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Antón Castro

ANTONIO MACHADO, PILAR Y EL AMOR

Cuentos de domingo / Antón Castro

 

No sé de amor

 

Estamos en los tiempos del “no sé”. Nadie sabe nada o casi nada. Ni la infanta Cristina, ni Ana Mato, ni la mujer de García Becerril, ni Granados, el hacendado en Suiza. Ni Mariano Rajoy, que ha creado una escuela de pensamiento: la poética del tembleque o marianismo, como ha acuñado José Javier Rueda. Antonio Machado, con su torpe aliño indumentario, siempre se atrevió a decir y a advertir que en España siempre hay alguien o algo que nos parte el corazón. A él se lo partieron las dos Españas y también dos mujeres: la niña-ángel Leonor Izquierdo, que fue su primera esposa y murió pronto en la Soria del paraíso, y luego Pilar de Valderrama, a la que el poeta llamó Guiomar, que también fue el nombre con el que Jorge Manrique bautizó a su amada. Ella era 16 años más joven que el autor de ‘Campos de Castilla’. Era católica y de derechas, había sido pasada por el manto de la Virgen del Pilar a los cuarenta días de su nacimiento, residió en Zaragoza, y se había casado con Rafael Martínez Romarate, iluminador de escena. Escribió dos poemarios y una obra de teatro. Un día se enteró de que su marido había tenido una relación con una joven que se suicidó; eso señaló la ruptura entre ambos y acercó a Pilar a su poeta más admirado: Antonio Machado. Se habían conocido en 1928 en Segovia y vivieron durante ocho años un amor platónico. Machado la deseaba y la soñaba, paseaban de día y de noche, se citaban en el café de Salesas o en el Franco-Español, le envió más de un centenar de cartas y poemas y sintió auténticos celos. Jorge Guillén la definió como una criatura muy sensible; Cansinos Asséns elogió sus “grandes ojos pasionales” de mujer morena que tenía un exceso de ardor. Machado enristró sus mejores palabras: “preciosa, encanto, milagro, maravilla, diosa de mis entrañas”. Su quimera, acaso la última, fue casarse con ella. Pilar de Valderrama, por principios o por temor, no lo siguió a su último destino: Collioure. Allí, cerca de su madre y con toda la añoranza de la tierra, falleció el poeta con una certeza: “Todo amor es una fantasía”. Por eso tal vez, a menudo, resulte tan fácil decir “no sé”.

 

*Este texto aparece hoy en 'Heraldo de Aragón'.

 

He tomado la foto de Machado de aquí:

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-19a7e5a142db7bc72fb339435b00ce57.jpg

Y la de Pilar de Valderrama de aquí:

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-d39b99d27d8f93b30e727ac21fc87dae.jpg

 

1 comentario

JESUS -

Ciertamente apropiado y genial "en los tiempos del “no sé”. Nadie sabe nada o casi nada" ir a tomar una foto del Rincón del Vago.

Saludos