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Antón Castro

JAVIER TOMEO: MICROS PÓSTUMOS

JAVIER TOMEO: MICROS PÓSTUMOS

 

Los cuentos del humorista lírico Tomeo

 

Páginas de Espuma publicará los textos breves de ‘El fin de los dinosaurios’ del autor altoaragonés

 

Javier Tomeo (Quicena, 1932-Barcelona, 2013), como uno de sus personajes, entró en el hospital de paso, para aliviar lo que parecía una leve dolencia, y ya no salió con vida. Como si barruntase el adiós, había entregado tres libros a sus editores: la novela breve, ‘El hombre bicolor’, a Jorge Herralde de Anagrama; una colección de cuentos de ‘Vampiros y alienígenas’ a Enric Cucurella de Alpha Decay, y una serie de microrrelatos o textos hiperbreves al editor aragonés Juan Casamayor: alrededor de 160 piezas. Le mandó una primera versión y, poco antes del fin, aún le envió una segunda con correcciones. Y esa es la que publica el editor de Páginas de Espuma con un título de uno de sus cuentos: ‘El fin de los dinosaurios’.

Juan Casamayor recuerda que una vez Javier Tomeo le prometió “un libro especial, diferente los que publicas” de microcuentos. Ese es el volumen que sale próximamente con una portada que incorpora, entre otras cosas, el castillo de Montearagón: Javier Tomeo le tenía un cariño especial a esa fortaleza; desde su tumba en Quicena puede verse con su majestuosidad decrépita. Formaba parte de sus sueños, de sus recuerdos, igual que el paisaje escarpado de La Cobertera.

El volumen, de apenas 200 páginas, lleva un prólogo de Casamayor, que explica cómo se fraguó el volumen y las sucesivas reescrituras de Tomeo, e incluso el título; el conjunto tenía un epígrafe general de “literatura de precisión. Mini y microrrelatos”, tal como señala Juan Casamayor en su nota de editor. Lleva dos textos de dos de sus mejores amigos y estudiosos: Ismael Grasa, que era su chófer accidental, su colega y su escudero, y Daniel Gascón, que fue el responsable de la edición de las casi mil páginas de sus ‘Cuentos completos’ (Páginas de Espuma, 2013). El libro, además, se acompaña de casi una veintena de páginas de un ‘Diccionario Tomeo’, elaborado a partir de sus propias palabras en libros y entrevistas.

Ismael Grasa dice que el libro “es una síntesis íntima y final de su literatura”, “un resumen de sus motivos habituales al que le ha dado un tono crepuscular”, y señala que en los últimos libros, como ‘Constructores de monstruos’ (Alpha Decay 2013), ya estaba más cerca de “lo entrañable y lo simpático que de lo inquietante o perverso”. Recuerda, con Félix Romeo y otros, que no era un escritor intelectual, “quizá tuviera algo de niño grande” y de “humorista lírico” que se sirvió de “la monstruosidad, física o mental, para cantar a la belleza del mundo”.

Daniel Gascón lo define como un visionario y un humorista y recuerda que los textos son cuentos en un sentido estricto, diálogos o aforismos, y que suelen presentarse como un conjunto de variaciones, en algunos casos. Señala que están próximos al primer Rafael Azcona y ‘La Codorniz’. Afirma que “estos minicuentos, que ganan con la relectura, forman parte de un autorretrato” de alguien que cuya la literatura “es aparentemente absurda y está alejada del realismo”.

En ‘El fin de los dinosaurios’ están, de nuevo, los mitos, los animales y los peces, la plantas, los seres amputados, Drácula (al menos en dos ocasiones), los monstruos, el misterio de la noche, los amores imposibles, las muñecas, la confrontación con los clásicos, Caperucita, los relojes que hablan o esas vacas o lobos que, a veces, responden a una entrevista. Un lobo, por cierto, dice: “Lo siento, pero tampoco yo estoy vivo. También a mí me mató hace años la soledad”. Como se ve, Javier Tomeo en estado puro.

 

*Javier Tomeo por Aloma Rodríguez.

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