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Antón Castro

DE FÉLIX ROMEO Y GUTIÉRREZ ARAGÓN

DE FÉLIX ROMEO Y GUTIÉRREZ ARAGÓN

Cuentos de domingo / Antón Castro

 

Vivir, soñar, leer y contarlo

 

Casi todos hemos elaborado listas en el fin de año. Listas de películas, de discos, de instantes cómicos o patéticos. En las listas de libros ha aparecido de todo, en algunas aparecen dos aragoneses adoptados como Sergio del Molino, con ‘La hora violeta’ (Mondadori), una novela conmovedora, distinguida y elogiada por doquier, a cuyo tema, el duelo, regresa Ricardo Menéndez Salmón en ‘Niños en el tiempo’ (Seix Barral, 2014), donde también habla de la pérdida de un hijo y reescribe la historia de Jesús, y Carlos Castán con ‘La mala luz’ (Destino), una novela intimista que narra una vida, una amistad y un crimen. Más allá de estos títulos, y de otros escogidos –‘Técnicas de iluminación’ de Eloy Tizón, ‘En la habitación oscura’ de Isaac Rosa o ‘En la orilla’ de Rafael Chirbes-, hay dos que me han conmovido: ‘Por qué escribo’ de Félix Romeo, que han preparado con mimo e inteligencia Ismael Grasa y Eva Puyó para Xordica (que cumple veinte años con casi dos centenares de libros en catálogo), el mejor libro de Félix y el mejor Félix también: el que vivía, leía, soñaba y lo contaba como nadie; y una novela envolvente, ‘Cuando el frío llegue al corazón’ (Anagrama) de Manuel Gutiérrez Aragón, un relato de iniciación donde hay un personaje especial como Ludi, hijo de veterinario republicano, y secundarios magníficos como el fraile profesor de griego que fue boxeador, la lánguida y bella tía Eva Rosa, el tío Pelayo, que posee una tienda y es un magnífico vendedor de garbanzos. Y, por supuesto, está ese padre, más bien enigmático, capaz de perder la cabeza por amor y en las calladas rebeldías contra el régimen. La novela plantea el despertar a la pasión y a la vez revela el poder de las trastiendas de familia y el misterio de unas cartas donde a la enamorada la llaman Falena. O mariposa. Tiene el aire de un guion de cine, donde no sobra ni falta nada: un ambiente social represivo, un torbellino de sensualidad, un paisaje cántabro espectacular, los coqueteos y las tardes en la playa con merienda, la idolatría, las vacas, etc. Una de esas novelas donde el silencio es tan elocuente y poderoso como los secretos del corazón y la libertad de los veranos.

 

*Este texto aparece hoy en mi sección dominical de 'HERALDO DE ARAGÓN'. Este cuadro es de Friedrich.

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