zaragoza, y en Aragón en
general, no existe el concepto de “forastero”, que, salvo en algunos
casos, la calle y las fiestas son de todos.
Hablemos de gastronomía. ¿Cuáles son sus preferencias?
Me encanta el tapeo, pero me agobia tanto personal acumulado en torno a una barra. Disfruto mucho yendo de tapas por el Tubo, por el Coso Bajo o por las calles adyacentes al Paseo de la Independencia y a la Plaza de los Sitios. Pero prefiero un buen almuerzo o una cena en cualquier restaurante tranquilo.
¿Qué le dice la Ofrenda?
Que si el poder político coincide con los sentimientos de la gente, un “invento” reciente, como la Ofrenda de flores, se convierte en una tradición que parece secular.
¿Cómo se vive el Pilar desde la literatura y la historia?
Desde la literatura apenas se vive, pues esos días nadie tiene
tiempo para dedicar un minuto a la lectura. Desde la Historia como un fenómeno a estudiar, pero cuando acaban las fiestas.
¿Recomendaría algún libro para estos días?
He terminado ‘Marozia’, una novela histórica del poeta Emilio Quintanilla Buey, que, aunque habla de los papas en el siglo X, da mucho que pensar. Pero, en fiestas, pues también recomendaría cualquiera de los libros del dúo de entrañables “gamberros” del humor que forman Joaquín Carbonell y Roberto Miranda.
¿Cuáles serían las dos o tres mejores anécdotas que ha vivido?
Hace tres años vino a mi casa, por estas fiestas, un amigo de mi hijo que reside en Madrid. Tenía rastas en el pelo y vestía como Bob Marley. Íbamos por la calle Alfonso y alguien se acercó para preguntarle si era músico. Yo me reí, porque ese chico había ganado el primer premio como mejor alumno de matemáticas de España. Y es que, hasta en fiestas, las apariencias engañan. Y la cara de asombro de mis dos hijos cuando, con 5 y 7 años, les hicieron una caricatura en el Paseo de la Independencia. Ninguno la quería porque decían que no eran ellos.
¿Quién ha sido el gran personaje de sus ‘Pilares’?
Desde el punto de vista “mítico”, un Francisco de Goya en una obra de teatro de hace unos años. Y algo más terrenal: aunque parezco un tipo serio, y esto puede parecer banal, lo he pasado muy bien con Marianico ‘el Corto’, con el cual he compartido alguna cena y muchas risas.
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