LUIS BUÑUEL Y SUS AMORES
RITUALES DE SOL Se cumplen treinta años de la muerte del autor de ‘Viridiana’. Nos acercamos a una faceta más íntima: sus novias y sus amores platónicos. Desde Isabel Matutano y Pilar Bayona a Concha Méndez. (Serie veraniega de Heraldo de Aragón)
Los amores difíciles de Luis Buñuel
El amor y el deseo son dos de los temas capitales de Luis Buñuel (1900-1983). Solía decir en una de esas declaraciones, en la que parecía contradecirse con una inmediatamente anterior, que lo más le preocupaba en su cine eran “las relaciones humanas”. No ha sido Luis Buñuel, al menos a primera vista, un gran seductor, pero sí ha tenido sus veleidades. A Carmen Sampietro, hija del doctor Sampietro, la llama “mi inolvidable amiga de infancia”. Vivían sus familias en el Coso en un edificio que contó con el primer ascensor de Zaragoza. Una de las cocinas de las viviendas daba al Palacio de la Ilusión, el cine de la calle Estébanes, y juntos, a través de una verja veían las películas de cine mudo. Las veían “abrazados”. Una vez, como ha contado Isabel Comps en la revista ‘Pasarela’ y el propio Buñuel, se quedaron encerrados y se pusieron a gritar hasta que los oyeron y los sacaron de allí. Buñuel jamás olvidaría a Carmen: le mandó una fotografía dedicada (que posee el pintor y coleccionista Eduardo Laborda) y le recordaba que con ella había descubierto el cine y “las primeras emociones musicales” con las partituras de ‘Carmen’ o de ‘Fausto’.
Si Carmen fue la cómplice del despertar a los sueños, en Calanda se prendó de Isabel Matutano, que tendría diez años. Conchita le cuenta a Max Aub en ‘Conversaciones con Buñuel’ (Aguilar, 1984) que “nos quitaba los juguetes para regalárselos a una novia que tenía (...) Isabel era muy guapa y muy agradable”. Quizá su primer gran amor platónico fuese la pianista Pilar Bayona (1897-1979): se conocieron de jóvenes en Zaragoza y un día coincidieron en un mirador. El joven Buñuel confesaría: “Nos quedamos solos en un balcón. Yo estoy seguro de que ella sabía que yo la quería. Pero nunca nos dijimos nada”. Esa pasión secreta derivó hacia una gran amistad: muchos años después, cuando Luis Buñuel regresó a España, se tomó algunas fotos con ella y con Pepín Bello, y ambos recordaron una antigua complicidad. Eso sí, según Conchita Buñuel, luego también se enamoraría de ella su hermano Alfonso.
Luis Buñuel se trasladó a la Residencia de Estudiantes hacia 1917. Y allí se matriculó en Ingeniería Agrónoma y más tarde, con la ayuda del arabista Asín y Palacios, amigo de su padre, se pasó a Ciencias Naturales. En aquellos días frecuentó a Ramón y Cajal. Y también se enamoró de “una chica bien” mayor que él. Buñuel, que fundaría un club de atletismo y que practicaría boxeo (combatió sin demasiada convicción, a pesar de que algunos lo llamaron ‘el bruto aragonés’), fingía tener más años de los que tenía. La relación parecía ir sobre ruedas y el padre de la joven quiso conocerlo, entre otras cosas porque pensaba que era de una familia rica, muy rica. Él le prometió que se casaría con ella. Pero antes, Luis Buñuel hizo un viaje a Calanda y, como no sabía cómo romper con ella, se le ocurrió una fabulosa mentira. Su hermana Conchita se lo contaba así a Max Aub: “Entonces le escribió una carta como si fuera otra persona, diciéndole que su amigo Luis la adoraba, pero que había muerto en un accidente de moto muy grave, y que murió nombrándola. Y luego, tres o cuatro meses después, lo encontró el padre y creo que lo persiguió con el bastón por aquí, por Madrid”.
La familia Buñuel veraneaba en San Sebastián, y allí hacia 1917 o 1918, Luis conoció a una joven moderna y audaz, campeona de natación y gimnasia: Concha Méndez Cuesta (1898-1968). Empezaron a salir y formalizaron el noviazgo en Madrid. Algunos dicen que fueron novios durante cinco años y otros siete. Ella era una de las chicas avanzadas de la ciudad, como su amiga Maruja Mallo, que fue pareja de Rafael Alberti y amante, entre otros, de Miguel Hernández y de Pablo Neruda. En 1919, Concha se había ido a Londres; diez años después viajaría a Buenos Aires y a Montevideo. La ruptura, en un día de aguacero, fue también en San Sebastián. Concha Mantecón, familiar de Buñuel, se lo contó así a Max Aub: “... nos encontramos a Luis Buñuel con Concha Méndez. Llovía muchísimo y se hallaban tan furiosos que estaban pegándose paraguazos el uno al otro. Bueno, enfadadísimos, enojadísimos. Luego supe que rompieron”. Las biografías de Concha Méndez dicen que lo abandonó por culpa del “muy machista carácter de Buñuel”. Gran amiga de Lorca y Cernuda y buena poeta, se casaría con el poeta e impresor Manuel Altolaguirre. Poco después, en 1925, el futuro cineasta Buñuel se fue a París, conoció a Jeanne Rucar, que también era deportista, había sido medalla olímpica de bronce en la Olimpiada en gimnasia, y se enamoró de ella. Tras casi una década de noviazgo, se casaron en 1934. Ella le enseñó a bailar el tango. Sería la mujer de su vida.
LAS ANÉCDOTAS
La gimnasta. Jeanne Rucar publicó, en 1990, tras la muerte de Luis Buñuel ‘Memorias de una mujer sin piano’, en colaboración con Marisol Martín del Campo. Revela a un Buñuel que padecía celos patológicos. Le montaba escenas constantemente. Según dice, no solo le hace desprenderse de su piano, sino que le prohíbe practicar gimnasia: “No es decente, Jeanne. Se te verían las piernas. Me desagrada que mi mujer se exhiba por ahí”, le dice.
Jeanne Moreau. A Buñuel no se lo conocen amantes, pero Jeanne Moreau se enamoró de su inteligencia tras trabajar en ‘Diario de una camarera’ y habría querido tener algo con él. Así lo confesó.
La novia polizón. Pedro Christian García-Buñuel cuenta en ‘Recordando a Buñuel’ (Ayuntamiento de Zaragoza, 1985) que tras la ruptura con Buñuel, Concha Méndez se metió de polizón en un barco carbonero inglés que iba desde Pasajes a Cardiff. La descubren y la llevan ante el camarote del capitán. Hablan y hablan, ella le cuenta que ha tenido un novio aragonés, y de repente el capitán le cuenta que él “conoció a otro en uno de sus viajes a Cuba que solía cascar las nueces con la cabeza”. Concha Méndez le contestó: “Es el padre del que fue mi novio”.
*La foto de juventud de Pilar Bayona pertenece al Archivo Pilar Bayona. La de Luis Buñuel, de 1929, es de Man Ray.
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Rosario López Ramírez -
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De antemano gracias y mucho le agradeceré la información que pudiera proporcionar.