ELOY TIZÓN: UNA ENTREVISTA
Eloy Tizón “En mis cuentos hay un
fondo de llanto que se escucha a lo lejos”
“A veces al escribir
entramos en el verdadero mundo”
“Escribir es recobrar una
lucidez que no siempre tenemos”
[El escritor madrileño presentó en Zaragoza la reedición ampliada, un cuarto de siglo después, de ‘Velocidad de los jardines’ en Páginas de Espuma]
‘Velocidad de los jardines’ cumple 25 años. Se escribió en parte en Zaragoza, donde el autor, Eloy Tizón (Madrid, 1964), hacía el servicio militar. Se ha convertido en un mito del relato en castellano.
-En el texto portical ‘Zoótropo’, donde recuerda la historia de ‘Velocidad de los jardines’, dice: “Escribir es como salir de un coma profundo”
-Es una frase que entenderán los escritores. Porque muchas veces tenemos la sensación de que al escribir entramos en el verdadero mundo o que el mundo cobra un relieve que antes no tenía. Es decir, el mundo de las obligaciones cotidianas es un mundo un poco anestesiante y la escritura es salir de ese coma. Recobrar una lucidez que no siempre tenemos.
-El proceso de redacción del libro le cambió por completo, ¿no?
-Bueno, por completo es una palabra muy fuerte. Pero sí, claro, es mi primer libro y es donde tengo conciencia de que puedo ser escritor. Durante los primeros años uno lo que emprende son, sobre todo, tentativas. Yo era consciente de que eran cuentos digamos peculiares, muy literarios, que tal vez tuviera dificultades para publicarlos o que no se publicarían nunca.
-¿Lo dice porque eran cuentos poéticos’
- Sí, son cuentos líricos. Es una apuesta por la narrativa lírica, además en un momento en el que yo creo que la literatura en general no iba por ahí. Los años 90 eran la época del realismo carveriano (de Raymond Carver), el realismo sucio está en pleno apogeo. Y entonces yo salgo con una especie de artefacto lírico que se aparta de eso, que no sé bien como va a ser tomado y que ni siquiera sé si voy a encontrar una editorial.
-La encontró y en Anagrama, nada menos. ¿Recuerda el primer cuento?
- ‘ Los viajes de Natalia’ fue el primero, aunque el primero que aparece en el libro sea ‘La carta a Nabokov’. Pero digamos que ese cuento fue el que me convenció de que yo podía dar el paso de la poesía a la narrativa. Yo hasta ese momento había escrito poesía y ese es el primer cuento en que empiezo a manejarme con personajes, con situaciones donde introduzco cierto movimiento narrativo. Empecé a creerme que yo podría escribir narrativa.…
¿Encontró eso que se denomina una voz?
-Yo creo que hay una prueba, en diferentes registros, para buscar cuál era mi voz. Y para encontrar la música del libro. Creo que es un libro que se va haciendo un poco en términos musicales. Motivos que desaparecen, que reaparecen, ciertos estribillos, me parece que tiene una estructura que es, en cierto modo, más musical que narrativa. De hecho, cuando apareció se le reprochó (aunque en general fue bien acogido), que era poco narrativo. Uso ambientes que todos reconocemos, pero mirados a través de un filtro fotográfico que los vuelve un poco extraños, y ese es un filtro poético para mí.
-Otra frase: “La imagen como la última de las historias posibles”.
- Es del escritor cubano José Lezama Lima. Trabajaba en un tipo de relato que no es un relato de argumento, no depende de los giros imprevistos, no se trata de descubrir el culpable del asesinato, sino que trabaja más bien con texturas emocionales. Y ahí fue un gran apoyo encontrar esa frase de Lezama que ponía el peso en lo visual. Muchas veces lo que la imagen nos puede transmitir es suficiente.
-Alude a la paciencia, como algo necesario, y dice: “Un cuento se escribe con un poco de música y un poco de sangre”. Y aún ajusta más: “Cuento igual a rigor técnico más compasión”.
-Soy una persona muy paciente, creo. Y ante la literatura me tomo mucho tiempo, me gusta escuchar lo que tengan que decir esas voces, doy tiempo para que los personajes se vayan expresando, hablen, muestren lo que tienen dentro. En la literatura que yo admiro hay música, pero también ese punto de herida. Por eso digo lo de la música y la sangre. Creo que en los cuentos hay un fondo de llanto que se escucha a lo lejos.
- ¿Qué le debe a Nabokov o cómo le ha marcado?
- Nabokov es un escritor de una brillantez casi inigualable. El manejo que tiene de la imagen, pero no solo de eso, la reflexión que hay sobre el tiempo, sobre la identidad… Nabokov muchas veces es conocido por ‘Lolita’, por el morbo y el escándalo, pero es muchísimo más: es un tipo profundo, con muchas capas y creo que para cualquier aprendiz de narrador es un autor que hay que leer.
-El libro se publicó en el 92, han pasado 25 años, ¿cómo le ha marcado? Siguen diciendo que es su mejor libro.
- Ha sido, en ese sentido, un libro un poco vampiro. ’Velocidad de los jardines’ es el libro más recordado, en el que más se insiste. Y muchos lectores es lo único que han leído y luego ya no han leído nada más de lo que he escrito. Cosa que me parece un poco injusta para mis otros libros; creo que ‘Técnicas de iluminación’, publicado también en Páginas de Espuma, es mejor. Pese a todo, le tengo mucha gratitud porque ha sido un proceso muy gradual de reconocimiento, como una larga llovizna a lo largo de muchas décadas, basado en el boca a oreja. Ha sido un discurrir muy natural y gracias a eso yo no he sentido presión a la hora de escribir otros libros.
*La foto es de la agencia Efe.
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