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Antón Castro

MUÑOZ MOLINA: NUEVA NOVELA

EL NOVELISTA Y EL ASESINO

[Este texto, del escritor, traductor y periodista Daniel Gascón, se publicó el jueve en el supelemento 'Artes & Letras' de Heraldo de Aragón. También se puede leer en su blog: https://gascondaniel.wordpress.com/2014/11/27/el-novelista-y-el-asesino/

Por DANIEL GASCÓN

“Como la sombra que se va”, la nueva novela de Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956), es varios libros a la vez. Es una aproximación a la vida de James Earl Ray (1928-1998), el asesino de Martin Luther King. Lector voraz, racista y delincuente habitual, exsoldado, aficionado a las prostitutas y a las teorías de la conspiración, Ray quiso ser director de cine porno y colono en Rodesia (actual Zimbabue), se fugó de la cárcel y cambió de nombre y de cara (rinoplastia). Tras asesinar a King en 1968, huyó a Lisboa con un pasaporte falso. Antes de viajar a Londres, donde fue detenido, pasó diez días en la capital portuguesa. Esa ciudad es uno de los vínculos con la otra historia de la novela.

En 1987, Muñoz Molina se marchó a esa ciudad. Buscaba inspiración para el libro que estaba escribiendo –”El invierno en Lisboa”–, pero no solo eso. El asesino escapaba tras cometer su crimen; el escritor huía de la realidad inmediata. Ahora, el novelista intenta imaginar qué ocurría en la cabeza del criminal y revisa su propio pasado: «Los únicos mundos en los que me encontraba de verdad a mis anchas eran los de la literatura y el cine, donde cualquier cosa puede suceder y al mismo tiempo no haber sucedido, donde las normas tediosas de la vida real no rigen, los disparos no matan a nadie, las desgracias desatan las lágrimas pero no provocan verdadero dolor, las historias empiezan tan lentamente como terminan». Añade: «Era un padre de familia y un adolescente retardado […] Tenía esa convicción enfermiza, tan propia de los aspirantes a literatos en provincias, de que la vida verdadera estaba en alguna otra parte, de que la imaginación es más rica y poderosa que la realidad y el deseo más valioso que su cumplimiento». Retrata un malditismo infantil que postulaba que «Estar sano era de derechas».

Para reconstruir la vida de Ray el autor ha consultado registros, biografías y ensayos. Pero el viaje al interior del asesino exige imaginación. Muñoz Molina emplea una prosa que funciona por acumulación y una amplia gama de recursos: analepsis y prolepsis, cambios de focalización, alternancia de estilo directo e indirecto, y citas recicladas de las lecturas de pseudociencia y espías a las que era aficionado Ray. La peripecia alucinada y miserable del asesino sucede sobre un imaginario heredero del cine y de la narrativa norteamericana (se habla del deslumbramiento provocado por “El gran Gatsby”; muchos elementos hacen pensar en Faulkner), que tiene conexiones con el fetichismo jazzístico que “El invierno en Lisboa” convertía en literatura.

“Como la sombra que se va” contiene una reflexión sobre la escritura y defiende el paso del formalismo a la naturalidad. Habla de cómo se construye una historia, de cómo se escogen los nombres, del punto de vista de la narración, o de imaginar «con ese grado de precisión visual que le permite a uno contar las cosas que ha inventado como si lo recordara». «Escribir ficción es ver el mundo por los ojos de otro, oírlo con otros oídos. Es la temeridad de creer que puede averiguarse lo que sucede en el secreto de la conciencia de otro, sea quien sea, un asesino, un fugitivo, un hombre que se apoya en una baranda a la caída de la tarde uno o dos minutos antes de que el disparo de un rifle le rompa la mandíbula y le atraviese el cuello y le taladre la columna vertebral, un músico que toca el piano con los ojos cerrados», explica, en una definición que encierra una trama del libro

En esta novela ambiciosa, a menudo admirable y en ocasiones morosa, Muñoz Molina muestra su fascinación por Ray, pero no siempre logra contagiarla: resulta más interesante cuando habla de King que cuando recrea el mundo de su asesino. También es más interesante el autorretrato, especialmente al comienzo. Muñoz Molina es duro con su yo pasado, acaso porque se siente salvado y lejos de él. Jugando con el exhibicionismo y la ocultación, con la sinceridad y la coquetería mitómana, ofrece una descripción poderosa de la vocación literaria y del desasosiego íntimo, de la culpa por el dolor que causamos y de la felicidad que da la buena compañía.

Antonio Muñoz Molina. “Como la sombra que se va”. Seix Barral, Barcelona, 2014. 536 pp.

[Esta reseña ha salido en Artes & Letras de Heraldo de Aragón.]

 

La foto la tomo de aquí:

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